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La soledad


Los seres humanos somos sociales por naturaleza y esto significa que debemos reunirnos en grupos para sobrevivir y, en general, para optimizar y rentabilizar nuestras capacidades innatas.

La soledad continuada, por tanto, es un estado antinatural en el ser humano que suele producir insatisfacción y sufrimiento si no ha sido elegida libremente o efectos positivos si es el resultado de una decisión consciente.


En esta tertulia trataremos de comprender la soledad y, desde esa comprensión aportar soluciones para evitar o reducir sus efectos adversos y potenciar los positivos.
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Yack:
La vieja y probada fórmula que la Naturaleza emplea para obligarnos a cumplir sus deseos, que es lo mismo que decir nuestras obligaciones como seres vivos, consiste en administrarnos placer o dolor en función de nuestra conducta.

En su momento, la Naturaleza decidió que la especie homo sapiens debería organizarse en grupos sociales cohesionados y colaborativos porque así tendría más oportunidades de sobrevivir y prosperar. Una vez tomada la decisión, implementó en nuestro genoma una serie de mecanismos y habilidades que nos permitieran interactuar y comunicarnos eficazmente y, por último, unas pautas para producirnos placer y dolor en función de nuestra conducta comunicativa y social.

El ser humano no necesita conocer conscientemente el mandato de la Naturaleza que le exige comunicarse e interactuar con sus semejantes, porque ese conocimiento está implícito en sus genes y en lo más profundo de su mente y de su cultura. El ser humano, como el resto de los seres vivos, sólo tiene que seguir el instinto que le lleva a buscar el placer y a evitar el dolor y todo lo demás vendrá por añadidura.

Contemplando la soledad desde la panorámica que nos proporciona este modelo explicativo, es fácil deducir y comprender por qué el ser humano se siente desgraciado cuando vive en soledad y también por qué soporta tantas incomodidades e invierte tanto esfuerzo en procurarse compañía. También explica el hecho de que muchas parejas sigan unidas a pesar de que se detestan y sus existencias transcurren en una perpetua batalla. El dato que falta para comprender esas situaciones, aparentemente absurdas, es el mandato de la Naturaleza implícito en nuestros genes que nos impulsa a buscar la compañía humana y muy especialmente la de una pareja sexual, aunque esa búsqueda no sea, en sí misma, positiva para nuestra felicidad personal, sino más bien todo lo contrario. Y puesto que la Naturaleza no está interesada en nuestra felicidad personal sino en nuestra eficacia en cuanto piezas de ese complejo mecanismo que es la especie, se limita a infringirnos dolor cuando nos separamos de nuestra pareja o cuando quebrantamos nuestras relaciones con nuestros semejantes.

La plena satisfacción del instinto social en el ser humano necesita contar con una pareja del sexo contrario, de la compañía de sus propios hijos, de la aceptación de sus compañeros de trabajo, de la amistad de sus amigos, de la buena vecindad con las personas que viven a su alrededor, etc.

Y de la misma forma que no quedamos satisfechos comiendo un solo tipo de alimento, porque necesitamos una amplia variedad de nutrientes, también necesitamos mantener una buena relación con los distintos grupos humanos relevantes para el buen funcionamiento de la especie. Así, por ejemplo, en cada fase de nuestra vida sentimos con diferente intensidad la necesidad de una relación específica: cuando envejecemos la compañía de los nietos, cuando somos adolescentes, la de una pareja sexualmente atractiva, cuando somos pequeños, la de los padres, cuando adultos, la de los hijos y así sucesivamente. Uno o más buenos amigos pueden ayudar a combatir la sensación de soledad, pero no pueden suplir por sí solos a todos los tipos de compañía que necesitamos para que la Naturaleza apruebe nuestra conducta social y nos premie con la placentera sensación de la plenitud, en lo que a la asignatura de la sociabilidad se refiere.

En resumen, el malestar y la tristeza que produce la soledad, no siempre responde a necesidades objetivas y a causas reconociblemente lógicas, sino que es, en buena parte, el eco del mandato biológico y genético de mantener todos los tipos de relaciones que la Naturaleza ha previsto para el buen funcionamiento de la especie humana. Aunque en la sociedad actual, ya no resulta estrictamente necesaria la sociabilidad para sobrevivir, como ocurria en épocas pasadas, el mandato biológico sigue ahí, intacto, ajeno a los cambios e imponiéndonos su dolorosa servidumbre.

