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¿Puede acabarse con la delincuencia?

La delincuencia siempre ha existido, pero en cada tiempo y lugar ha adoptado métodos y objetivos diferentes para adaptarse a las condiciones reinantes. Por otro lado cada sociedad ha desarrollado sus propios métodos y estrategias para controlar y combatir este fenómeno que atenta contra el acuerdo de convivencia pacífica, respeto mutuo y no agresión suscrito por los miembros del grupo. En esta tertulia reflexionaremos sobre la naturaleza de la delincuencia, sobre sus consecuencias sociales y sobre las medidas más eficaces para controlarlo y combatirlo.
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Yack:
Antes de abordar el tema de si es o no posible acabar con la delincuencia, tratemos de definir el concepto de delincuencia desde la perspectiva adecuada para fundamentar la tesis que más adelante formularemos.
La sociedad humana, como agrupación ordenada, estructurada y organizada de individuos, existe en la medida que proporciona a cada miembro del grupo unas expectativas de supervivencia y confort sustancialmente mejores a las que disfrutaría como individuo aislado.
No obstante, a pesar de estar programada genética y educacionalmente para la colaboración y el altruismo, la mente humana sigue siendo el escenario donde el egoísmo y el altruismo libran su particular e interminable batalla.
La cuestión puede ejemplarizarse en esta reflexión: ¿Por qué dar un rodeo de varios kilómetros cuando puedo llegar a mi destino con solo atravesar una vía de sólo unos metros, calificada como "dirección prohibida"?
El egoísmo me impulsa a transgredir las normas sociales que perjudican mis intereses egoístas, pero el egoísmo a largo plazo me dice que existe cierta probabilidad estadística de que me impongan una sanción y, en tal caso, la utilización del atajo prohibido me resultaría perjudicial en lugar de ventajoso.
Todo individuo enfrentado a una decisión efectúa un cálculo, consciente o no, para determinar la opción más ventajosa y, cuando se produce el veredicto, elige indefectiblemente la mejor. Pero hay que tener presente que en esa estimación, no sólo se tienen en cuenta los hechos y los datos objetivos, sino que también se consideran las probabilidades estadísticas de que ocurran determinados eventos relevantes. Y esa estimación se hace siempre en base a la propia experiencia personal.
En el caso de la toma de una decisión relativa a elegir entre un atajo prohibido o seguir la onerosa ruta autorizada, se evalúa de una parte el tiempo y el coste aproximado que puede conllevar la trayectoria más larga y de otro el riesgo de ser multado, teniendo en cuenta, además, factores relevantes como el lugar, la hora, el día de la semana, etc.
En base a la consideración de todos estos factores, se puede dar el caso de que un individuo opte por el atajo y otro por el camino autorizado, en función de sus circunstancias y experiencias personales. Incluso podría darse el caso de que un mismo individuo haga elecciones diferentes en distintas ocasiones.
En esencia, el delincuente es un individuo que apuesta sistemáticamente por la utilización de los atajos prohibidos para alcanzar sus objetivos fácil y rápidamente, soslayando el pago que la sociedad ha establecido a cambio del servicio o recurso utilizado. En lugar de trabajar, roba un banco.
La sociedad está configurada de tal manera que sus miembros se ven obligados a mover con su esfuerzo personal los engranajes de la maquinaria productiva para poder alcanzar las recompensas asociadas. Y gracias a ese pago, en forma de contribución al grupo, la sociedad es cada vez más próspera y sus miembros disfrutan de mayor confort y seguridad.
El delincuente es el individuo que utiliza sus talentos y habilidades para obtener beneficio de la sociedad sin pagar por ello como hacen los ciudadanos honrados. Un ejemplo de delincuente es aquel que burla el mecanismo de control de una autopista de peaje para no pagar el precio que le corresponde por usar un servicio útil que otros miembros honestos han construido con una gran inversión de esfuerzo personal. El delincuente cortocircuita continuamente el complejo sistema de peaje que nuestra sociedad ha desarrollado para hacer posibles servicios esenciales tales como sanidad, seguridad, justicia, limpieza, alimentación, etc. que hacen de las sociedades avanzadas un oasis de confort y prosperidad. El delincuente es, en suma un parásito social que vive a costa del esfuerzo de los demás. Adicionalmente, el delincuente suele producir un daño suplementario (agresión, muertes, destrozos, etc.) como efecto colateral de su estrategia que le obliga a superar con violencia los obstáculos que la sociedad ha interpuesto ante su acción delictiva y parasitaria.
Aquí conviene mencionar que, por razones obvias, los delitos que se cometen contra entidades abstractas como un gran banco, hacienda, los accionistas de una autopista de peaje, no son siempre percibidos como tales por los infractores, aunque conceptualmente lo son. Nuestro sistema genético de evaluación moral no estaba previsto para enfrentarse con agentes abstractos y carece de la sensibilidad necesaria para ello. El problema se soluciona con sanciones legales en forma de multas o cárcel.
Tal vez, la pregunta más esclarecedora y relevante no sería la de por qué existen delincuentes, sino la de por qué existen personas honradas, es decir, por qué estamos dispuestos a pagar peaje por algo que podríamos conseguir gratis. En otras palabras: ¿cómo se evita que el egoísmo destruya al altruismo colaborativo en el que se basa nuestra prosperidad como grupo social?
La Naturaleza, que en principió se sirvió del egoísmo como fuerza motriz de la evolución creativa, alcanzó una nueva fase con la aparición de los primeros seres pluricelulares basados en la implementación de la estrategia colaborativa y altruista a nivel de individuo celular.
No se trataba de una auténtica eliminación del egoísmo sino de una nueva estrategia de mayor eficacia en la resolución de determinados tipos de problemas refractarios al modelo egoísta básico. En realidad, el altruismo no es otra cosa que egoísmo a largo plazo que realiza sus cálculos de coste/beneficio considerando periodos de tiempo más largos con lo que se consigue un beneficio mucho mayor y se incrementan las expectativas de supervivencia.

