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El dinero

Hay quien niega que el dinero sea la mayor invención que jamás haya alumbrado la mente humana, pero de lo que no cabe duda es que, después de la salud, es el objeto más deseado, y de que es norma social, de obligado cumplimiento, negar en público el apego que le profesamos.

Y la razón por la que amamos tanto al dinero, es porque con él podemos conseguir todo lo que necesitamos para llevar una existencia confortable y sin sobresaltos. El dinero es el comodín en ese largo juego de póker que es la vida y si se tienen suficientes comodines se puede ganar con comodidad, casi todas las manos.

En esta tertulia trataremos de comprender la naturaleza del dinero, por qué es a un tiempo tan deseado y repudiado y cual el valioso servicio que presta a la humanidad para que esté presente en todas las sociedades humanas, si exceptuamos las escasas tribus salvajes que aún subsisten.

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6 comentarios:

  1. Maite15:12

    Buenas soy Maite:

    !Por dinero canta el perro¡ Y es verdad. Con dinero sí que puedes conseguir bienestar, pero un bienestar material. No por tener mucho y manejar más dinero se es más feliz. También es fuente de conflictos. El dinero corrompe porque nunca nos parece suficiente. Siempre más y más . Y esto a mi entender es la parte negativa. No hay más que ver los lios y dificultades que trae el tema en asunto de herencias, hay montón de familias separadas por este tema y esto es una pena.

    A mi entender , dinero, posesión, bienes en su justa medida. Ahí radica todo. Todos deberíamos poseer parecido, así no habría envidias ni calamidades, ni tanta diferencia social.

    Es posible vivir con menos de lo que vivimos, además tenemos que ser conscientes que si a nosotros nos sobra, es porque a otros no llega. Y esto es injusto. Todos somos personas y meremos lo mismo.

    Este mundo está mal repartido. No debería haber tanta diferencia, hay que arrancar el mal desde la raiz. Debemos volver a educarnos, a conseguir conformarnos con menos y tener así la satisfacción de que más personas viven más dignamente.

    ¿Qué os parece?

    Saludos,

    Maite

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  2. Estoy en parte de acuerdo con tu comentario, salvo cuando dices "todos deberíamos poseer parecido, así no habría envidias ni calamidades, ni tanta diferencia social".

    En nombre del dicho marxista "a cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades", y para eliminar la "diferencia social", que asumes es injusta, se han perpetrado verdaderas calamidades y matanzas a lo largo del siglo XX. Creo que la persona que se esfuerza por ser un buen profesional debe obtener una mayor recompensa, incluso material, que los que ocultan su mediocridad en el paradigma de la "injusticia social".

    Para mi personas como Bill Gates, Steve Jobs o Amancio Ortega se tienen muy bien merecido su dinero. Y si te fijas en ellos, verás que le dan mucho menos importancia que los que siempre abogan por "arrancar el mal desde la raiz". ¿Cómo eliminarías las diferencias, Maite?. ¿Decretando que todos deben ser mediocres?. ¿Obligando a los esforzados a entregar su dinero a los parásitos?. Creo que no hay que llegar tan lejos. No niego que existan injusticias en este mundo, pero lo que hay que hacer es estudiar a fondo la complejidad de sus causas y no terminar imponiendo utopías que al final se convierten en pesadillas de millones.

    Para mi el dinero es simplemente un medio. Si el comunismo genocida es la degeneración del socialismo democrático, estaría de acuerdo en señalar que el consumismo es la degeneración del liberalismo democrático.

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  3. Maite, como declaración de principios para un mundo feliz no puedo estar más de acuerdo contigo.

    Sin embargo, no estamos aquí para ser felices, aunque esa es nuestra mayor aspiración y de ahí que no haya forma alguna de fabricar ese mundo feliz al que todos aspiramos. Y lo peor es que los intentos de crear ese mundo feliz y justo han acabado en desastres.

    Así que no nos queda otra que aceptar las diferencias, comprender su naturaleza y a partir de ahí buscar una solución intermedia y viable entre el mundo perfecto al que aspiramos y lo que ahora tenemos.

    En este intento universal de dar con la fórmula de un mundo perfecto y equitativo donde todos tengamos lo mismo, se suele cometer un error de concepto que es el que, en mi opinión separa la ideología de izquierdas de la de derechas.

    Supongamos que 10 personas se quedan encerradas en un ascensor durante varios días. En este supuesto, lo razonable sería requisar todos los víveres, racionarlos y repartirlos en función de las necesidades de cada uno. Esto es la economía distributiva a la que aspira la izquierda.

    Sin embargo, no vivimos encerrados en un ascensor sino en campo abierto y eso lo cambia todo.

    Imaginemos un campo de cultivo y diez personas que deben vivir de él. Repartimos equitativamente el terreno y dejamos que cada uno trabaje su parcela.

    Cuando recojamos la cosecha, abra quien consiga el doble o el triple que otros, ya sea porque ha trabajado más, porque ha sido más hábil, ahorrativo o porque haya tenido más suerte.

    La izquierda prescribe que para evitar diferencias cada vez mayores, habría que volver a repartir la cosecha y comenzar de nuevo, mientras que la derecha sostiene que es mejor no intervenir en el proceso.