Como contraejemplo esclarecedor de la polimórfica necesidad de relación que posee la especie humana, debido a sus peculiares características, consideremos el caso de las especies cuyos miembros viven habitualmente en soledad. Estos animales, cuando llegan a ser adultos emprenden una vida en solitario y sólo buscan la compañía de una pareja del sexo opuesto en las épocas de apareamiento. Aunque no podemos saberlo directamente, sería legítimo conjeturar que estas especies solitarias sólo experimentarán la sensación dolorosa de “soledad” cuando llega la época de apareamiento. Cuando consigan una pareja, serán felices a pesar del coste que le supondrá el largo y costoso proceso de crianza que les espera. Sin embargo, estos animales no buscan pareja porque les sea rentable, sino porque sus genes le infringen dolor en tanto no cumplan el mandato de la Naturaleza que sólo está interesada, obviamente, en perpetuar la especie y no en procurar felicidad a los individuos.

Entrando ahora en el terreno práctico, nos preguntaremos qué razón hay para que algunos seres humanos se sientan solos aún estando en compañía. La explicación de ello, reside en que la Naturaleza no está interesa únicamente en que nos agrupemos como se agrupa una manada de antiíopes para defenderse o para resistir el frio. Dado que poseemos un gran cerebro y un avanzado sistema de comunicación, la Naturaleza nos exige que la comunicación sea eficiente, es decir, que interactuemos eficazmente con nuestros semejantes. Y sólo cuando lo logramos dejamos de sentirnos solos.

Si consideramos que la sociedad es un gran cerebro cuyas neuronas somos nosotros, necesitamos comunicarnos con las neuronas más afines, es decir, con aquellas que están especializadas en el tipo de información que nosotros transmitimos. De la misma que las neuronas en el cerebro no establecen conexiones arbitarias, sino siguiendo patrones complejos de eficacia, nosotros sólo somos recompensados cuando conseguimos establecer relaciones optimizadas y eficientes con las personas adecuadas.

El padre cuyos hijos no le prestan atención, ni obedecen sus mandatos, se siente solo ante ellos. El joven que no se relaciona bien con su grupo de amigos, se siente solo entre ellos porque no es capaz de interactuar eficazmente con el grupo. El trabajador que no hace bien su trabajo y que es ignorado en el seno de su propio grupo de trabajo, se siente solo.

En general, nos sentimos solos cuando no alcanzamos un nivel razonable de interacción eficaz con las personas que tenemos a nuestro alrededor. Y esa sensación penosa de soledad, es el castigo que recibimos por no hacer bien nuestro trabajo en el seno de la sociedad y también el acicate para que nos esforcemos por hacerlo mejor. Por lo general, las personas que tienen reducida su capacidad de relación, suelen sentirse solas en todos los ámbitos de la vida, aunque puede haber excepciones si poseen algún talento natural que, aliado con la suerte, les proporcionen un compañero idóneo para explotar sus peculiaridades personales. Por ejemplo, un aficionado compulsivo al cine, podría encontrar una pareja perfecta en otra persona que compartiera su compulsión. Sin embargo, los talentos exóticos rara vez encuentran rentabilidad en los ámbitos multicompañeros, como la amistad, el trabajo, los hijos, etc. salvo que el interesado se introduzca en grupos especializados, como clubes, foros, tertulias, etc. relacionados con su talento éxotico.

Llegados a este punto, conviene aportar algunas sugerencias a manera de soluciones prácticas de cara el tema que nos ocupa y para ello trataremos de responder a esta cuestión: Si la lógica y el sentido común no nos proporcionan, por sí solos, respuestas fiables a la hora de tomar decisiones en relación con la soledad, ¿qué respuestas nos aporta el modelo explicativo que hemos propuesto?
Desde este modelo, consideramos útiles las siguientes recomendaciones:

- Procurar tener relaciones eficientes en todos los ámbitos que nos sean propios, y no limitarnos al tipo de relaciones que nos sean más gratas en un determinado momento. Por ejemplo, podemos sentirnos irresistiblemente atraídos por una pareja sexual y abandonar una buena relación con nuestra pareja estable. A medio y largo plazo, puede ocurrir que seamos abandonados por la pareja más atractiva o perder el interés inicial hacia ella por efecto del paso del tiempo y quedarnos sin los beneficios de una pareja que proporciona una gama más amplia y variada de satisfacciones a largo plazo (compañera, madre, amiga, socia, etc.).
Un caso similar sería el de abandonar la relación con los amigos por una pareja sexual absorbente y cuando las emociones exacerbadas volviesen a su cauce, podríamos sentirnos solos en el ámbito de las relaciones con nuestros amigos.