Sin embargo, con la instauración del altruismo o egoísmo a largo plazo aparece el problema de la vulnerabilidad ante los agentes oportunistas (delincuentes) que se aprovechan de los beneficios del sistema, pero sin pagar cuota por ello. La Naturaleza ha implementado varios mecanismos para hacer del altruismo una estrategia estable y resistente frente al egoísmo corrosivo de los oportunistas, pero aquí sólo abordaremos la solución que ha desarrollado para solventar el problema especifico de la sociedad humana. Desde su comprensión, estaremos en condiciones de afrontar con éxito el problema de la delincuencia y su posible solución.
Llamáremos "ética" al mecanismo que protege a la sociedad del oportunismo egoísta. El sistema ético sobre el que se sustenta la sociabilidad humana está estructurado en varios niveles que se refuerzan mutuamente: La ética genética, la ética educacional, la ética interpersonal y la ética legal. Veámoslos con cierto detalle.
- La ética genética puede entenderse como una configuración neuronal, semejante a la que soporta al lenguaje, que posibilita la sensibilidad ética (neuronas espejo, empatía, remordimientos, etc.) y recompensa las actuaciones altruistas y castiga el comportamiento egoísta y mezquino. Esta ética es la que pilota el comportamiento de animales gregarios como las hormigas, las termitas y da soporte de bajo nivel a la conducta ética o colaborativa de animales superiores como murciélagos, lobos, simios y en último término el hombre.
Cuando se produce un fallo en el nivel genético nos encontramos con psicópatas y personas carentes de empatía que son incapaces de sentir emociones éticas, lo que les convierte en individuos inadaptados y potencialmente peligrosos, tanto para ellos mismos como para los demás.
- La ética educacional debe entenderse como una capa superpuesta sobre la ética genética constituida por un conjunto de normas y reglas especificas, que modelan el sustrato neuronal ético con el fin de optimizarlo para un entorno cultural e histórico concreto. Sería el mismo caso del modelado que un idioma específico impone a la región neuronal dedicada al aprendizaje del lenguaje en un niño referido a un determinado entorno lingüístico. Naturalmente la masa neuronal que hace posible la capacidad lingüística o ética, estaría preconfigurada a nivel genético para soportar y gestionar las habilidades que se le han confiado, y esa preconfiguración sería el resultado de un largo proceso evolutivo de selección natural.
Las normas morales son generadas por cada sociedad, ateniéndose a los patrones básicos de la ética genética (no hagas a los demás lo que no quieres para tí, no atentes contra los intereses de tu prójimo, etc.), pero adaptados a su historia y necesidades particulares.
En animales primitivos como la hormiga, la ética genética está fijada desde el nacimiento, pero en los animales superiores, está dotada de gran flexibilidad. La flexibilidad de los mecanismos éticos de base genética se explica por la conveniencia de optimizarlos para adaptarlos a un entorno siempre cambiante. Por ejemplo, en una determinada sociedad, puede ser adaptativo odiar a un grupo étnico infiltrado y potencialmente peligroso o eliminar a los bebés débiles o enfermos por razón de una situación de penuria extrema o tal vez premiar el saqueo de un grupo rival en el ámbito de una contienda intergrupal.
- La ética interpersonal se basaría en un sistema de premios y castigos sociales a través del cual los miembros de la comunidad sancionan y guían el comportamiento ético de sus conciudadanos. Este mecanismo se pone en marcha automáticamente cuando la conducta del individuo es observado por otros miembros del grupo y genera acciones inhibitorias tan variadas como la crítica, el insulto, el aislamiento, la represalia, el rechazo y hasta la violencia física o acciones estimadoras como el aplauso, la alabanza o el reconocimiento social. Ejemplos de ética interpersonal son los tabúes sexuales, las normas de cortesía, la discreción, etc. que sin llegar a poner en marcha el sistema legal, generan castigos y premios sobre el sujeto por parte de los individuos que constituyen su entorno familiar, laboral o vecinal.
En los grupos de convivencia pequeños (grupos tribales, pueblos pequeños), donde todos se conocen, esta ética posee un alto poder disuasorio y coactivo sobre el individuo, pero en las sociedades grandes, donde los individuos no se conocen entre sí, la ética interpersonal pierde buena parte de su eficacia y es necesario reforzarla mediante el aporte de la ética del siguiente nivel.
Cuando Roma se extendió por toda Europa tuvo que crear un sistema ético legal avanzado para mantener bajo control a los delincuentes que podían cometer sus fechorías y escapar a la ética social trasladándose de una población a otra donde no eran conocidos y, por lo tanto, les resultaba fácil y productivo reincidir. La ética legal no es necesaria en las tribus aisladas porque el infractor es repudiado y muere por aislamiento social, pero cuando los infractores tienen la posibilidad de empezar de nuevo en otro grupo alejado, se necesita la ética legal para controlar su conducta antisocial.
- La ética legal representa el último nivel de control destinado a inhibir el comportamiento egoísta del individuo. La ética legal está representada por una estructura muy reciente y creada ex novo y con carácter inédito, por la especie humana en época relativamente reciente. Esta organizada en torno a tres clases de actuaciones interrelacionadas:
Legisla o promulga leyes de obligado cumplimiento que limitan la libertad del individuo y determinan sus obligaciones. Observa y vigila el cumplimiento de la ley. Castiga su incumplimiento para disuadir al delincuente de su conducta antisocial.
La religión sería un refuerzo virtual, basado en una creencia errónea pero útil, de este último nivel ético. Dios promulga las leyes, vigila permanentemente al pecador y aplica un castigo implacable y eterno al final de la vida terrenal. Un sistema perfecto, a condición de que se crea en él.
La eficacia del sistema ético, constituido por los cuatro niveles mencionados, se basa en su capacidad para persuadir a los individuos de que les resultará más rentable, desde el punto de vista estrictamente egoísta, ser honrados y pagar por lo que reciben. Y esto se consigue asociando a cada acción o inacción un premio o un castigo suficientemente elevado como para que el individuo se vea abocado, por puro egoísmo, a adoptar un comportamiento altruista.
El individuo comprende a todos los niveles éticos, que el altruismo le conviene más que el egoísmo y se hace altruista por puro egoísmo, por puro cálculo de coste/beneficio.
Así el riesgo de recibir una multa, inhibe la tentación de atravesar una vía de dirección prohibida. Aunque la probabilidad de recibir una multa no sea del 100%, para que sea eficaz y disuasoria, será suficiente con que el coste compense el menoscabo que supone la probabilidad de no sufrirla.
Ya veremos que, en algunos casos, el delincuente tiene una deficiencia en su capacidad de evaluar riesgos y peca de optimismo al cuantificar el riesgo de ser castigado.
Pero a pesar del complejo sistema de cinturones que protegen al altruismo de la tentación del egoísmo, algunos individuos siguen apostando por la estrategia de evitar el pago del peaje por lo que reciben de la sociedad. Son los conocidos genéricamente como delincuentes.
El delincuente suele ser un individuo que sufre algún tipo de anomalía conductual que le impide adaptarse a las normas de convivencia. Por alguna razón, ha sufrido una merma funcional en alguno de sus condicionamientos genético, educacional o social y eso le lleva a reincidir una y otra vez en actuaciones delictivas.
Pero la etiología de la delincuencia no quedaría completa si no añadiéramos que existen algunas situaciones no necesariamente patológicas o carenciales que pueden coadyuvar al desarrollo y mantenimiento de un comportamiento delictivo.
Por ejemplo, en ciertos casos la conducta delictiva se apoya en una excepcional habilidad para burlar las normas sin ser detectado, y cuando el individuo toma conciencia de esa habilidad, hace un cálculo de coste/beneficio que puede inclinarle hacia la delincuencia. Sin embargo, como contraejemplo, encontramos individuos muy hábiles que han apostado por la honradez y además de amasar grandes fortunas, disfrutan de la admiración y el respeto de sus conciudadanos, una situación a la que los delincuentes, por lo general, no pueden aspirar por muy hábiles que sean.
No basta por tanto con contar con habilidades muy desarrolladas para caer en la delincuencia, sino que estas deben verse reforzadas por deficiencias coadyuvantes. Por ejemplo, si un individuo es inteligente, no tiene formación y casualmente ha aprendido a abrir cajas fuertes, puede considerar que su mejor opción es convertirse en ladrón de bancos. Si ese mismo individuo poseyese un título universitario y supiese abrir cajas fuertes, su apuesta probablemente sería a favor de llevar una existencia ejemplar, en la que explotaría su formación universitaria sin riesgo de acabar en la cárcel. También es un factor importante la severidad del sistema legal de la región donde piensa cometer sus fechorías a la hora de tomar una decisión entre la honradez y la delincuencia.
