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La comunicación interpersonal

Pasamos gran parte de nuestra vida comunicándonos con los demás y la mayor parte de lo que sabemos lo hemos aprendido a través de esa comunicación interpersonal.


La comunicación es tan importante para el ser humano, que sin ella no sería racional y, en consecuencia, ni siquiera podría plantearse el tema de la comunicación, tal como haremos nosotros en esta tertulia.
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Yack:

La especie humana ha demostrado poseer la estrategia evolutiva más exitosa del planeta Tierra, lo que no es poco si tenemos en cuenta que está poblado por millones de especies comprometidas en una perpetua lucha por la supremacía.


La fórmula del éxito alcanzado se basa en dos factores: un cerebro muy desarrollado y un lenguaje que le permite comunicarse con sus semejantes con una amplitud y profundidad sin parangón en el resto de especies. Hasta tal punto se ha desarrollado el lenguaje en la especie humana que ha superado su función estrictamente comunicativa para convertirse en una pieza esencial del pensamiento mismo.


Gracias y en virtud de esta inédita fórmula, los miembros de la raza humana han podido construir un entramado virtual y físico que les permite intercambiar información, reelaborarla y devolverla al grupo para que sea reutilizada una y otra vez.


De no ser por los conocimientos acumulados en ese almacén virtual que llamamos civilización o cultura, y de los complejos sistemas y protocolos de organización social, también amparados y soportados por el lenguaje, seguiríamos habitando los árboles y luchando codo con codo con sus primitivos moradores. Y eso seguiría siendo así, aun si tuviésemos el cerebro actual, pero careciésemos del lenguaje que nos permite comunicarnos.


Si lo anterior fuese cierto, y lo es sin ninguna duda, la Naturaleza debería haber incluido en nuestras mentes, junto con los mecanismos responsables de la comunicación, el deseo apremiante de hacerlo. Porque si tuviésemos la actual capacidad para comunicarnos, pero hacerlo no nos reportara ningún placer, o ningún dolor el no hacerlo, con toda seguridad no nos comunicaríamos y, por tanto, no aprovecharíamos esa gran oportunidad de progreso.


La Naturaleza no suele dar puntada sin hilo y siempre que proporciona una capacidad a un ser vivo le anexa un dispositivo de recompensa/castigo que le indica (mediante descargas de placer y dolor) cuándo y cómo debe utilizarlo.


Considerando los puntos anteriores, es más fácil acercarse a la comprensión de nuestra conducta comunicativa, entender por qué hablamos, cuando hablamos, de qué hablamos, con quien hablamos. Veámoslo:


La Naturaleza no está interesada en que hablemos sin más, sino en que nos comuniquemos con el propósito de obtener un beneficio práctico, como individuos y como especie. La comunicación es útil a la especie porque nos convierte en neuronas de un gran cerebro colectivo (la sociedad) que posee una capacidad intelectual millones de veces superior a la del individuo. 


Pero, como ocurre en el cerebro, las neuronas no se comunican aleatoriamente, sino siguiendo un patrón de eficacia. Sólo cuando en el cerebro se comunican determinados grupos de neuronas, ocupados en resolver una determinada tarea o alcanzar un objetivo concreto, resulta útil esa comunicación.


En la sociedad humana ocurre lo mismo. Se nos recompensa cuando establecemos comunicación con un interlocutor relevante y tanto más cuando más productiva sea la comunicación que hemos establecido.


Sentimos placer tanto si comunicamos como si se nos comunica algo "interesante" y como, por principio, vamos en busca del placer, también, por principio, intentaremos establecer comunicaciones eficaces y útiles ("interesantes").


A título ilustrativo pondré algunos ejemplos de comunicación:

