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Drogas y adicciones

Las sociedades avanzadas se han visto azotadas en las últimas décadas por una creciente oleada de adicciones que día a día se ven incrementadas en extensión y variedad.

Con la generalización del consumo habitual de drogas, ha hecho aparición un fenómeno hasta entonces desconocido: las drogadicciones asociadas al delito, a la enfermedad y a la destrucción del individuo y de su entorno familiar. En esta tertulia se tratará de dilucidar los mecanismos psicológicos subyacentes a las adicciones y, desde ahí, se abordarán las posibles causas y soluciones de este fenómeno.


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Yack:

El ser humano, como el resto de los animales, se rige en su conducta por la búsqueda del placer y la evitación del dolor porque la Naturaleza así lo ha decidido. Sin embargo, la Naturaleza no está interesada en hacernos sufrir o disfrutar, sino que utiliza el premio (placer) o el castigo (dolor) como una técnica para obligarnos a ejecutar sus designios (sexo, alimentación, descanso, jerarquía, acopio, seguridad, etc.) que son aquellos que nos mantendrán vivos y nos harán prosperar como especie.

Así que el hombre será feliz en la medida que cumpla con su misión de proteger y proyectar a la siguiente generación el valioso ADN que lleva en su interior, que no es otra cosa que la experiencia acumulada durante millones de años en la cruel batalla de billones de criaturas por sobrevivir en un mundo escaso en recursos.

Pero el hombre, gracias a su inteligencia, ha sido capaz de encontrar formas de obtener placer sin necesidad de cumplir los designios de la Naturaleza ni tener que pagar un precio por ello. El procedimiento más eficaz para conseguirlo es la ingesta o inoculación de endorfinas artificiales, de efecto equivalente a las que su propio cerebro libera en respuesta a un logro o consecución vital (comer, ascender en la escala social, tener sexo, etc.) .

Y aquí tenemos el problema. Si se pueden conseguir elevadas dosis de endorfinas con sólo ingerir, esnifar o inocularse una sustancia, ¿para qué invertir tiempo y esfuerzo en conseguir, en el mejor de los casos, una pequeña dosis de endorfinas endógenas, sometidas siempre al riesgo de una dolorosa decepción si no coronamos con éxito el costoso intento?

Por esta razón, el que prueba la droga, queda atrapado en un mecanismo dispensador de placer de bajo costo, el santo grial de una criatura programada para buscar placer.

Sin embargo, el sistema neuronal humano está diseñado para que se vuelva insensible a fuertes y prolongadas dosis de endorfinas. La razón de ello es que nuestro cerebro está calculado para que nunca quedemos permanentemente satisfechos con lo que tenemos, por muy bueno que esto sea. Y si un individuo consigue alcanzar el éxito alcanzando, por ejemplo, la jefatura fe de su negociado, pronto se disipa su satisfacción y vuelve a sentir la necesidad de ser el jefe del departamento, de la oficina o de la empresa.

Con la droga ocurre otro tanto. Cada vez se necesitan dosis mayores para conseguir el mismo efecto y los periodos intermedios de baja concentración en sangre, son vividos como situaciones de intenso sufrimiento y angustia.

En definitiva el drogadicto va encerrándose en un sistema de recompensa cada vez más exigente que lo aísla de la realidad y lo convierte en un esclavo de su propio mecanismo de placer saturado. Está tan habituado a disponer de dosis altísimas de endorfinas químicas, que no existe en el mundo real una situación, acontecimiento o expectativa que pueda competir con la droga ni sobrepasar el umbral de satisfacción que el consumo habitual de drogas ha colocado a una cota inalcanzable.

Por si esto fuese poco, al ser la droga un producto prohibido, su precio es prohibitivamente alto y el drogadicto pronto pierde la capacidad para abastecerse de droga sin recurrir a la delincuencia. Este efecto colateral crea un problema social grave, que afecta también a ciudadanos honrados, ya sea como víctimas de asaltos o como familiares de los drogadictos.