En general, el delincuente es el fruto de un conglomerado de talentos y deficiencias enfrentados a un entorno concreto en el que el cálculo de coste/beneficio le lleva a considerar que los atajos peligrosos, son, pese a todo, su mejor opción. Intervienen en esta evaluación factores genéticos de personalidad como el arrojo, la superioridad física, la afición por el riesgo y la aventura, la agresividad, el optimismo a la hora de evaluar los riesgos, etc. que hacen recaer el fiel de la balanza de un lado u otro.
Pero pasemos ya a considerar el problema de la delincuencia desde el punto de vista de la prevención. Es obvio que la delincuencia es una actividad antisocial, en cuanto que el delincuente es, en esencia, un parasito y cada organismo, incluida la sociedad humana, sólo puede soportar un cierto grado de parasitismo, superado el cual acaba desapaeciendo.
Si en una sociedad todos hacen trampa y no están dispuestos a pagar por lo que reciben, pronto se agotan los recursos y la sociedad muere por inanición. Por lo tanto, todas las sociedades han desarrollado un método para protegerse de ese parasitismo, tanto más severo cuanto menor fuese su nivel de recursos disponibles.
En tiempos no muy lejanos, a los ladrones se les cortaban las manos o se colgaban en los caminos para escarmiento de todos. En la actualidad y en las sociedades opulentas el robo se castiga muy levemente y de ahí que haya tanta delincuencia, aun no habiendo la escasez de recursos de otros tiempos o lugares que podría justificar la delincuencia como una medida desesperada de supervivencia.
El actual nivel de delincuencia, sin precedentes históricos, sólo es posible y soportable porque nuestra sociedad moderna genera suficiente riqueza para alimentar a esa masa de parásitos sin ver comprometido su confort. Sin embargo, en momentos de penuria, como es el caso de una catástrofe natural, se declara la ley marcial y a los ladrones se les ejecuta in situ. No obstante, el problema de la delincuencia no está tanto en los recursos que consumen, como en la violencia que generan contra las personas en sus actos delictivos y el coste en seguridad. Si para reducir la violencia se redujese la eficacia de los sistemas de protección, se incrementaría exponencial los actos delictivos, por lo que la permisividad no es una solución estable ni recomendable, aunque es la que las sociedades avanzadas suelen adoptar.
Nos interesa ahora ver qué remedios se podrían arbitrar para acabar con la delincuencia, o al menos reducirla a niveles aceptables para la población honesta. Téngase en cuenta que cuando hablamos de acabar con la delincuencia nos referimos a reducirla a niveles anecdóticos. Por ejemplo, en lugar de 500 robos diarios, reducirlos a un robo al año que equivaldría, en términos prácticos, a erradicar la delincuencia.
Tratemos, en primer lugar, de determinar sobre qué niveles éticos se podría actuar eficazmente y cómo:
Puesto que no podemos actuar sobre la conformación genética de los delincuentes, habremos de obviar el nivel genético y pasar al siguiente, es decir, al educativo.
El inconveniente de operar sobre el nivel educativo está en que para educar a los jóvenes en los principios éticos es necesario que los educadores posean ese conocimiento y, sobre todo, que tengan autoridad y capacidad coactiva para imponerlos. En las sociedades modernas se ha cuestionado los principios éticos y aun más las medidas represivas y coactivas para imponerlos lo que hace imposible modelar la conducta de los jóvenes que, además, tienen ante sí (cine, televisión, videojuegos, entorno) continuos ejemplos de conductas antisociales y delictivas que en no pocas ocasiones se ven recompensadas, aunque sólo sea en la imaginación de los guionistas.
La afirmación de que la solución de la violencia está en la educación es tan falaz que no resistiría el menor análisis serio, basado en los hechos.
En el nivel de la ética social, tampoco encontramos posibilidades de actuación positiva. En la actualidad la sociedad se ha vuelto muy permisiva con los delincuentes y piensa más en disculpar sus acciones que en castigarlos. Por otra parte el nivel de impunidad y la densidad social de delincuentes circulantes es tan elevada que enfrentarse con uno de ellos se ha convertido en una acción peligrosa e ingrata que cada vez menos gente afronta.
La religión, para adaptarse a la clientela de una sociedad opulenta y cada vez más exigente en cuanto a su propio confort, se ha ablandado tanto en sus postulados éticos, siguiendo la tendencia general, que ya no constituye un acicate para nadie. Cada creyente se considera con el derecho de fabricarse una moral a medida e incurrir en cualquier herejía que le resulte confortable convencido, además, de que no será castigado por sus acciones apelando a la creencia ingenua de que la divinidad habrá adoptado el talante democrático y permisivo que se ha puesto de moda en la sociedad.
Y llegamos al último nivel de la ética legal, donde necesariamente debe encontrarse la solución si es que tal solución existe. El nivel ético es el único mecanismo que la sociedad puede controlar y utilizar para frenar y hacer retroceder la marea de violencia y delincuencia que se apodera de las sociedades más avanzadas.
Siguiendo la inspiración de teorías psicológicas y sociológicas falaces, la sociedad ha llegado a considerar al delincuente como un enfermo o como una víctima inocente y, en consecuencia, lo han tratado como tal reduciendo o eliminando los castigos a su conducta. Puesto que el diagnostico del problema era erróneo las consecuencias de aplicar una terapia coherente con el error han sido desastrosas. La estrategia que debe seguirse con la delincuencia no es la de comprender las motivaciones del delincuente, sino la de hacer lo necesario para inhibirlas por el procedimiento de idear mecanismos que eviten que a los delincuentes les resulte rentable delinquir o alternativamente que no puedan delinquir por privación de libertad.
Presionando sobre la capa de la ética legal, es posible trasladar el cambio de modelo al resto de capas que, progresivamente, se verán afectadas e iniciaran su evolución adaptativa a las directrices marcadas en el nivel superior.
Pero, a nivel práctico ¿Cómo acabar con la delincuencia? ¿Qué presiones ejercer sobre la capa de ética legal y en qué dirección?
Ya hemos dicho que la única manera de solucionar el problema es convencer a los delincuentes de que no les será rentable su conducta delictiva. Pero esa convicción no puede conseguirse mediante explicaciones y menos aún con programas de reinserción basados en que salgan de prisión antes de cumplir la condena.
La única manera de convencerlos es dejar que ellos mismos se convenzan en base a su propia experiencia personal y a lo que observan en su entorno.
Entrando al terreno práctico veremos un sencillo método algorítmico que eliminaría en un tiempo muy corto el problema de la delincuencia con carácter definitivo. Consideremos ese algoritmo:
Cada delito tendría una pena asignada proporcional a su gravedad que habría de cumplirse íntegramente bajo cualquier circunstancia.
Al salir de prisión se proporcionaría un empleo al delincuente y se le haría un seguimiento de al menos dos años para reforzar su voluntad de no reincidir. Es lo que se llama libertad vigilada, que podría estar complementada con un microchip que informara en todo momento su posición a un sistema informático de seguimiento. Además de prevenir cualquier situación delictiva, podría servir de prueba irrefutable de la comisión de un determinado delito y eso, además, constituiría el mejor argumento disuasorio para no cometer delitos.
A la primera reincidencia en el delito, cualquiera que este fuese, se multiplicaría la pena por un factor de 2. Asi, por ejemplo, si la pena que le correspondiese fuese de 1 año, tendría que cumplir dos años.
A cada nueva reincidencia el factor de aumento se duplicaría dando como resultado que las sucesivas condenas serían 4, 8, 16, 32 veces más largas.
Con este sistema, fácil de aplicar y justo en la medida que el delincuente sabe que la pena crece exponencialmente, en el transcurso de sólo cinco años, los delincuentes irrecuperables, incapaces de controlar sus impulsos delictivos quedarían encerrados para siempre y los recuperables, se autoconvencerían de que la delincuencia no es una opción rentable en ningún caso y acabarían por abandonarla y se reintegrarían a la sociedad desempeñando en ella un papel útil dentro de una vida honesta.
El sistema propuesto tiene la ventaja de drenar automáticamente a la sociedad de todos aquellos individuos que por una u otra razón siguen creyendo que el delito puede ser rentable al tiempo que disuade a los más razonables de que no es rentable delinquir por el procedimiento del elevar el costo exponencialmente, en la medida que no aprenden de su propia experiencia.
Es posible que alguien piense que es un sistema poco humanitario, pero eso es precisamente lo que lo hace eficaz. La ley de la gravedad es implacable con los que la transgreden consciente o inconscientemente y por eso nadie considera que sea inhumana. A nadie se le ocurre tirarse por la ventana confiando en escapar a su influencia, pero si sólo funcionase una de cada 1000 veces, el número de individuos que se accidentarían en un intento de tentar a la suerte sería enorme en relación con las raras excepciones atribuibles a dementes incapaces de predecir efectos deterministas. En la medida que el delincuente comprendiera que delinquir no es, no puede ser, rentable borraría esa opción de su mente como ha borrado la de intentar volar arrojándose desde la ventana, por muy atractiva que pueda parecerle.

