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Por qué somos ingratos

La ingratitud es la conducta que nos lleva a desembarazarnos del limón cuando le hemos sacado todo el zumo y no esperamos poderle extraer ni una gota más.

Y, visto así, resulta una conducta tan natural como eficiente y, ya sabemos, que nuestra conducta está orientada hacia la eficiencia, porque, ¿hacia qué otra cosa podría estar orientada?

Sin embargo, los seres humanos no somos limones, y siempre podemos suministrar unas gotitas más de zumo si se nos exprime con habilidad, de ahí que no siempre sea una buena idea la de ser ingratos.

Así que, por un lado, entendemos que resulta práctico abandonar un recurso totalmente agotado, pero también es cierto que casi nunca podemos estar seguros de no necesitar la ayuda de un semejante.

Entre estos dos polos de nuestra conducta, entre esas dos estrategias morales, nos movemos los seres humanos, haciendo constantes cálculos y conjeturas sobre los costes y beneficios que la lealtad, la gratitud o la ingratitud nos aportarán.

En esta tertulia trataremos de profundizar en los mecanismos inconscientes que rigen los cálculos que todos hacemos a la hora de decidir nuestro grado de gratitud o ingratitud frente a cada una de las personas con la que nos relacionamos. También trataremos de extraer conclusiones útiles para aplicarlas en nuestras vidas.

2 comentarios:

  1. Yunni7:57

    ¡Excelente articulo señor Yack! Creo que es eficiente ser agradecidos, principalmente porque uno se siente bien al serlo.

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  2. De acuerdo en eso. Y nos sentimos bien al serlo porque es una conducta adaptativa en la especie humana, y siempre que complacemos a la Naturaleza, ésta nos recompensa con placer.

    No obstante, no siempre es divertido ser agradecidos. A veces el costo del agradecimiento es demasiado alto y optamos por lo contrario.

    Por ejemplo, si un buen amigo nos confía que ha cometido un grave delito y nos pide que lo encubramos. Ser agradecido también tiene un costo y por eso a veces somos ingratos.

    Por lo general somos tanto más agradecidos cuanto mayor es el beneficio que esperamos conseguir, si nos portamos bien con nuestro benefactor. No obstante, el comportamiento óptimo está en algún punto entre el agradecimiento incondicional y la ingratitud extrema. Cada uno ha de buscar, en cada caso, su punto óptimo para cada situación.

    Los hijos, por ejemplo, son cada vez menos agradecidos porque están seguros de que los padres les van a ayudar tanto o más si se portan mal con ellos.

    Normalmente el agradecimiento va del inferior al superior jerárquico y hoy día los hijos se han puesto al nivel de los padres, porque la sociedad se ha convertido en un aliado poderoso de los hijos y ha abandonado a los padres a su suerte.

    Saludos.

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