- Procuremos buscar nuestras relaciones en los círculos donde predominen las personas que comparten nuestras habilidades, aspiraciones o ideologías. Si, por ejemplo, se es aficionado a la fotografía, introducirse en un club o foro de fotografía nos permitirá una interacción más eficiente con los demás en la que el intercambio de información sea más fluido y la colaboración más eficaz. Si la interacción con los demás es positiva y constructiva, se habrá conseguido el objetivo de la sociabilidad (intercambiar información relavante) y seremos recompensados por ello. Por el contrario, si nos relacionamos con personas de otro estatus social, con otros trabajos y aficiones, la interacción positiva será mucho más difícil de lograr y solo lo conseguirán aquellas personas con una gran eficiencia comunicativa.

- Procurar que las personas que se relacionan con nosotros reciban auténticas satisfacciones cada vez que entran en contacto con nosotros, en especial aquellas que nos resulten más rentables en términos de satisfacción. Esto significa que hemos de recapacitar sobre lo que hacemos mal, sobre lo que la otras personas prefieren, y planificar nuestras citas para que resulten experiencias gratas a nuestros acompañantes, como un prestidigitador se prepara a conciencia antes de presentarse a su auditorio para hacerles pasar un buen rato.

En esta tarea nos ayudará mucho grabar nuestros encuentros, nuestras conversaciones, nuestras interacciones con los distintos grupos con los que nos relacionamos y a partir de ese material, identificar qué es lo que hacemos mal y cómo podríamos mejorarlo.

El tiempo y esfuerzo que inirtamos en este trabajo de automejora, no será baldío sino la mejor inversión para el futuro. De la misma forma que un prestidigitador dedica buena parte de su vida a prepararse para sorprender y divertir a los demás, el esfuerzo de preparación de la relación nos ayudará a ser mejores prestidigitadores de la relación y los beneficios colmarán con creces todas nuestras expectativas y recompensarán ampliamente nuestra inversión en esfuerzo de estudio y preparación.

Tengamos en cuenta, que pese a lo sencilla que pueda parecer, la relación humana es la actividad más compleja y dificil que realizamos y de su eficacia depende directamente nuestra felicidad y plenitud mental.

- Evitar agotar a las personas con las que nos relacionamos exigiéndoles demasiado sacrificio por el largo tiempo que pasamos con ellas. Por ejemplo, si sólo tenemos un amigo, debemos ajustar el tiemplo que pasamos con él en función de sus necesidades y no de las nuestras, si no queremos perderlo. Tratemos de actuar de la forma que más placer proporcionamos a los demás y la Naturaleza se encargará de recompensarnos a nosotros.

- No exigir a nadie la propia compañía. En su lugar, hacer lo necesario para atraer a los demás hacia nosotros volviendo nuestra conducta y personalidad más atractivas. Además este esfuerzo nos servirá para desarrollar nuestras habilidades sociales.

- Recurrir a sistemas alternativos para cubrir los déficits de amistad sin atosigar a nuestras amistades, familiares y demás personas con las que nos relacionamos. Internet, la radio, los libros, salir a la calle y pasear, etc. son actividades sanas que pueden colmar en buena parte nuestras necesidades de compañía en un mundo muy diferente al que dió lugar a nuestras pautas sociales. No sobrecarguemos a las escasas amistades que tenemos con nuestra insatisfecha necesidad de relación. Esta conducta podría llevarnos a agravar el problema ahuyentando a las pocas personas que aceptan nuestra compañía de buen grado.

-Todos los placeres humanos tienen un periodo de duración óptimo, sobrepasado el cual, se reducen y cambian de signo. De la misma forma que comer puede convertirse en un sufrimiento si se excede la dosis adecuada, el exceso de relación puede volverla desagradable y hacerla repudiable. Procuremos estar atentos a los signos de cansancio de nuestros compañeros y retirémonos a la primera señal o antes incluso de que esta se produzca. En pocas palabras: no seamos pesados y aprendamos a dosificar la relación con los demás. Un problema que suelen presentar las personas que se relacionan mal es que sobrecargan a las pocas personas que tienen a su alcance y las agotan, alejándolas de sí y agudizando su problema de relación.

4 comentarios:

  1. SImón1:54

    Cuando la filosofía (o por lo menos esa es la intención que pretende aoprtar el autor/a de este pseudo-ensayo) se convierte en un superficial libreto de autoayuda. Cuando las relaciones personales se llevan al plano materialista. Cuando en nombre de la filosofía se analizan los traumas de pareja. Este es el peligro de aquellos que en nombre de la filosofía prentenden hacer autoterapía de sus propios traumas. Si bien es cierto que mi comentario no tiene relación directa con la soledad, sino más bien con la indignación que me ha supuesto leer el texto al que contseto y hago referencia, si que puedo añadir, y no en nombre de la filosofía, cuyo disciplina respeto hasta tal punto que no la uso para crear señales de humo vacias y bufidos traumados (ay, me ha dejado mi novio/a y me siento solo), que antes de pronunciarse en un espacio plúblico como la red y en un foro/tertulia sobre filosofia mido mis palabras y ansias de búsqueda de un hueco en el mundo. La soledad no es una ley natural ni una relación material. La soledad es un estado que busca el ser humano y que tiene micho más que ver con un plano psicológico y meramente circustancial.