Warrior:
Sepamos primero que es un delincuente. Delincuente es aquel que comete un delito, es decir el que viola las leyes.
El hombre primitivo que aún no se regía por leyes no podía cometer delitos. En el reino animal no existe delincuencia, no hay una sociedad organizada y los animales sólo se rigen por instintos. Cuando los hombres para articular la sociedad deciden o bien por pacto social o bien por imposición hacer unas normas de convivencia, da lugar también a la aparición del delincuente. Las primeras leyes debían de ser sencillas, pues era una sociedad elemental y se deberían limitar a prohibir el asesinato, el robo, el respeto al jefe y pocas más.
Hoy día la sociedad es mucho más compleja, por lo que se ha hecho necesario dictar toda clase de leyes para regular las distintas actividades de la misma. Esto podría hacer conducirnos a la pregunta ¿cuánto más leyes hay aumenta más la delincuencia? Parece una contradicción, pero siguiendo la lógica y sólo teniendo en cuenta el factor ley, sería lógico que así fuera. Después de esta digresión, sigamos con las distintas leyes que hoy regulan nuestra sociedad. Hay leyes económicas, políticas y sociales, es decir toda clase de normas para que la sociedad pueda funcionar. Cada nueva actividad que surge, hay que regularla. Por ejemplo hace unos años no existía la red de Internet. Hoy día a través de ella se cometen numerosos abusos, por lo cual hay que establecer nuevas leyes que al ser violadas dan lugar a una nueva delincuencia.
Pero, ¿por què se delinque? Los motivos para cometer delitos son tan amplios como compleja es la sociedad y los individuos que la componen. Puede haber motivos diríamos que casi se justificarían. Una pobreza extrema y falta de trabajo obligan a muchos a cometer delitos. Otros son motivos patológicos: los asesinos psicópatas serían un ejemplo. Peo también hay motivos “amorosos”. En fin, no hace falta seguir, todos sabemos la multiplicidad de delitos que se cometen diariamente.
Pero yendo a la pregunta que nos hacemos, ¿puede acabarse con la delincuencia? Por la experiencia histórica que tenemos hay que decir que no. A través de los siglos y en distintas sociedades se han hecho toda clase de barbaridades a los delincuentes y no se ha acabado con la delincuencia. Se les ha cortado la lengua, las manos, se les ha metido en galeones para remar, se les ha azotado, se les ha metido en mazmorras, se les ha cortado la cabeza, se les ha colgado, se les ha crucificado, se les ha quemado, se les ha electrificado, etc. etc.
Entonces, ¿no se puede hacer nada? Pienso que sí: se puede disminuir. Si hay países que tienen menos grado de delincuencia, habría que fijarse en ellos. Yo pienso que con una serie de medidas que a continuación relaciono se podría reducir a un mínimo la delincuencia. Estas medidas serían: A) Justicia social. B) Educación C) Moral y ética en las clases dirigentes y en toda la población D) Pocas leyes, pero buenas y que se cumplan E) Justicia rápida y eficaz F) Policía suficiente, competente y con medios G) Castigos ejemplares.
¿Por què hay que castigar? Veamos cualquier juego. Todos tienen unas reglas y el que no las cumple se le echa del juego, Bien, los juegos son un reflejo de la sociedad, por lo tanto, el que no cumple las normas o leyes hay que apartarlo de la sociedad. Hay un dicho popular: “El que la hace la paga”
En el apartado G hago mención de que los delitos deben ser castigados ejemplarmente. Pienso que además de la privación de libertad en proporción a la gravedad del delito debe ir acompañado por un resarcimiento a la sociedad. Desde luego los delitos económicos, además de la cárcel, tienen que devolver el dinero defraudado o robado. En otros delitos, se debe estudiar que hagan trabajos sociales o comunales en beneficio de la sociedad. En fin, se deben de buscar los métodos para que tanto los delincuentes como aquéllos que pueden llegar a serlo, vean que violar las leyes les va a salir muy caro.

