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Cómo obtener información fiable

Lo único que nos diferencia de nuestros antepasados cavernícolas de Atapuerca es la calidad de la información que fluye por nuestro cerebro. Y esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Qué se entiende por “calidad de la información”?


Existen muchos criterios diferentes para responder a esta pregunta, en función de la cultura a la que se pertenezca, la formación recibida y la experiencia vital. Pero para soslayar este inconveniente, definiremos la calidad como aquella propiedad de la información que nos ha permitido transitar desde el estilo de vida que se llevaba en Atapuerca al que se practica actualmente en un país avanzado.

La calidad de la información es tanto mayor cuanto mejor cumpla con cada uno de estos tres requisitos, íntimamente relacionados entre sí:  útil, profunda, y predictiva.

  • Útil, en cuanto permite modificar la realidad en la dirección que se desea. Saber cómo se obtiene el acero, es útil porque permite fabricar herramientas, edificios, máquinas más eficientes.

  • Profunda, para mostrarnos propiedades y leyes de la realidad que no son evidentes. La física cuántica ha revolucionado la tecnología permitiendo idear, por ejemplo, los transistores y con ellos hacer posible la diversidad de artefactos electrónicos que han cambiado nuestra vida (televisión, ordenadores, teléfonos móviles, etc.)

  • Predictiva, porque son capaces de predecir lo que ocurrirá en el futuro con mayor exactitud que cualquier otro modelo alternativo. La capacidad predictiva de una teoría es la que nos permite validarla como correcta y poderla utilizar sin riesgo. La creencia o teoría de que la insulina es un remedio para la diabetes predice que mantendrá la vida de un paciente y esa predicción se cumple. La teoría de que un remedio homeopático salvará la vida de un diabético no es predictiva porque no es capaz de predecir correctamente lo que ocurrirá cuando se administre a un diabético y por eso es peligrosa.


El problema reside en que la mayoría de los ciudadanos de los países avanzados manejan información de baja calidad. La buena noticia es que no es necesario comprender cómo funciona la insulina para beneficiarse de ella. Se puede creer en las falsas promesas de la religión y al mismo tiempo usar teléfonos móviles.

Nuestra sociedad está compuesta por dos tipos de individuos: Los individuos A son los que manejan y elaboran información de calidad (los científicos y los técnicos) y otros (B) que manejan información de baja calidad, pero que utilizan cajas negras (un móvil, una aspirina, un automóvil, etc.) ideadas y fabricadas por los individuos del tipo A.

Sin embargo, y en la medida que esa masa de ciudadanos B toman decisiones políticas, culturales y sociales (a eso se le llama democracia), constituyen un serio peligro para el conjunto de la sociedad (A+B). Sería deseable invertir recursos en rescatar de la barbarie intelectual a los ciudadanos B, aunque antes habría que superar una seria dificultad: que los políticos, que son los únicos que cuentan con el poder para hacerlo, son también del tipo B y no ven la necesidad ni la conveniencia de tan onerosa tarea.

En esta tertulia se verán algunas pautas útiles para que el ciudadano B aprenda a reconocer la información de calidad de la que no lo es y pueda acercarse a la categoría A desde la que podrá manejar su vida con mayor seguridad y contribuir a configurar una sociedad más próspera y confortable.

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