El sistema legal, como siempre, intenta comprender el problema poniéndose en la piel de los drogadictos y, como resultado inevitable, se vuelve permisivo y compasivo con sus conductas antisociales y peligrosas, asignándoles el estatus de enfermos y desposeyendo a sus actos buena parte de la responsabilidad que conllevan.

El resultado de esta actitud de "comprensión" rusoniana es que se despenaliza el consumo y se considera un atenuante la drogadicción a la hora de juzgar los graves delitos contra la propiedad y la vida perpetrados por los drogadictos, lo que les crea una sensación de impunidad moral y social que les confirma y reafirma en su elección por la drogadicción.

Esta situación se convierte en un mecanismo que se autoalimenta y que al expandirse engloba cada vez a más gente interesada en su proliferación: drogadictos, camellos, grandes distribuidores, capos, políticos, clínicas e rehabilitación, psicólogos, médicos, hospitales, funerarias, etc.

Como siempre, la solución no pasa por "comprender" al agente que está en el origen del mal, es decir, al consumidor que ha decidido libremente emplear las drogas para obtener placer fácil sin pagar por ello como los demás. Para acabar con el problema es necesario entender que el mayor responsable de todo este proceso es el consumidor, que es quien pone en marcha el mecanismo y lo sostiene pagando por la droga cualquier precio y recurriendo a cualquier medio para conseguir ese dinero.

Y dicho esto, ¿Cómo podríamos detener esta máquina que crece y absorbe y tritura todo lo que encuentra a su paso?

La solución es fácil y se reduce a tres puntos:

1 Proporcionar un carnet de drogodependiente a todo aquel que pueda demostrar que padece de drogadicción. Con este carnet podrá recibir gratuitamente todas las dosis de droga que necesite en establecimientos sanitarios habilitados al efecto. Adicionalmente, se proporcionará al drogadicto que lo solicite, ayuda y apoyo psicológico y farmacológico para abandonar su adicción.

Si pese a disponer de carnet de drogadicto, el sujeto sigue recurriendo a fuentes de droga ilegales, o practicando la venta, será condenado a penas de prisión no menores de cinco años.

Con esta norma se evita el problema de la reincidencia delictiva de los drogodependientes, el problema sanitario del uso de jeringuillas y droga adulterada y se reduce sustancialmente la demanda inelástica de la droga por parte de los drogadictos, puesto que el precio de compra para ellos se ha reducido a cero.


2 Para los consumidores que no estén homologados como drogadictos, se establecerán penas iníciales de un mes de prisión en cárceles especiales, en las que se procederá a su desintoxicación y rehabilitación sicológica. Por cada reincidencia en el consumo de estos drogadictos "amateur" se duplicará el tiempo de prisión precedente (2, 4, 8, 16, etc.) y cuando por razón de su conducta reincidente hayan pasado tres años en prisión, se le concederá el estatus de drogadicto oficial y pasará al punto 1.


3 La venta de droga, en cualquier cantidad será castigada como mínimo con 1 año de prisión siendo la duración proporcional a la cantidad incautada, pudiendo llegar a 30 años en cantidades superiores a un kilogramo. Cada reincidencia en la venta, se castigará con un coficiente (2, 4, 8, 16, etc.) que se aplicará a la pena correspondiente según la cantidad de droga confiscada.

En resumen, la solución viene a ser la misma que la aplicada para la reducción de la delincuencia: Crear las condiciones necesarias para que el candidato a consumidor se convenza de que no es una opción rentable desde ningún punto de vista que se mire y que el delincuente habitual considere que el sector de la droga no es rentable en ningún sentido.

A medida que el consumo disminuya, todo el negocio se vendrá abajo por ser cada vez menor la relación coste/beneficio para todo aquel que apueste por este sector de la delincuencia.

El resultado será reducir drásticamente la delincuencia más agresiva y peligrosa, liberar a millones de personas de la muerte y de la desgracia y recuperar una sociedad sana y segura.

