Si te interesa reflexionar sobre ciertos temas, dar tu propia opinión, conocer la de otros y debatirlas constructivamente, te invitamos a participar en este blog.
Elige el tema que te interese en la columna derecha, sección Temas tratados y escribe tu propia opinión.

~ Todos los temas están activos ~

¿Es recomendable tener un plan de vida?

Tener un plan vital significa haberse trazado por anticipado unos objetivos concretos a largo plazo y tomar las decisiones del día a día teniendo en cuenta ese plan maestro como línea directriz.
En esta tertulia hablaremos de las ventajas e inconvenientes de fijar un plan vital que dé sentido a nuestra existencia o, alternativamente, fijar metas coyunturales a corto plazo en función de las circunstancias que se den en cada momento.


______________
Para comentar este tema, vaya al final del artículo y pulse en comentarios. Si no sabe cómo añadir comentarios, pulse aquí.


Yack:
Una de las características que diferencian al hombre del resto de los animales y una de las claves de su éxito, es su capacidad para hacer planes a largo plazo. 

Pero, ¿por qué es bueno hacer planes a largo plazo? La respuesta es obvia y queda ilustrada con claridad en la fábula de la cigarra y la hormiga. Si invertimos la energía sobrante en prepararnos para el futuro, cuando éste llegue estaremos en mejores condiciones para afrontarlo. Por ejemplo, podemos prever la llegada del invierno y la consiguiente escasez de alimentos o la llegada del verano y la subsiguiente escasez de agua y, en base a estos cálculos especulativos, prepararnos para afrontar el futuro haciendo acopio de aquello que suponemos que va a escasear. 

Según esto, planificar el futuro es positivo porque contribuye a nuestra supervivencia y bienestar y cuanto a más largo plazo lo hagamos, mayor debería ser el beneficio obtenido. Así, mientras que en los pueblos más primitivos los planes a largo plazo no suelen sobrepasar el ciclo anual, en el otro extremo, los ciudadanos de los países más desarrollados suelen dedicar 25 años de su vida a recopilar conocimientos teóricos cuya única utilidad es la de proporcionarles una acreditación universitaria que le abra las puertas de un mercado laboral sumamente especializado. 

En el ámbito humano se ha comprobado que cuanto más pequeño e inmaduro es un niño, más difícil le resulta renunciar a pequeñas recompensas inmediatas a cambio de otras mayores aunque diferidas. Sin embargo, no siempre las metas a largo plazo se convierten en inversiones rentables para el individuo. En el caso de que, por una u otra razón, no se alcance el objetivo marcado, el esfuerzo y, sobre todo, el tiempo invertido se habrá perdido y, tal vez, con él, la última oportunidad. 

Si, por ejemplo, un individuo decide hacerse actor y para conseguirlo abandona los estudios y cualquier otra preparación alternativa, habrá perdido la oportunidad de su vida si finalmente no llega a triunfar como actor de éxito. Entonces, nos preguntamos: ¿es recomendable trazarse objetivos a largo plazo? ¿Es bueno marcarse un objetivo vital e invertir nuestro mayor esfuerzo en alcanzar ese objetivo? Esta es una pregunta imposible de responder categóricamente porque todo va a depender de la suerte y del buen criterio que se tenga, tanto al elegir la meta como al trazar el camino a seguir para alcanzarla. 

Hay personas que se fijan metas muy improbables como la de ser campeón del mundo de fórmula 1 y lo consiguen mientras que otros, en cambio, fracasan en metas relativamente sencillas como el de aprobar unas oposiciones al ministerio o sacar una diplomatura media. Pero no debe desanimarnos la incertidumbre consustancial a todo proyecto humano. Nos bastará con saber que, estadísticamente, hacer proyectos a largo plazo es positivo, siempre que se hagan con buen sentido.

Partamos del hecho autoevidente de que todos los seres humanos tenemos un proyecto común y universal: ser felices. Añadamos una afirmación menos evidente aunque no menos cierta: “La Naturaleza nos proporciona felicidad cuando hacemos aquello que beneficia a la especie a la que pertenecemos y a nosotros mismos, en cuanto miembros de esa especie”. 


Si, como hemos visto, la planificación a largo plazo es, en general, una estrategia exitosa para la supervivencia, cuando actuemos bajo este modelo, cabría esperar que la Naturaleza nos recompensara proporcionándonos felicidad. Pero, ¿es así? 

Antes de contestar a esta cuestión convendremos en que existen dos clases de satisfacciones: -El placer inmediato que se produce al satisfacer una necesidad “natural” como comer, descansar o practicar el sexo y que desaparece súbitamente una vez alcanzado el objetivo que se pretendía. - El placer diferido o felicidad originado en la rememoración consciente de un placer que tendrá lugar en el futuro. 

Por ejemplo, se experimenta este tipo de satisfacción cuando, teniendo un fuerte apetitito, aparece a la vista el restaurante donde pensamos saciar el apetito o bien cuando nos dirigimos a un encuentro amoroso previamente acordado. 