11 comentarios:

  1. Pepe, estoy de acuerdo en lo esencial. Sólo puntualizaría que para mí, el delincuente es un individuo que rompe el pacto social en su beneficio y que, aunque no hubiera legislación escrita, siempre ha existido un pacto tácito de colaboración y de pago por lo recibido. Así que la delincuencia es un concepto que ha debido estar presente desde el comienzo de la humanidad, aunque no existiese la palabra para designarlo. Hasta los monos pueden identificar y castigar al "delincuente" que no se porta según las normas de apoyo mutuo aceptadas por el grupo aunque, obviamente, los monos no tienen un nombre para estos casos..
    De acuerdo en que el delincuente pague a sus víctimas, aunque esto rara vez es posible, porque el delincuente se caracteriza por no hacer trabajos productivos y obligarlo a hacerlos es a veces más costoso. Lo mejor sería hacerles pagar una cantidad razonable cuando quedaran en libertad y comenzaran a trabajar de nuevo. Durante el tiempo de prisión debería concentrarse en rehabilitarse aprendiendo un oficio y siguiendo una terapia psicología que le hiciera ver la conveniencia egoísta de ser honrado.
    Añadiré que las penas deben ser disuasorias para que sean efectivas. Por ejemplo, si un delincuente valora 1 millón de euros en 3 años de prisión y estima que la posibilidad de que lo capturen es de 1/10, la pena por robar un millón de euros debería ser 30 años para que resultase disuasoria.
    En EUU se ha visto que de cada 10.000 delitos solo 6 cumplen la pena. Ahí tenemos la explicación de por qué se delinque: porque es estadísticamente rentable.
    Con el sistema de incremento de la pena por reincidencia, el castigo va aumentando selectivamente en función del cálculo de coste/beneficio que cada delincuente hiciera. Es difícil hacer una legislación que valga para el delincuente ocasional y asustadizo y simultáneamente para el delincuente compulsivo e irracional. La dureza de la pena tiene que adaptarse a la peligrosidad y persistencia de cada delincuente y esta puede medirse fácilmente por el índice de reincidencia.
    Saludos.