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Warrior:
Definamos primero lo que yo considero drogas: droga es cualquier cosa que produce adicción. En “cualquier cosa” incluyo desde una persona a cualquier substancia, es decir todo aquello que si se deja te produce malestar, enfermedad e incluso la muerte.
En cuanto a las substancias químicas, desde luego no todas las drogas producen los mismos efectos ni individual ni socialmente. Las drogas químicas, desde la cocaína a las drogas de diseño, son las que producen más daño, tanto individual como socialmente. En este caso por estar prohibidas se origina el problema de la delincuencia. Pensemos que pasaría si el tabaco y el alcohol estuvieran prohibidos. En el caso del alcohol ya lo sabemos por la experiencia en los años 30 en Usa. La gente no dejó de beber, pero socialmente produjo un daño enorme con el surgimiento del tráfico ilegal en poder de las mafias.
¿Pero por qué se droga la gente? Los motivos son múltiples y variados. En cuanto a las substancias químicas sabemos que distintas civilizaciones las han utilizado por causas diversas. Las tribus indígenas de Sur América ya mascaban coca antes de llegar Colón, utilizándola contra el hambre y el mal de las alturas. En China se utilizaba el opio como una forma lúdica y euforizante en los famosos fumadores de opio. En Marruecos el kif o hashish. Algunas de estas substancias también se han utilizado en medicina como analgésicos.
En cuanto a su uso en los países occidentales y actualmente, podríamos considerar que su consumo está originado por problemas personales, sociales, psicológicos e incluso condicionados por haberlos tomado los padres. Los problemas individuales originados por el paro, separación de la pareja, etc. tratan de solucionarlos buscando el falso remedio en las drogas (Coca, heroína, alcohol, etc.). Se trata de personas inmaduras, sin voluntad que caen fácilmente en este tipo de soluciones.
Dentro de los problemas sociales podemos considerar la influencia de las drogas en la juventud. Aquí no se trata de que tengan problemas, sino que lo utilizan como forma lúdica. Hoy día en las discotecas las drogas entran a formar parte de la diversión causando un enorme mal en la juventud.
Otro factor, como he mencionado, son los problemas psicológicos. Por el tipo de vida que llevamos cada vez hay más estrés y depresiones. Muchas personas acuden a las drogas para solventar estos problemas, conduciéndoles a la muerte. Por último, debemos considerar a aquéllos que son víctimas por nacer de padres adictos. Se ven “obligados” a consumir porque nacen con la adicción transmitidas por sus padres.
En cuanto a las otra adicciones y que yo en sentido amplio he denominado drogas, podríamos citar la del juego o ludopatía, la adicción a una persona o querencia (que puede confundirse con el amor) y cualquier otra cosa que nos haga dependiente de ella. Estas adicciones deben ser tratadas psicológicamente, pues es un problema mental.
Como vemos es muy difícil la solución de este tema, que tiene dos vectores: Uno el de la delincuencia y otro el de la adicción
Desde luego el que causa mayor alarma social es el de la delincuencia, como consecuencia de la prohibición de la venta libre de ciertas drogas, pues otras están socialmente admitidas, como el tabaco y el alcohol.
Yo pienso que la delincuencia podría evitarse con la legalización de todas las drogas, como ocurre con el alcohol y el tabaco. Naturalmente, antes de legalizarlas habría que hacer una campaña educativa sobre el peligro del consumo de estas substancias. El problema de la legalización que yo veo es que se tendría que hacer universal, de lo contrario del país que las legalice se convierte en destino de todos los consumidores con todos los problemas que ello acarrearía. Las soluciones penalizadoras no las veo efectivas, pues mientras haya demanda y siempre la habrá, a no ser que cambie el individuo y la sociedad, no va a terminar el problema.
Es mucho el dinero que genera el tráfico de la droga y, por consiguiente, por muy altas que sean las penas siempre habrá alguien que negocie con las drogas. Hay que considerar también que hay países que viven prácticamente sólo del cultivo de estas plantas (Afganistán, por ejemplo). ¿Quién es capaz de quitarles a millones de personas su medio de vida?

