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¿Nos importa el qué dirán?

La sociedad humana necesita de un alto nivel de coherencia, fiabilidad y previsibilidad entre sus miembros para que funcione adecuadamente. Aunque existen varios mecanismos para asegurar y potenciar la sinergia entre los miembros y grupos que integran el cuerpo social, en esta ocasión fijaremos nuestra atención sobre uno de los más omnipresentes y efectivos: el qué dirán.


Mientras que la ley y su sistema coactivo se limita a la sanción de conductas de cierta gravedad, el qué dirán funciona a todos los niveles y a todas las intensidades, modelando y regulando la conducta del individuo hasta extremos insospechados.

Además, y contrariamente a lo que ocurre con la ley, no es posible escapar a la presión del qué dirán, porque ésta está presente siempre que estemos en compañía, y aún en la soledad, el qué dirán se manifiesta como la autocensura, que no es otra cosa que la interiorización del qué dirán colectivo.

En esta tertulia trataremos de acercarnos a la comprensión de este omnipresente sistema de control conductual y aprovecharemos la ocasión para posicionarnos ante él de una forma más consciente y comprensiva.

13 comentarios:

  1. Disculpad que señale que no estoy de acuerdo con el párrafo segundo de esta introducción.

    La Ley impregna toda nuestra vida y su sistema coactivo no se limita, en absoluto, a la sanción de conductas gravemente peligrosas (ni en el Derecho Penal, ni en el administrativo sancionador)… De hecho vivimos una Sociedad, bajo mi punto de vista, en exceso regulada legalmente.

    Por otro lado, opino que nos regimos según “el que dirán”. Mucho, muchísimo más de lo que somos conscientes…

    Un saludo

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  2. Dulcinea, tengo que darte la razón en tu primera objeción. Admito que me he pasado bastante con el calificativo, en parte por el apresuramiento, en parte porque quería dejar claro que la ley se ocupa de infracciones más graves, mientras que el qué dirán, sanciona y regula aspectos de la conducta tan leves como la manera de anudarse la corbata, la combinación cromática de las prendas de vestir o el ondulado del cabello.

    Con tu permiso, cambiaré "gravemente peligrosas" por "de cierta gravedad".
    En cuanto a tu segunda opinión, también podría estar de acuerdo contigo en según qué casos. En mi opinión hay un exceso de regulación en algunos aspectos (declaración de hacienda, impuestos, mercado laboral, etc.) y un déficit en otros (prostitución, drogadicción, inmigración, educación, etc.).

    En general, considero que la ley regula todo aquello que, por una razón u otra, escapa al control efectivo del qué dirán.

    Saludos.

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  3. Con el único propósito de favorecer un debate dinámico, y sin ningún afán de generar polémica te diré, YACK, que no coincido para nada contigo en tu valoración sobre que hay un exceso de regulación jurídica en algunos campos y un déficit en otros. Yo sigo sosteniendo que la regulación jurídica es excesiva. Otro tema es que la aplicación de la Ley sea dudosa e incluso en demasiados casos francamente dudosa…

    Tampoco coincido en que la Ley regule aquello que escapa al control efectivo del qué dirán. A la Ley el “qué dirán” le trae sin cuidado, ya que lo que pretende es alcanzar otros fines que, como señalé antes, encuentro que actualmente son demasiado ambiciosos.

    El “qué dirán” nos importa tanto, tanto, tanto, que creo que estamos siempre detrás de una máscara: somos mentirosos, falsos, actuamos constantemente... Y todo ello persiguiendo el fin de ser aceptados por el grupo, y que no caiga sobre nosotros como una losa el peso del juicio social (o, lo que es lo mismo: “el qué dirán”).

    Un cordial saludo.

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  4. Yack a Dulcinea:

    El tema de si hay demasiada regulación jurídica o no, podría trasladarse al plano de la fontanería. ¿Hay demasiadas tuberías en la ciudad o demasiado pocas?

    Sin ser experto en la distribución de agua potable afirmaría que en algunos lugares hay demasiadas tuberías mientras que otras existe escasez.

    Y, en general, tal vez haya demasiadas tuberías como tú dices porque es mejor un exceso (que incrementa los costos y las averías) que un defecto (que deja a la gente sin el preciado líquido).