Centrándonos en el placer diferido, originado por un acontecimiento que aún no ha tenido lugar, es importante señalar que aunque suele ser de baja intensidad, tiene la virtud de mantener su efecto placentero durante largos periodos de tiempo y, además, puede activarse con sólo evocar su realización futura a través de la imaginación. Por ejemplo, un estudiante experimentará una agradable sensación placentera imaginando el día en que termine la carrera y consiga su primer trabajo. 

El mecanismo del placer basado en la planificación a largo plazo y en la evocación imaginativa de su consecución futura, es propio y singular de la especie humana, porque sólo nuestra especie puede sacar provecho de él gracias a poseer una mente excepcionalmente desarrollada, capaz de idear y ejecutar planes a largo plazo. Gracias a este sofisticado mecanismo, podemos realizar acciones intrínsecamente desagradables y prolongadas en el tiempo (trabajar en la construcción de una vivienda) neutralizando el sufrimiento con el placer que nos proporciona la evocación del futuro refugio ya terminado y las grandes ventajas que nos proporcionará frente a la alternativa de vivir a la intemperie. Los niños y los animales son incapaces de perseverar en trabajos penosos porque carecen de la capacidad de neutralizar el sufrimiento con el placer que se obtiene de la evocación de la feliz terminación del proyecto en el que están comprometidos. 

Así pues, y en base al objetivo general de ser felices, las metas a largo plazo cumplen la función de proporcionarnos una suave lluvia de placer que mantiene nuestra mente convenientemente irrigada de endorfinas, sin perjuicio de recibir, de vez en cuando, satisfacciones intensas generadas por actos placenteros de corta duración. Evidentemente nuestro cerebro está configurado para que experimente placer de intensidad proporcional a la trascendencia y dificultad de la meta fijada, de la cercanía de su consecución y sobre todo, de la viabilidad y de la probabilidad de alcanzarlo. Esta configuración obedece al principio general que sigue la Naturaleza de hacernos trabajar con eficacia y perseverancia en nuestra mejora personal y, sobre todo, en el avance colectivo del grupo social al que pertenecemos. Así que si queremos ser felices, tendremos que trabajar bastante en beneficio de la especie, ya sea comprometiéndonos en proyectos de interés social, ya sea ocupando un puesto de responsabilidad en nuestro trabajo o, como mínimo, poniendo empeño en realizar nuestro trabajo con la mayor eficacia de que seamos capaces.

 Por supuesto, si la actividad que desempeñamos es vocacional, eso indicará que tenemos actitud para su desempeño y eso significa más placer para nosotros y más eficiencia para la sociedad en la que desempeñamos esa actividad vocacional. La Naturaleza nos premia con la satisfacción y la felicidad cuando conseguimos un alto rendimiento personal, es decir, cuando ayudamos a nuestra especie a prosperar. Y la señal de que hemos alcanzado ese objetivo suele ser un sueldo elevado, un puesto jerárquico por encima de la media y el consiguiente reconocimiento, admiración y envidia de nuestros semejantes. 

El hecho de que el reconocimiento y la envidia de nuestros semejantes nos proporcionen tanto placer se debe a que la Naturaleza nos premia con un aporte de endorfinas para mostrarnos que ese es el camino correcto y que debemos seguir avanzando en la misma dirección si queremos conseguir nuevas dosis de placer o felicidad. En resumen, podríamos afirmar que la búsqueda del placer pasa por ser socialmente eficiente y que la planificación a largo plazo (tener objetivos y metas) es uno de los mecanismos que más coadyuvan a elevar esa eficiencia. Al planificar nuestra existencia estamos trabajando por la especie, aun sin saberlo y, aunque no conozcamos la razón, seremos recompensados con la satisfacción y la felicidad para que adquiramos un conocimiento empírico sobre esa correlación esencial. Pero no nos engañemos. No basta con planificar el futuro para ser felices, no basta con intentar tener éxito en nuestros proyectos. 

El mandato de la madre Naturaleza no se queda en el intento bienintencionado de conseguir el éxito, sino que nos exige el éxito y por eso, si fracasamos, recibiremos un severo castigo por no haber cumplido con las expectativas que había puesto en nosotros. Téngase en cuenta que la Naturaleza tiene a su cargo la responsabilidad de la supervivencia de millones de especies que compiten por los escasos recursos del planeta y cualquier debilidad o error de cálculo puede pagarse con la muerte o la extinción. Es decir, en un mundo con recursos limitados no tiene cabida la generosidad ni la comprensión. 