    Señor o señora redactora de dicho artículo, le recomiendo que se deje de tanto palabrerío en nombre de la filosofía y haga un esfuerzo por salir a la calle y charlar con la gente: sin intereses materiales ni pajas personales. Una buena terapia también viene bien para aclarar este enfoque que no va más allá del plano trauma-bufido. Más poesía y menos tontería.

    Disculpe mi indignación pero puedo leer cosas así si que me sangren los ojos y más después de pasar años leyedo a Hegel y Arendt.

    Una pregunta, es usted un/una joven estudiante de filosofía de la complutense? Tiene toda la pinta. ese dogma...

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  2. Estimado amigo, lamento oír que ha pasado años leyendo a Hegel y Arendt, pero convendrá conmigo en que yo no he tenido ninguna responsabilidad en ello.

    Siento no poder ayudarle en ese punto, pero en compensación le sacaré de la duda que formula, en forma de conjetura, al final de su post.
    Ni soy joven, ni he pisado nunca la Complutense, y ni siquiera soy filósofo o aspirante a serlo.

    Saludos cordiales.

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  3. Me imagino que simón tiene muchos amigos por los simpático que es. Concuerdo con casi nada de lo que dice y me aborrece contradecirlo.
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    Añado al tema

    * Evitar la soledad
    La soledad no es buena, para la salud mental e incluso física. Sería bueno tener un horario para distraerse con amigos, etc.

    * -No siempre- la gente que esta a nuestro alrededor comparte las mismas opiniones y les interesa lo que a uno le interesa. Y hay que aprender a respetar eso. La gente se hostiga si les hablas mucho de un tema de el cual no parece muy interesado.

    * Pero, la gente puede cambiar. Si te interesa cambiarlas para encontrar algunos temas en común. Esto se puede hacer de forma disimulada, soltando frases certeras de interés, por ejemplo: "Prefiero los documentales que las películas, por que que de los documentales se aprende mucho mas" o "Es interesante saber un poco sobre como funciona el cerebro, por que se hace mas fácil entender a las personas" (es bueno sugerir la recompensa de algún interés dentro de tu frase clave).
    Pero esto es de ves en cuando no hay que excederse.


    En el ámbito de las parejas.

    * Es bueno saber que las mujeres y los hombres son diferentes, piensan diferente.
    Algo que no se tiene mucho en cuenta es que la mujer es más sentimental y el hombre es mas analítico, no significa para nada que el hombre no pueda ser sentimental ni la mujer no pueda ser analítica. Pero en el caso de los hombres, antes de que el cerebro del hombre sienta la emoción que produce un estimulo, el cerebro trata de resolver el problema para modificar la emoción.
    Y la mujer es lo contrario (mayormente), siente las emociones y luego resuelve el problema, luego vuelve a sentir la emoción modificada. Esto es cierto pero existen excepciones, dependiendo la situación.

    Un ejemplo: Un hombre a un amigo le dice, "Eres un maldito traidor!!" el amigo pensara ¿lo traicione?, ¿es una broma?, ¿etc?. Luego si el amigo lo traiciono en algo, se sentirá muy mal. Pero en cambio si no hizo nada, va a esperar que la otra persona de mas detalles de lo que dice. Pero también es probable que se sienta mal. En el caso de que le digas a una mujer "Eres una maldita traidora!!", la mujer se va a sentir muy mal y luego va a preguntar ¿si lo traicione?, ¿o es una broma?, etc. Pero en otros caso que los amigos se insulten comúnmente Hombres o Mujeres, o Hombres y Mujeres, estos tienden a no cuestionarse tanto y casi no siente una emoción negativa.

    Saludos

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  4. Si, es muy complicada la relación humana. Quizás es lo más complicado que hacemos y buena parte de nuestra mente y de nuestro desarrollo cerebral está al servicio de ese objetivo.

    Cualquier fallo o disminución de la eficacia de esta función se traduce en soledad y sufrimiento, que es la forma en que la Naturaleza nos obliga a trabajar en mejorar nuestro rendimiento.

    Una buena táctica es averiguar que es lo que le gusta a los demás, y tratar de dárselo para que busquen nuestra compañia. Lamentablemente, no es nada fácil conseguir este objetivo.

    Saludos.

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