    Para solucionar el exceso de tuberias podría eliminarse toda la red y empezar desde cero, pero eso es técnicamente imposible porque la gente necesita beber durante el proceso, así que tal vez haya demasiada regulación en general y tal vez en algunos casos suframos un déficit de regulación. Pero lo relevante sería discutir qué tuberías quitarías y como evitarías los daños colaterales en la red de suministros, porque hasta las tuberías inservibles y redundantes, por el hecho de existir, acaban convirtiéndose en imprescindibles, aunque el jefe del sistema de abastecimiento lo ignore. Esta es una características poco conocida de los sistemas evolutivos que crecen y se perfeccionan mediante un sistema de prueba-error, y las leyes y las tuberías lo son.

    Más fácil sería debatir en qué campos existe un exceso de regulación y en cuales una falta y luego intentar configurar una estrategia de subsanación. ¡Casi nada!

    Lo que no acabo de entender es que no admitas que existen aspectos de nuestra sociedad en los que hay un déficit de regulación.

    En cuanto al segundo punto, yo lo veo así:
    Si no te acicalas correctamente (todos los mamíferos lo hacen) el qué dirán se encargará de presionarte para que lo hagas y, salvo que tengas algun problema mental, acabarás ajustando tu aspecto exterior al estándar mínimo exigible.

    Sin embargo si te dedicas a robar carteras a tus semejantes, el qué dirán también entrará en acción pero el beneficio de robar carteras es tan alto que el carterista aceptará de buen grado el castigo del qué dirán y seguirá con su lucrativa actividad de robar carteras. Entonces entra en juego la ley que le infringe un castigo disuasorio, para que cambie de conducta ya que el qué dirán no lo consigue.

    En las grandes ciudades, el qué dirán tiene menos fuerza porque el carterista puede vivir en una zona y robar en otra, de ahí que la ley sea tanto más necesaria cuanto más grande y compleja sea una comunidad. En los pueblos aislados, el qué dirán se basta y sobra para acabar con los carteristas autóctonos y en las tribus salvajes, el qué dirán y la ley viene a ser una misma instancia sin solución de continuidad. En estas comunidades, el quebrantamiento de un tabú absurdo puede acarrearte la expulsión de la tribu y la muerte segura. ¿quién necesita ahí la ley?

    Respecto al qué dirán, pienso que es una influencia, muy positiva que nos permite vivir en sociedad.

    Más que obligarnos a protegernos tras una máscara nos obliga a renunciar al egoísmo en favor de una generosidad simulada. La buena noticia es que después de estar mucho tiempo simulando algo, los circuitos cerebrales de simulación crecen tanto que acaban ganándoles el terreno a los que se encargan de gestionar el egoísmo que traemos instalados de fábrica. Así que, al final, resulta más sencillo, económico y práctico ser bueno que simularlo.
    Y todo eso, gracias al qué dirán.

    Saludos, Dulcinea.

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  5. Maite13:17

    Pues pienso que nos importa mucho el qué diran generalmente. A mí por ejemplo me importa mucho, aunque noto que conforme más mayor me estoy haciendo, me va importando menos porque me considero una persona con criterio y la verdad es que siempre van a hablar de nosotros, bien o mal, pero siempre .

    Comprendo que nos importe el qué dirán porque somos humanos y nos regimos por las leyes humanas y una crítica negativa nos influye en nuestro comportamiento con sentimientos de vergüenza, llegando a inhibirnos, de la misma manera que una alabanza nos llena de satisfacción.

    Me gustaría que no me importara tanto el qué dirán, aunque eso es fruto del crecimiento personal de cada uno y esto es un proceso.
    Un saludo,
    Maite

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  6. Hola Maite, es cierto lo que dices de que a todos nos importa el qué dirán. Pero yo lo veo como una influencia positiva de la comunidad sobre el individuo para obligarlo a integrarse en el grupo y así convertirlo en un miembro útil para colaborar al bienestar general.

    Si no fuéramos sensibles al qué dirán nos volveríamos egoístas y perderíamos la empatía necesaria para interaccionar con los demás.