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  2. Anónimo17:00

    Creo que existen algunos puntos en común entre nosotros,Enrique,Pepe y el que esto escribe sobre el tema de la delincuencia y su mejor tratamiento,empezando por nuestra insatisfación por como se conceptualiza y se trata desde la perspectiva "buenista" y descabellada un tema de tanta gravedad y trascendencia social como éste.Compruebo que coincidimos al menos en los siguientes puntos:
    a)Deben establecerse castigos proporcionados a la gravedad de los delitos cometidos por el delincuente,castigos que han de cumplirse en su integridad sin ninguna posibilidad de reducción.es decir,debe existir el cumplimiento integro de las condenas.
    b)El delincuente debe resarcir a la víctima de manera proporcionada a los daños causados con una compensación ecónomica igual a la sustraida,en caso de hurto,que pasaría por la devolución integra de lo robado o con una compensación ecónomica en concepto de indemnización en caso de asesinato u homicidio,incluso estando en la cárcel,en la que debería trabajar para pagar a su víctima.
    c) La cárcel debería ser sobría y austera,sin ningún tipo de comodidad y sin permitirse como ahora todo tipo de facilidades para el recurso.Creo,además,que los reclusos debeían ir de uniforme y tener un régimen de disciplina casi militar.Si "humanizamos" las condiciones,el castigo deja de serlo.
    d) Si no me equivoco,creo que igualmente consideramos que la rehabilitación,tal y como se considera y dearrolla ahora,es una tomadura de pelo que,además,deja indefensa a la sociedad frente a individuos peligrosos,como violadores,psicopátas y personas antisociales.En general,creo que pocos delincuentes están dispuestos verdaderamente a rehabilitarse.En todo caso,el proceso de rehabilitación deberá partir del deseo y la voluntad del delincuente al que se le pondrá en un tratamiento psicosocial permanente e intensivo mientras cumple integramente con la pena señalada en sentencia judicial,y no sirviendo en ninfún caso este proceso de rehabilitación para reducir condena.
    En otro orden de cosa,estoy de acuerdo con el sistema progresivo de aumento de penas señalado por Enrique,así como que aquellos delincuentes causantes de delitos muy graves.aún cuando hubieren cumplido condena,deberían ser objeto de vigilancia y seguimiento al menos durante los dos posteriores a su puesta en libertad llevando algún brazalete o chips que permitiera su localizacíon y seguimiento en cualquier momento.
    Ahora quiero referirme a los dos teorías antropológicas que de una manera extrema tratan de explicar la naturaleza humana y que condicionan la idea del bien y el mal en el hombre:
    -La teoría de Hobbes:El hombre es malo por naturaleza,por tanto necesita un poder coercitivo,cpmo es el del Estado (Leviatán) para evitar que se exterminen entre ellos.Sólo el castigo y la represión pueden atajar la delincuencia.
    -La teoría de Rousseau:El hombre es bueno por naturaleza;es la sociedad la que lo corrompe.Esta nos llevaal buenismo.El pobre delincuente es una víctima de una sociedad mala,Por tanto la sociedad está en deudaq con el delincuente y debe tratarlo bien y rehabilitarlo.
    Las dos teorías son extremas y deacertadas.Lo principal es la socialización del individuo y la educacíón enla responsabilidad y el respeto,haciendo que el individuo controle sus impulsos egoistas y dearrolle su altruismo y cooperación.
    Saludos. Pepe Cuadrado

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  3. No puedo estar más de acuerdo contigo Pepe. Solo añadiré que la explicación del aumento incontrolable de la delincuencia en las sociedades modernas se debe a que se aplica el concepto de Rousseau. El sistema legal ha caído en el pomposo error de creerse una instancia del propio Dios y pretende "comprender" las razones profundas y últimas del delincuente. Y desde esa comprensión, responde comprensivamente dándole nuevas e infinitas posibilidades de volverse bueno.
    En realidad el mensaje que le está dando es: No eres un mal sujeto por delinquir. La culpa es de las personas honradas que te han empujado hacia el delito. Nosotros somos comprensivos y lo tendremos en cuenta a la hora de sancionarte, si es que te pillamos.
    La justicia no está para comprender al delincuente sino para disuadirlo de su conducta delictiva. Y para persuadirlo, sólo tiene que aplicar un castigo ejemplar y disuasorio sin entrar en las razones por las que cometió el delito. Y como dije, no es suficiente con eso para acabar con la delincuencia porque cada delincuente exige un castigo personalizado. Si el delincuente es muy hábil y puede reducir el riesgo de que lo atrapen, si tiene algún problema mental, si se ve presionado por las circunstancias, etc. no se podrá detener con la normativa estándar. Se requiere un aumento personalizado en función de su comportamiento a través del tiempo.
    Es completamente absurdo que haya sujetos con 500 condenas que estén circulando por la calle. Y esa es el síntoma más evidente de la enfermedad que sufre nuestra sociedad, que ha perdido el sentido común y se pone a sí misma obstáculos morales para hacer lo que debe y tiene que hacer para recuperar la paz y librarse del miedo que atenaza a los ciudadanos honrados.
    Saludos.