4 comentarios:

  1. Anónimo22:31

    Hola.

    Realmente no sé si sería una buena solución, pero eso no quita que esté muy bien pensada, detallada y explicada.
    Habría que estudiar las implicancias de las inter-relaciones con otros aspectos de la vida y su efectividad a largo plazo, pero creo que es un paso en la dirección correcta el que has dado.

    De todas formas, te felicito: puede estarse de acuerdo o no, pero por lo menos has justificado tu idea de excelente forma.

    Saludos
    PLPLE

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  2. Me alegra saber que, en principio, te parece una idea razonable. Tampoco yo puedo estar seguro de que funcionará, pero de lo que sí estoy seguro es que no puede ser peor que el sistema actual.
    Y gracias por la lisonja final.

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  3. Hola Warrior, he leído tu ponencia y estoy de acuerdo en tu exposición del problema. Sin embargo, añadiría algunas puntualizaciones de mi cosecha al hilo de algunas afirmaciones tuyas:
    No creo que la gente se drogue como medida paliativa para sus problemas. Yo he tenido muchos problemas en mi vida y nunca se me ocurrió "arreglarlos" tomando drogas.
    La razón, la única razón por la que la gente se droga es porque hay droga disponible y una tolerancia por parte de las autoridades que no penaliza el consumo. Puesto que el costo, en principio, es mínimo para el consumidor y poderosos los estímulos para el consumo (hay que probarlo todo, hay que asumir riesgos, hay que estar en la pomada, hay que demostrar que se está a la última, hay que divertirse, etc.) el joven acaba probando, repitiendo y al final queda enganchado por el mecanismo que ya mencioné.
    Es cierto, como tú dices, que mientras que haya consumidores dispuestos a pagar cualquier precio por la droga, habrá tráfico ilegal, pero ese tráfico podría eliminarse con estas dos tácticas:
    - Proporcionando droga gratuita a los drogadictos compulsivos, el precio caería en picado, porque ellos son los mejores clientes de los camellos al generar una demanda inelástica.
    - Por otro lado, castigando duramente, con clausula de reincidencia, a los consumidores "amateurs" estos se lo pensarían mucho antes de arriesgarse a ir a la cárcel por un consumo que es caprichoso y que pueden controlar si tienen una buena razón (ir a la cárcel). El consumo se reduce aún más y el precio vuelve a caer.
    Por último, al aumentar la pena a los traficantes (con clausula de reincidencia), el precio de venta aumentaría para compensar el grave riesgo de prisión que pesaría sobre ellos. Además, la red de camellos, impulsados por la necesidad de conseguir droga para su propio consumo, se vendría abajo al recibir dosis gratuitas y aumentaría más aún el precio de venta.
    Y si el precio de compra cae (menos consumidores y no compulsivos) y el precio de venta sube (menos camellos y más riesgo), desaparece el mercado, porque para que haya mercado el precio de compra y de venta tienen que coincidir. Y si se acaba el mercado, se acaban todos los problemas relacionados con la droga.
    Ningún consumidor de otros países vendría aquí a comprar porque el precio estaría muy alto, ni tampoco a vender porque no habría mercado. Es decir, que es una medida autosuficiente que no necesita de consensos internacionales imposibles. Puede aplicarla un país unilateralmente y, los demás, en la medida que funcionaría, lo irían adoptando uno tras otro.
    Pero como siempre, la clave está en dejar el buenismo, la comprensión del delincuente y la tolerancia, aplicando una ley inteligente e implacable que disuadiera a los delincuentes compulsivos y a los consumidores irresponsables. Paradójicamente, los mayores beneficiarios de esta política serían los propios delincuentes y, sobre todo, los consumidores irresponsables que por ignorancia destrozan sus vidas y las de sus familiares.

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  4. FERNANDO12:29

    ES MUY INTERESANTE TODO LO DICHO QUIERO HACER UN COMENTARIO PERO NO HE PODIDO POR QUE NO HA SALIDO EN LA PAGINA SI SALE ESTE MENDARE OTRO MAS

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