    En cuanto a lo de que con la edad nos importa menos el qué dirán, es totalmente cierto, pero tal vez sea porque perdemos interés por la vida y todo nos importa menos, por razón de la natural reducción de neutransmisores en sangre (dopamina, adrenalina, etc. que activan las emociones fuertes), como le ocurre a todos los animales cuando dejan de ser jóvenes.

    Por otro lado, cuando dependes menos de los demás, te haces más independiente en el terreno emocional. Por ejemplo, en la adolescencia, que es la época de buscar pareja (y con más neurotransmisores en sangre), te importa mucho la opinión que tengan de ti los posibles candidatos (jóvenes del sexo contrario en especial), mientras que si eres un viudo de 70 años con una buena pensión, te vuelves mucho más independiente porque eres casi inmune a las intenciones malas o buenas de tus semejantes, al no depender de ellos. Y eso porque debido a tu situación vital, no le interesas a nadie o a casi nadie, ni tampoco necesitas la ayuda de nadie para llevar el tipo de vida que haces o que te ves obligado a hacer.

    También puede ayudar a esa independencia emocional del qué dirán la experiencia acumulada, que te hace dudar de las fidelidades y de los odios eternos, dándote la impresión de que ya has visto la película de la vida y todo te resulta familiarmente predecible. Ves el futuro con la suficiente perspectiva y claridad como para que no te preocupe en exceso el qué dirán.

    Saludos Maite.

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  7. Anónimo2:14

    Hola a todos.

    Concuerdo con que el que dirán es algo positivo, para adaptarse a la sociedad.

    A veces quieres que la gente te vea por lo que eres, por lo que piensas. Claro que te pueden ver así, pero hay que saber que el aspecto o el que dirán de ti, influye enormemente en la percepción de incluso de lo que piensas. Me refiero a que normalmente nosotros los humanos andamos por la vida juzgando a la gente por su forma de vestir o por su apariencia. Sin duda pensamos que una cantante de musica romántica, canta mejor si es mas bella, normalmente encontramos que las cantantes no atractivas cantan peor, pero eso no es cierto.

    Es una lastima que a veces tengamos que ser personas que no somos normalmente, aparentar ser mas interesante, aparentar ser mas serio o lo que sea. Pero es un defecto humano mas llevarse por las apariencias y no ver a la gente de forma clara. Por lo que tenemos que adaptarnos y tomar en cuenta esto, por que es beneficioso para el que dirán y te trae mas posibilidades.

    Pero de todas formas se puede seguir pensado como es uno antes de que esto no te importara, ya sea cuando vestías con ropa desordenada, con el pelo largo, con el pelo verde, etc. Pero hay que adaptarse a la sociedad ya que es nadar contra la corriente tratar de que la sociedad se de cuenta de lo que quieres expresar.

    Esto es tan así que en debates políticos la gente común piensa que los mejores candidatos son los que usan palabras mas emocionales o los que se expresan bien. Casi no notan lo que dicen y a veces dicen muchas palabras que no dicen nada, pero sin embargo son aplaudidas. Por que usan palabras emocionales como, 'nuestro país es un país de paz y de amor', 'somos el gobierno del futuro', etc. Aunque estas palabras no sean nada nuevo y no lleven a nada.

    Que estén bien.

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  8. Era yo el de arriba xD

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  9. Writkas, es natural que así sea porque la realidad social nos impone normas de obligado cumplimiento.

    No disponemos del tiempo necesario para explorar a fondo cómo son las personas con las que nos relacionamos. Necesitamos sacar una idea rápida de cómo son, a veces en segundos, porque en ello nos puede ir la vida.

    Por eso hemos desarrollado una extraordinaria habilidad para evaluar en pocos segundos y con escasa información cómo es la persona que tenemos enfrente(peligrosa, descuidada, digna de confianza, interesada, fiable, generosa, colaborativa, etc.)con sólo echarle un vistazo a su vestimenta, su postura y su expresión facial.

    También, y en respuesta a lo anterior, hemos desarrollado un fuerte sentido de la propia imagen (elegancia, look, buenas maneras, apostura, etc.), y hacemos una gran inversión en mostrar nuestras virtudes a través de todo aquello que se aprecia a primera vista (moda, vestimenta, peinados, tatuajes, acicalamiento, joyas, etc.).

