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Ley y justicia

La ley es una norma social de obligado cumplimiento cuya intención es la de facilitar y optimizar la colaboración de los miembros de un grupo.
Sin embargo, con frecuencia el individuo tiene la percepción subjetiva de que algunas normas no son justas y entonces se considera en el derecho moral de desobedecerlas.
En esta tertulia se tratará de dilucidar qué son y para que sirven las leyes así cómo de dónde procede el sentimiento de justicia con el que se juzga esas leyes.

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Warrior:
La frase “prefiero una mala ley al desorden”, atribuida al gran escritor alemán Wolfgan Goethe, puede darnos pie para meditar sobre este tema. El hombre, por naturaleza, es un ser social y se desarrolla dentro de una sociedad. Parece razonable pensar que en las sociedades primitivas el orden necesario para que una sociedad funcionase vendría impuesto por la ley del más fuerte físicamente, al igual que ocurre en los animales que viven en grupos. Hobbes, Locke, Maquiavelo hablaron sobre el paso de esta vida natural a una vida regida por las leyes, pero fue Rousseau con su obra El contrato social el que dio un mayor cuerpo a esta idea. Pero Rousseau le agrega a estas ideas un concepto original: la libertad e igualdad que existen en estado de naturaleza; sigue existiendo en la sociedad, pero transformada.
Rousseau piensa que la obligación social no puede estar fundada legítimamente en la fuerza, sino, en una convención establecida entre todos los miembros del cuerpo que se trata de constituir en sociedad. En esta convención cada asociado se enajena totalmente y sin reservas, con todos sus derechos, en favor de la comunidad, de modo que la condición es igual para todos y cada uno gana el equivalente de todo lo que pierde y más fuerza para conservar lo que tiene. Así, cada miembro del cuerpo político es ciudadano ("miembro del soberano") pues participa de la actividad de este cuerpo y súbdito, pues obedece las leyes votadas por este cuerpo político, el soberano (del cual forma parte a la vez).
La ley, expresión de la voluntad general, tiene para Rousseau un carácter sagrado, pues representa el único modo de eliminar las arbitrariedades de los hombres particulares que tienen el poder. El objeto de las leyes es siempre general, nunca considera hombres ni acciones en particular. La ley no puede ser injusta, pues está hecha por el soberano, el pueblo como cuerpo; es nada más que el registro de la voluntad de cada uno. El pueblo por sí mismo siempre desea el bien, pero no lo ve siempre y hay particulares que rechazan el bien común, de manera que todos tienen necesidad de guías, es decir la necesidad de un legislador, una "ley pública", que una la voluntad y el entendimiento. Este legislador es entonces un ser extraordinario, pero por su cargo, no puede dar fuerza ejecutiva a las leyes que redacta. Sólo el soberano manda a los hombres; él manda las leyes.
Está claro, por consiguiente, que es necesario que haya leyes para que haya sociedad y ésta para que pueda existir el hombre. Pero la cuestión es que siempre habrá hombres insolidarios y que no quieran cumplir las leyes que, teóricamente benefician a todos, por lo cual no sólo debe haber leyes para que funcione la sociedad, sino que éstas se cumplan. Es necesario, por tanto, un poder coercitivo que castigue a los que no cumplan las leyes que el propio pueblo se ha dado. Así las cosas, la sociedad se tiene que dotar de unas fuerzas de seguridad o policiales con el objeto de reprimir y detener a aquellos miembros que pretenden destruir la sociedad. Ésta, también, tiene que arbitrar prisiones y otras instituciones para castigar con la privación de libertad a esos elementos antisociales, llegando incluso, en algunas sociedades, a quitar la vida a aquéllos que matan a otros miembros del grupo.
Hemos dicho, a través de las palabras de Rousseau, que las leyes hechas por el propio pueblo, que desea el bien común, tienen que ser justas. Sin embargo, esto no es así. En virtud de que se delega en un legislador y que éste es elegido en función de las fuerzas de las distintas clases sociales, las leyes saldrán escoradas para favorecer a unas clases u otras. Aparte, naturalmente, de que las leyes son normas generales y que al aplicarlas a casos particulares pueden generar distorsiones en la justicia individual.
Pero, ¿qué es la justicia? Hay distintas definiciones de la justicia. La más común: Darle a cada uno lo suyo, pero ¿qué es lo suyo? La casa del rico al rico, la del pobre, al pobre. Podríamos enumerar otras tantas definiciones y en todas encontraríamos conflictos. Para encontrar la JUSTICIA (así en mayúsculas), tendríamos que irnos al mundo de las ideas de Platón, es decir a la metafísica, y pensar en un Dios. En el mundo de los hombres, yo creo que lo máximo que podríamos conseguir sería una justicia social, que se lograría con un sistema económico más justo y equilibrado y con un hombre más racional.