    Con el sistema de izquierdas, los agricultores acabarán comprendiendo que no importa cuánto trabajen, porque siempre tendrán lo mismo y eso les llevará a trabajar cada vez menos para optimizar la relación coste/beneficio.

    Por otro lado, las diferencias que se producirían al aplicar un modelo de derechas, estimularía tanto a los pobres como a los ricos a trabajar cada vez más y a crear más riqueza y la envidia sería un acicate positivo para esforzarse más en sacar riqueza de la tierra.

    La izquierda está obsesionada con el reparto e ignora sus efectos perversos, mientras que la derecha confía en que las “injustas” diferencias son el motor del progreso y de la prosperidad.

    Una sociedad equitativa no funcionaría y decaería necesariamente en la pobreza y, peor aún, tendría que adoptar un sistema de gobierno dictatorial para evitar que se manifestara la naturaleza humana y se volviese a las desigualdades.

    Un mundo real, basado en el modelo natural (también llamado capitalista) puede parecer injusto pero en él existe libertad y hasta el más pobre suele vivir mejor que el ciudadano medio de un sistema marxista.

    Así que, tal como yo lo veo, hay que dejar de pensar en la equidad, de la misma forma que aceptamos que los seres humanos somos diferentes en todo (belleza, edad, altura, inteligencia, etc.).

    Sin embargo, no todo está perdido.

    Podemos mejorar las condiciones de los más desfavorecidos, pero es necesario hacerlo teniendo presente el modelo bajo el que funciona la naturaleza humana y no bajo ocurrencias incoherentes con la realidad.

    Y respondiendo a Plutarco, sólo añadiría que no tengo nada que añadir. Las soluciones, cómo tú dices, no pueden venir de modelos-ocurrencias-revolucionarios, sino del estudio profundo de las situaciones que hay que corregir, teniendo como referencia un modelo correcto de la realidad, y aplicando soluciones coherentes con ese modelo.

    continua...

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  4. ...continuación

    También habría que medir cuidadosamente las reacciones que se pueden producir, anticipándose a ellas o corrigiéndolas inmediatamente cuando se produzcan. No podemos olvidar que la sociedad humana es hiperreactiva y tan pronto como aplicamos una nueva norma para corregir un problema, se produce una reacción que trata de contrarrestarla o pervertirla.

    Por ejemplo, si asignamos una subvención a los indigentes, estimularemos la aparición de más indigentes porque para los que están en el límite de la indigencia, es más rentable dejar de trabajar y cobrar el subsidio a cambio de nada. La solución sería ayudar a los indigentes para que pudieran hacer un trabajo productivo y vivir de él.

    Por eso hay que introducir cambios bien meditados, de ámbito reducido y esperar las reacciones antes de dar el siguiente paso. Justo lo contrario de la táctica que emplearon los marxistas y que siguen aplicando los socialistas, aunque en menor cuantía y con mayor moderación, después del brutal escarmiento que la historia les deparó.

    Saludos cordiales.

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  5. La Revolución China empezó repartiendo tierras entre los campesinos. Según el proceso que describes en tu entrada (no importa lo que trabajes, recibirás siempre la misma recompensa), la producción descendió y China padeció hambrunas de proporciones bíblicas. Hubo que tolerar ciertos incentivos en la producción, pero en 1966 el Gran Timonel Mao detectó que eso generaba una incipiente clase burguesa campesina. Resultado: la revolución cultural, en la que se igualaron las condiciones de todos a través de la persecución, incluso de hijos a sus padres y el asesinato. Consecuencia: nuevas hambrunas.

    El famoso Gran Salto adelante de China se produjo cuando los "utópicos" murieron y fueron remplazados por un líder que le dijo a nuestro Felipe González que no importa el color del gato mientras cace ratones (a Felipe, presidente sensato, le encanto este proverbio). Hoy en día China es auto suficiente en producción de alimentos, las hambrunas han desaparecido y el dinero burgués objeto de este debate ha dejado de ser pecado.

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  6. Plutarco, has puesto el dedo en la llaga al mencionar a China como un ejemplo de lo que significa aplicar el modelo marxista (en teoría justo y equitativo) o el capitalista (en teoría injusto y discriminador). En poco tiempo, y con sólo aplicar el modelo capitalista, han pasado de ser una dictadura del pensamiento, estabilizada en la miseria generalizada, a un país con libertades crecientes y un desarrollo económico envidiable. No creo que haya muchos chinos, salvo los que ostentaban cargos políticos, que echen de menos el antiguo régimen.

    El problema de la izquierda es que quiere hacer ética simplona en lugar de economía y resuelve todos los problemas políticos, sociales y económicos buscando a los culpables, que son los que no comparten sus teorías absurdas. Y cuando fracasan, siempre tienen una cabeza de turco para echarle la culpa. Si todos fueran buenos, dicen, las cosas ocurrirían como nosotros predecimos, luego si no ocurren es por culpa de los malos ciudadanos. De ahí a fusilarlos hay sólo un paso.

    Saludos cordiales.

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