    Si no tenemos una buena imagen, tal vez tampoco tengamos la oportunidad de que los demás lleguen a conocer y a valorar nuestras virtudes interiores.

    Así que, como recomendación general, dediquemos tiempo y esfuerzo a acicalarnos y a perfeccionar nuestra imagen corporal, que no es otra cosa que el envase donde viaja nuestro espíritu, nuestro yo más íntimo y valioso.

    Si el envase desmerece, nadie se detendrá a abrirlo y mucho menos a invertir en su contenido, porque se asume que está al mismo nivel que el envoltorio.

    Los comerciantes lo saben bien y por eso invierten tanto en los envases.

    Saludos cordiales.

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  10. Hola Yack.

    Es bueno saber eso, ya que mucha gente quiere que entiendan el por que son así. Pero la minoría son los que gastan energía en entender a los inentendidos.

    También existen las tribus urbanas o algo así como estilos determinados para adaptarse a un grupo de personas. Pero eso se da mas en la adolescencia.

    Saludos

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  11. Si Wirtkas, como dices, son muchos los que piensan que los demás deben invertir su tiempo en conocer y explorar sus entresijos "porque yo lo valgo", y se pasan la vida quejándose de ser unos incomprendidos y echándole la culpa a los demás de su fracaso social en lugar de invertir esfuerzo en mejorar su propia imagen.

    Además, el esfuerzo invertido en mejorar tu propia imagen, suele repercutir favorablemente en mejorar tu imagen interior, así que la inversión es doblemente rentable.

    Es una buena observación esa que haces sobre las tribus urbanas. En tales casos, el individuo intenta ser admitido en un círculo cerrado, con sus propias reglas y señas de identidad.

    Estas señas pueden oscilar entre un hiperacicalamiento, y un abandono calculado en la suciedad como les ocurrió a los hippies.

    Lo importante en este caso es demostrar que has renunciado a tu propia identidad en favor de la de ellos, y eso te abre las puertas de su fortaleza.

    Es una especie de tributo, un vasallaje para acceder al castillo encantado, que luego suele estar poblado de cucarachas y otros invertebrados desagradables.

    Esto se da mucho en los adolescentes que buscan desesperadamente sexo, aprobación e integración social.

    Cuando crecen y han de ganarse la vida en el mundo de los adultos, tienen que cambiar de look y de costumbres, si no quieren terminar en la indigencia y la marginalidad.

    Saludos cordiales.

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  12. Sólo añadir a todo lo dicho que "el que dirán" o "vergüenza torera" es un tipo de vergüenza debido al carácter gregario tan potente que tenemos los humanos. Constituye el primer fundamento de la moral y de la regulación social. El "ojo ajeno" nos hace como somos. Nos dice lo correcto e incorrecto del comportamiento social, produciendo una alteración de la autoestima personal, positiva cuando la mirada ajena nos es favorable, y negativa en caso contrario. Al fin y al cabo lo social es la sangre que corre por nuestras venas.

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  13. Fernando, creo que lo has expresado con claridad y profundidad. No es frecuente encontrar opiniones tan acertadas en un tema tan plagado de tópicos.

    Pienso que nuestra personalidad es en un 99.9% consecuencia de las reacciones y opiniones de los demás frente a nuestra conducta y sólo el 0.1% es de nuestra propia cosecha.

    La sensibilidad que tenemos al qué dirán es el acicate que nos hace socializarnos y convertirnos en miembros útiles del grupo al que pertenecemos.

    Cuando lo conseguimos, nos acercamos a eso que llaman felicidad, es decir, recibimos la recompensa de nuestra madre Naturaleza por ser buenos chicos.

    Lo que suele ocurrir es que la presión de los demás nos resulta incómoda, como cualquier tipo de educación, porque nos aparta del camino fácil y nos obliga a discurrir por el duro camino del éxito a largo plazo.

    Pero al madurar, deberíamos caer en la cuenta de que es algo necesario y útil para el buen funcionamiento de la sociedad, aunque a veces nos resulte incómodo y nos parezca injusto.

    Saludos cordiales.

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