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  4. Hola, he leído con atención todas las exposiciones y me resultan muy interesantes. El nivel de pragmatismo es elevado y eso hace pensar que las opciones son todas eficaces; ¿por qué entonces no se soluciona el problema?; y aquí es el único punto en que difiero, no creo que el motivo sea la sensibilidad del sistema jurídico, o del sistema en general que interviene en este tema; sí es cierto que existe un imaginario social de lo "políticamente correcto", y este está basado en el cuidado de no dilatar cuestiones básicas de convivencia humana; que en cuyo caso, de hacerse, cuanto más no sea en la teoría, degradaría los argumentos que cimentaron a la civilización y nos haría retroceder a la barbarie o al salvajismo.

    Sin embargo, esto es sólo un cuidado sutil, ya que en la practica política y económica de los países, la realidad requiere otro mecanismo; un tanto más pragmático, eficiente y funcional.

    Si no me equivoco con esta observación, lo que para mí es la esencia del problema, es que la aplicación de los mecanismos planteados acá, requiere una cantidad de recursos muy grande; así sea físicos, humanos, tecnológicos, económicos, de organización. A esto se le suma, la observación de que, tales recursos deberían ampliarse en la medida en que se va ampliando la problemática en cada país, es decir; a más delincuencia, más necesidad de recursos.

    En principio esto parece ser un verdadero problema, aunque la lógica indica que, de poder aplicarse, en corto plazo estaría habiendo una disminución notable de dicha delincuencia, con lo cual, se puede decir que también de los recursos (sería algo así como llegar al estado de tener controlada la cuestión, y no sufrir más variables en los costos económicos, el gasto destinado será estable), pero, y acá viene la pregunta: ¿puede funcionar tal sistema si aquellos encargados de aplicarlo carecen de voluntad, y no precisamente por amar a los delincuentes, sino por tener igualmente un déficit ético en sus propias Instituciones?.
    No se muy bien si esto ocurre en todos los países, en el mío sí.

    ¿Se pueden crear códigos tan claros y hacerlos valer, cuando la institución encargada de ello no los tiene?. ¿No sería también un cálculo de costos/beneficios el reconocer que si el sistema planteado fuera tan claro y contundente, valdría también para ellos mismos? (porque supongo que es la idea).

    Aquí es donde veo el problema, en que quienes deben buscar las soluciones hacen una evaluación costos/beneficios, y que estos mismos carecen de la ética necesaria de la que ustedes hablan para garantizar la eficacia, o en su defecto, en el resultado de tal evaluación hay algo que no les termina de cerrar, y nosotros ignoramos qué es. No creo que este proceso de evaluación no se lleve a cabo, para administrar una Nación el tema costos/beneficios es el primer determinante, todo se calcula en base a esto, y no creo que dentro de ese cálculo esté la variable "contemplación" o "compasión", cuando el resultado indica a las claras que la erradicación, o la disminución del índice de delincuencia en un país es lo más valorado por sus integrantes; con lo cual, quien dé con la solución, obtendrá todos los beneficios.

    Quisiera también aclarar que para mí, las ideas propuestas no son para nada inhumanas, realmente, son prácticas y justas, y ni que hablar de que están sobradamente bien fundadas. De este modo, descarto la posibilidad de pensar que una sociedad estaría en contra de un sistema así. Tal vez sí ocurriría con un sistema más rudo, en tanto generador de violencia, pero este en particular lo veo correcto y útil.

    Se me ocurre pensar que si todos fuéramos como está aquí planteado, todo iría mejor, pero la realidad es otra, y se evidencia muy bien en esta problemática de la delincuencia.

    Otra cuestión a saber; en este sistema práctico y eficaz, está faltando el ingrediente más útil a cualquier problema; el de la prevención. A la par de implementar las medidas sugeridas sobre el hombre que ya es delincuente, se tendría que tener la lucidez de crear un sistema preventivo. No sólo basado en el control, en ese sentido la educación como rectora de las pautas y normas sociales es indispensable, el acceso a la misma debe ser masivo. Bajar los niveles de pobreza también; de lo contrario, el semillero no se erradica.