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Yack:
Nuestro instinto básico de supervivencia (egoísmo) nos lleva siempre a actuar de la forma que más nos beneficia. Para vivir en sociedad, sin embargo, es necesario remodelar esa conducta primitiva y lineal para hacerla compatible con el bien general del grupo al que se pertenece.
El nivel más básico de legislación es la moral, que puede definirse como una serie de normas sociales que establecen en qué circunstancias se debe renunciar al bien propio en beneficio del ajeno. Las normas morales son tan utilitaristas como las denominadas egoístas, y sólo se diferencian de ellas en que se basan en un cálculo del beneficio a largo plazo: “Si ahora soy generoso repartiendo lo que me sobra, en el futuro podré sobrevivir recibiendo lo que les sobra a los demás”.
Pero los beneficios de la conducta ética, va mucho más allá del simple reparto optimizado en el tiempo, permitiendo, entre otras ventajas, emprender proyectos colaborativos de gran envergadura que no podrían sustentarse en conductas guiadas exclusivamente por el miope egoísmo personal.
Otra cuestión, no menos importante, a considerar es que las normas éticas deben ser flexibles para que se puedan adaptar a las circunstancias cambiantes del entorno. Por ejemplo, solemos ser menos generosos con un desconocido que nos encontramos en la calle que con las personas con las que nos relacionamos diariamente, por una cuestión de puro cálculo de rentabilidad futura. Es decir, nuestra generosidad se adapta automáticamente en función del beneficio esperado: El adolescente es muy generoso con sus amigos, pero muy poco con sus padres porque calcula que la generosidad de sus padres para con él está garantizada mientras que la de sus amigos debe comprarla.
Debido a su naturaleza flexible y adaptativa, las normas morales, suelen ceder fácilmente a las presiones del medio, y los individuos caen con demasiada frecuencia en la tentación de saltárselas cuando calculan que no habrá repercusiones negativas. Por ejemplo, ¿por qué pagar una mercancía si no voy a volver a ver ese vendedor?
Para evitar que se erosionen las normas éticas y morales interiorizadas en el individuo, se idearon las leyes que son mecanismos sociales coactivos capaces de castigar a los infractores de las normas éticas para evitar que sea rentable su acción insolidaria. Si no pagamos lo que hemos comprado, corremos un serio riesgo de ir a la cárcel porque existe una ley que así lo establece y, en tal caso, nuestro acto egoísta dejaría de ser rentable. El castigo recibido reforzaría nuestra conciencia ética asociando el sufrimiento del castigo a la conducta que lo provocó.
Pero existen otras dos buenas razones para la existencia de un creciente número de leyes. La primera es la complejización de nuestra sociedad en la que han aparecido conceptos nuevos para las que no estábamos biológicamente preparados, como por ejemplo, las leyes de tráfico. ¿Es sensible nuestro sentimiento moral básico a conductas como circular por la izquierda, emitir en una banda electromagnética reservada, o pagar el canon por copia ilegal?
La otra razón es la ampliación continuada a través de la historia del tamaño de los grupos humanos. El ser humano pronto descubrió que cuanto más numeroso fuera un grupo, más fuerza defensiva y mayor capacidad coactiva tenía en relación con otros grupos rivales de menor tamaño y de ahí que la evolución histórica haya avanzado en esa dirección.
En la actualidad hay estados y agrupaciones de estados compuestas por varios cientos de millones de seres que viven bajo una misma autoridad. Para evitar la disgregación y mantener la cohesión y coordinación de sus miembros, dentro de estas inmensas agrupaciones se hace imprescindible la formulación y mantenimiento de un complejo cuerpo legislativo que marque con exactitud lo que se debe y lo que no se debe hacer. Como complemento a estas leyes, debe existir una estructura no menos compleja y costosa para vigilar la conducta de los ciudadanos y, en su caso, imponer la correspondiente sanción.
Llegados aquí nos planteamos algunas preguntas importantes:


¿Qué es una ley?
Una ley es una norma de conducta que afecta a todos los individuos de una comunidad, dictada por una persona (el rey) u otra instancia (las cortes) con capacidad y voluntad para castigar a todo aquel que la incumpla.