Estos dos conceptos sólo pueden existir en el entorno de la sociedad humana, el único dentro del planeta que disfruta de la abundancia permanente y en el que, por tanto, es permitido el error y el fracaso sistemático. Y entrando ya en el terreno puramente práctico, y en base a todas las consideraciones anteriores, podríamos recomendar la estrategia general de sembrar nuestro futuro de pequeños, medios y grandes objetivos realizables a corto, medio y largo plazo. Estos objetivos darán sentido a nuestra existencia y nos proporcionarán una suave lluvia de felicidad (endorfinas en sangre) que nos dará mayor seguridad y consistencia frente a los fracasos ocasionales, al no depender de un único gran proyecto que, en el caso de fracasar, nos privaría de la única fuente de felicidad estable y duradera. Otra recomendación a tener en cuenta sería la de no trazarse grandes objetivos del tipo que sólo admiten fracaso o éxito total. En los objetivos de gran envergadura, que requieren una gran inversión de esfuerzo y tiempo, deberíamos procurar elegir aquellos que están jalonados de etapas intermedias, valiosas en si mismas, para evitar el riesgo que supone poner toda la carne en el asador. 

Por ejemplo, el objetivo de ser ministro tiene muchas etapas intermedias, empezando por la de ser auxiliar administrativo y siguiendo por sucesivos peldaños intermedios (jefe de departamento, subsecretario, subdirector director general, etc.) en los que podríamos detenernos sin grave daño y sin comprometer el esfuerzo realizado ni nuestro futuro. En cambio, la meta de llegar a ser un cantante de éxito o un poeta, tiene pocas o ninguna etapa intermedia y si, finalmente no lo conseguimos, sufriremos una gran decepción y nos encontraremos en una situación muy incómoda como consecuencia de haber invertido demasiado tiempo y esfuerzo en un proyecto que ha fracasado. En los casos en que hayamos elegido uno de estos objetivos sin etapas intermedias de seguridad, sería recomendable seguir al mismo tiempo un camino alternativo (estudiar una carrera o aprender un oficio, por ejemplo) para cubrirnos ante el elevado riesgo de fracasar, aunque esta solución tendría el inconveniente de restar tiempo y esfuerzo al proyecto principal. En resumen, es recomendable fijarse metas y proyectos futuros no sólo como una estrategia eficaz para prosperar, sino como un método para ser más felices explotando el particular mecanismo productor de placer que posee la especie humana y que funciona al imaginar éxitos futuros. 

La felicidad no es otra cosa que el placer de baja intensidad y larga duración que se produce como consecuencia de tener expectativas en placeres futuros que a su vez deben fundamentarse en planes sólidos, con altas posibilidades de éxito y en los que invertimos continuos esfuerzos. 

Sólo obedeciendo los designios de la Naturaleza, podremos activar los mecanismos que ella nos ha colocado en el cerebro para estimularnos a llevarlos a buen término.

4 comentarios:

  1. Anónimo10:47

    No creeis que tener proyectos produce más estress que no tenerlos. Cuando me levanto y tengo muchas cosas que hacer me preocupo mas que cuando no. No veo en el tema ninguna opinion sobre eso.
    Gracias por vuestro trabajo. Os sigo siempre que puedo.Saludos

    ResponderEliminar
  2. Llevas razón en lo que dices. Si se tienen demasiados proyectos, se eleva el nivel de estrés, pero si se tienes demasiado pocos, puede aparecer el aburrimiento y la insatisfacción.
    Ocurre igual que con el ejercicio: Si no haces ejercicio puedes sentirte débil y deprimido, pero si practicas demasiado ejercicio puedes caer en una neurosis obsesiva.
    La solución ideal es mantener el número de proyectos adecuados a nuestras necesidades y capacidades en cada momento e ir reajustándolos en función de las circunstancias. Si te sientes agobiado, reduce el número de proyectos, si te sientes aburrido, busca nuevos proyectos o amplia los que ya tienes. Naturalmente, debes elegir los nuevos proyectos con cuidado para no verte defraudado. Un buen proyecto debería tener entre otras las siguientes características: Responder a tus gustos y expectativas personales, tener un nivel de dificultad por debajo de tus capacidades y ser compatible en horario y presupuesto con tu plan de vida.
    En este mundo no hay fórmulas mágicas, pero si hay fórmulas que nos ayuden a ser más felices a condición de que las apliquemos con flexibilidad y buen criterio.
    Saludos y gracias por tu apoyo.

    ResponderEliminar
  3. Hola!
    Pienso que es importante llevar un plan de vida. No concuerdo de que no hay que ternlos como dice Anonimo, ya que al contrario... si tienes un plan de vida, significa que llevas un ORDEN en tu vida, el cual significa que sabes lo que "va a pasar".. claro!!... depende mucho de las sircunstancias pero depende muchisimo mas de uno mismo!
    Un plan de vida es ORDEN, ARMONIA Y UN INTENTO DE SER PERFECTO!

    Saludos!

    ResponderEliminar
  4. Buen punto de vista, Jesús. La vida es un tanto caótica y nunca puedes saber con certeza lo que va a ocurrir, pero tener un rumbo y una brújula ayuda mucho.

    Un plan de vida es precisamente eso: una ruta de navegación, un destino y una brújula. Llegues o no al destino, la travesia será más productiva y segura.

    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar

¡Nos gustaría conocer tu opinión sobre el tema!
______________________________________________________
Si te interesa este tema y quieres recibir por correo los nuevos
comentarios pulsa sobre la opción AVISARME.
______________________________________________________