  • La relación de pareja y la de amistad se suelen deteriorar con el transcurso del tiempo, entre otras cosas, porque cada vez es más difícil comunicarse información nueva, relevante o "interesante", es decir, generar placer en la comunicación. Y esto se debe a que los miembros de una pareja, con el transcurso del tiempo, llegan a conocer toda la información social y personal del otro miembro.
    Como recomendación para luchar contra el tedio, yo sugeriría buscar intereses en común del tipo que generan continuamente información nueva que pueda intercambiarse. Por ejemplo, sin son aficionados a una misma actividad.
  • Cuanta más importancia social tiene nuestro interlocutor, más satisfacción conseguimos al hablarle y cuanto más baja, menos. Todos intentan hablar con el rey pero evitan al mendigo. Esto se debe a que la información que comuniquemos a un personaje socialmente importante tiene más posibilidades de expandirse por el cuerpo social, puesto que los personajes socialmente más relevantes poseen mayor capacidad de comunicación, es decir, están mejor posicionados en el sistema de interconexiones sociales.
  • Preferimos hablar con interlocutores capaces de valorar en su justa medida la información de lo que le trasmitimos y evitamos a los que no la comprenden.
    Si somos aficionados a la fotografía, por ejemplo, nos gustará hablar con los aficionados o expertos, más que con aquellos que desconocen este tema.

    Cuando detectamos que la información que proporcionamos al interlocutor es relevante para él (se asombra, muestra sorpresa), generará en nosotros placer, mientras que si muestra indiferencia o desinterés, tendremos a cortar la comunicación por no resultamos placentera.
    En resumen, las sinapsis virtuales (comunicación) se establecen y se interrumpen en función del placer que produzcan a los actores de las mismas, es decir, de la relevancia que estas comunicaciones tengan para el objetivo de compartir información útil entre los miembros del gran cerebro colectivo.
Y ahora, saquemos las conclusiones prácticas:
  • La comunicación nos producirá placer cuando encontramos interlocutores (neuronas) que sepan explotar la información que les proporcionamos o que nos proporcionen información que resulta útil para nosotros mismos.
  • Sufriremos cuando no encontremos a interlocutores válidos, ya sea porque no poseemos información valiosa o poseyéndola no damos con un interlocutor que sepa apreciarla.También añadiré que la comunicación puede fracasar o degradarse por una técnica inadecuada a la hora de transmitirla la información: tartamudeo, mala dicción, falta de habilidades sociales, etc.
    Una estrategia alternativa y complementaria consiste en mejorar nuestras habilidades comunicativas para potenciar el mensaje. En el caso de un chiste, por ejemplo, una buena técnica comunicativa puede amplificar considerablemente el valor del mensaje.
Naturalmente todos estos factores pasan desapercibidos a nuestra conciencia. Simplemente reaccionamos siguiendo un patrón de comportamiento, en parte genético, en parte aprendido, basado en la necesidad de colaborar en el acrecentamiento de esa gran masa virtual de conocimientos (tecnológicos, emocionales y organizativos) que es la civilización y a la cual pertenecemos como cooperantes activos y como explotadores pasivos.


En resumen, si queremos mejorar nuestra comunicación interpersonal, debemos trabajar para conseguir o generar información relevante para nuestros interlocutores y aprender la técnica óptima para potenciarla en el momento de la comunicación. Cumpliendo con esos dos requisitos, podremos liberar placer al comunicarnos con nuestros interlocutores, un placer que procede directamente de los mecanismos de recompensa asociados a los sistemas de comunicación implantados en nuestro cerebro. ¡Es así de fácil!

2 comentarios:

  1. Es muy importante para una mejor comunicación interpersonal tener unas nociones basicas de con quien estamos hablando.

    Darnos a conocer a nuestro interlocutor rápidamente, es de gran ayuda para saber como es la interpretación de la vida de la persona con la que hablamos.

    http://www.thewhole.es/

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  2. Tienes razón Santiago, cuando dices que es necesario conocer bien a nuestro interlocutor. El problema es que nuestro interlocutor no siempre está interesado en que lo conozcamos, sino que en no pocas ocasiones intenta proyectar una imagen sobre sí mismo falsa y acorde con sus intereses egoístas.

    De ahí que el proceso de conocer a una persona y, sobre todo, el de darse a conocer debe ser controlado paso a paso y guiado por la prudencia.

    Una precipitación excesiva nos puede llevar a dar más información de la conveniente sobre nosotros mismos y hacernos más vulnerables ante nuestro interlocutor.

    Mi receta es: Paso a paso y sin prisas, tomándose el tiempo necesario para conocer las verdaderas intenciones y la auténtica personalidad de nuestro interlocutor.

    Claro que el ritmo depende de las habilidades de cada uno para detectar el engaño y la sinceridad en los demás.


    Saludos.

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