¿Cuándo es buena una ley?
Toda ley busca un beneficio social a largo plazo, pero siempre tiene un coste. Una ley se justifica cuando la relación coste/beneficio es positiva y es tanto más buena cuando mayor es su relación coste/beneficio. El buen legislador debe trabajar en el continuo perfeccionamiento de las leyes para alcanzar el coste cero y el máximo beneficio posible.
Un ejemplo de buena ley es la de circular por la derecha. Sin ella, el tráfico sería un caos y, por otro lado, su coste es casi nulo por lo que difícilmente podría sustituirse por otra mejor.
Un ejemplo de ley mala sería la de impuestos directos en la que el coste del aparato burocrático y sancionador sobrepasa con creces el supuesto beneficio que persigue. Quizás, como cualquier placebo, tal beneficio es sólo sicológico, en el sentido de que se acepta el impuesto con mejor ánimo pensando que a los más ricos, a los que se detecta por el principio de la envidia, se les graba aún más. Pero si se aplicase un impuesto indirecto escalonado en función del lujo del producto consumido, se liberaría una gran cantidad de recursos de control, fiscalización y sanciones, se mejoraría sustancialmente la productividad y, además, se aplicaría el impuesto con mayor justicia porque no es más rico quien más gana sino quien más gasta.


¿Qué condiciones debe reunir una ley para que consiga su objetivo?
Una ley no tiene valor ni utilidad si no se ve acompañada por una serie de requisitos o propiedades:
-Debe afectar a todos los miembros del grupo y si hubiese excepciones, deben estar explicitadas y justificadas en la propia ley.
-Una ley debe ser conocida por todos los miembros del grupo a la que afecta, aunque su desconocimiento no puede eximir de su cumplimiento por razones obvias.
-Una ley debe emanar de la máxima autoridad jerárquica del grupo o de una instancia con capacidad para legislar, y validada y aceptada por la máxima autoridad del grupo.
-Una ley no puede entrar en contradicción con otra ley vigente.
-Toda ley debe llevar asociado un castigo disuasorio junto con un sistema de vigilancia para detectar sus incumplimientos y de un mecanismo de aplicación del castigo. Se considera que un castigo es disuasorio cuando es capaz de reducir la comisión del delito a niveles aceptables para el conjunto social. Naturalmente, la ley sólo es operativa mientras se siga sancionando su incumplimiento.

¿Cuándo es justa/injusta una ley?
El concepto de ley justa es muy relativo y subjetivo, pero podemos señalar los siguientes factores:
-El principal factor que determina la forma en que un individuo percibe la justicia o injusticia de una ley es si le beneficia o le perjudica en términos relativos. También influye, en segundo término, el sentimiento personal de respeto o aversión hacia la instancia que la ha promulgado.
-Se percibe como injusta cuando el castigo aplicado es desproporcionado. La desproporción puede ser excesiva, cuando el castigo recae sobre el afectado o escasa cuando el afectado es víctima de la acción objeto del castigo.
-Es injusta cuando no es eficaz, es decir, que su beneficio es escaso o negativo para el grupo social, en especial cuando es fácil sustituirla por otra más eficaz.
-Es injusta cuando no se aplica por igual a todos los individuos.
-Es injusta cuando no se ha dado a conocer a todos los afectados.

3 comentarios:

  1. Warrior, al final planteas una cuestión peliaguda: ¿qué es la justicia?
    Creo que no existe una respuesta a esa prregunta y menos cuando descendemos al terreno práctico.
    Yo diría que el sentido de justicia sólo existe en la mente humana y suele estar distorsionado por los propios intereses. Cuando más ecuanimes somos es cuando evaluamos la justicia de una ley que no nos afecta directa ni indirectamente.
    Una ley es justa cuando es equitativa, es decir, cuando no favorece a un grupo en perjuicio de otro, pero no todas las leyes pueden someterse a este criterio evaluativo. Por ejemplo, la ley de detenerse ante un semaforo en rojo afecta por igual a todos los ciudadanos y por eso es fácil ver que es justa, pero la ley fiscal se aplica con caracter discriminatorio con la intención de ser justa por el procedimiento de compensar las desigualdades humanas. Pero aquí ya entra la interpretación de cada uno y resulta imposible llegar a un consenso entre los beneficiados (los pobres) y los perjudicados los ricos porque cada uno considerará argumentos diferentes y valorará los mismos argumentos de manera muy distinta.
    Saludos.

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  2. Anónimo17:44

    Puede una ley ir contra la etica y ser buena o ser legitima?

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  3. Contestando a Lucas, pienso que la mayoría de las leyes deben ser compatibles con la ética. Sin embargo, la ética está pensada para la convivencia dentro de una comunidad cerrada como una tribu o una nación sometidas a una misma autoridad y a un mismo proyecto de supervivencia.
    En caso de confrontación bélica, las leyes puede colisionar con la ética, pero en tal caso, al estar en juego la supervivencia, la ética queda relegada o se adapta a las nuevas circunstancias remodelando la formulación de leyes éticas tan rotundas como "no matar", "no robar", etc. por "el enemigo no merece la vida", "hay que desposeer al enemigo de sus bienes para que no los utilice contra nosotros", etc.
    Saludos.

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