    Un saludo a todos, excelente el nivel de análisis.
    Mel

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  5. Hola Mel has puesto el dedo en la llaga. Si el sistema que propongo funciona ¿por qué no se aplica?
    Esta es una de esas preguntas que sólo puede contestar un sabio escribiendo un grueso libro, pero no por eso voy a eludir darte una aproximación de lo que yo creo que sería la respuesta correcta.
    La memética, una nueva y prometedora ciencia, cuya existencia es poco conocida, afirma que el imaginario colectivo es un inmenso hábitat virtual donde compiten los memes para sobrevivir en la mente de los seres humanos, y reproducirse pasando de unos a otros. Un meme es cualquier ocurrencia, idea, chiste, canción o teoría que puede transmitirse, como una unidad autocontenida, de una mente a otra.
    Para que un meme prospere e invada la mente de muchos individuos, sólo es necesario que sea fácil de comprender, fácil de trasmitir, que produzca algún tipo de placer en el receptor que le da cobijo y que no pueda ser falsado fácilmente. Por ejemplo el meme de que podemos volar agitando las manos no puede prosperar porque es fácilmente falsable, pero el de que el marxismo nos traerá la igualdad es más difícilmente falsable. No han bastado millones de muertos para falsarlo porque siempre se encuentran argumentos para justificar su fracaso en base a la intervención de fuerzas maléficas, a pesar de que, en su momento, se fusilaron a todas las fuerzas maléficas y no maléficas que se encontraron e imaginaron.
    Ideas como el horóscopo, el motor de agua, la ocultación por las industrias farmacéuticas de una vacuna contra el cáncer o el sida, combustibles limpios y baratos censurados por las petroleras, la incriminación de la CIA en el atentado de las torres gemelas, así como las miles de leyendas urbanas circulantes, son ejemplos de memes que, a pesar de ser erróneos, han prosperado en la gran sabana del imaginario colectivo.
    La teoría de que el delincuente es una víctima de la sociedad que debe recibir ayuda en lugar de ser castigado es uno de los memes que más ha prosperado en el último siglo (en adelante "Meme X"). Tanto ha prosperado que ha inspirado e impregnado la legislación, los medios de comunicación y la norma de lo políticamente correcto hasta el punto de que cualquier solución que pase por el castigo del delincuente es aniquilada inmediatamente por la amplia legión de memes X que invade las mentes biempensantes.
    Si un político tuviese la visión profética de que la solución que propongo acabaría con la delincuencia, tendría que convencer a todos los miembros de su partido cuyas mentes están infectadas por los memes X y también tendría que convencerlos de que ganarían las elecciones con un programa que incluyera el meme AntiX (el que yo propongo. Pero para ganar unas elecciones hay que emplear un programa electoral basado en memes que estén muy difundidos por las mentes del electorado que, como ya sabemos, está infectado de memes X.
    Así que, hay muchos obstáculos para que el meme AntiX sustituya a su contrario X y ese es el autentico problema. Marx ideó el meme del marxismo, particularmente virulento, que infectó la mente de millones de personas y provocó millones de muertos y todavía sigue infectando la mente de una buena parte de la población, aunque en forma de una variedad menos letal y ponzoñosa, más democrática. Ya no incluye la teoría de que todo el que no lo comparta debe ser ejecutado y, gracias a esa mutación, puede sobrevivir en estado letárgico para reanimarse tan pronto surge una ocasión favorable, como sería el caso de la actual crisis económica.
    Mi propuesta funcionaría con bastante probabilidad y, además, reduciría drásticamente el costo dedicado a luchar contra la delincuencia, pero para aplicarla sería necesario exterminar a buena parte de los memes X y sustituirlos por el meme antiX, cosa que, por ahora, no me parece posible.
    Lamentablemente se trata de un meme que requeriría, para demostrar su eficacia, de un cambio profundo en la legislación y en todo el sistema legal, judicial, policial y penitenciario entre otros. Sólo sería posible "probar" su eficacia poniéndolo en práctica en un país de tamaño medio, y eso es imposible mientras que el meme X campe a sus anchas.
    Cierto que muchas personas tienen el meme AntiX en sus cabezas, pero desconocen una implementación eficaz. Ellos mismos caen en el error de mezclar el problema de la delincuencia con el de la pobreza, la justicia, la corrupción, la economía, la educación, etc. y al final llegan a la conclusión de que no merece la pena intentarlo porque desconocen una fórmula sencilla que pueda funcionar al margen de todos los demás condicionantes. El meme X es el responsable de establecer todas estas conexiones espurias para salvarse de la amenaza del meme Antix.
    En este post sólo he querido exponer la naturaleza del meme Antix, capaz de acabar con la delincuencia, pero otra cosa muy distinta es aplicarlo en el mundo real, tal como están las cosas.
    Pero todo esto no significa que no se pueda discutir, como tú has hecho muy inteligentemente, la eficacia del meme AntiX para solucionar el problema, en el hipotético caso de que se implantara.
    Respecto a tu propuesta de atacar el problema con la educación, estoy de acuerdo con ella pero esa solución sólo es un coadyuvante que por sí sola no acabaría con la delincuencia y, de tener algún efecto, sería a largo plazo y en pequeña cuantía. El delincuente lo es no por falta de educación sino porque le resulta rentable delinquir. La solución pasa por que deje de serle rentable y todo lo demás sobrará. Y no hay mejor influencia educativa que la de acabar con la delincuencia como práctica cotidiana porque los maestros de los nuevos delincuentes son los viejos delincuentes. Si desaparecieran los viejos delincuentes, no habría nuevas generaciones de delincuentes porque nadie les enseñaría el oficio ni les tentaría con las ventajas que este oficio conlleva en el actual clima de impunidad.
    Saludos.

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  6. Lore1:27

    Que si se puede acabar con la delincuencia?No,definitavemente no se puede acabar con la delincuencia si se puede reducir pero no exterminarla.En un pais democratico la delincuencia es algo de todos los dias.La verdad es que conviene separar a la delincuencia por necesidad y a la delincuencia por enfermedad o "moda".La delincuencia por necesidad es comun cuando no hay trabajo y mi unica opcion es salir a robar para subsistir y cubrir necesidades basicas.Por enfermedad o "moda" para mi es cuando salgo a robar un celular por ejemplo,o robar un par de zapatillas esos tipos de delitos son por moda y por enfermedad es cuando no puedes evitarlo hay incluso gente rica que roba no dinero porque todos lo hacen sino cosas materiales y no solo roban tambien violan,secuestran,etc.
    En fin,con la delincuencia no se acaba e incluso nuestros representantes son todos unos delincuentes ya ni en la policia puedes confiar pero bueno tienes que aprender a vivir de esa forma(al menos aqui en Argentina)Gracias por leerlo.

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  7. Tal vez no sea fácil acabar con la delincuencia, pero hay países y épocas donde se ha reducido a límites razonables.

    La delincuencia motivada por la pobreza es mínima y casi inofensiva. La auténtica delincuencia es la organizada y su objetivo es enriquecerse a costa de los ciudadanos honrados aprovechándose de unas leyes irrealmente generosas y comprensivas para con los delincuentes.

    En la medida que “comprendamos” a los delincuentes y les demos oportunidades ilimitadas, serán más los que opten por vivir a costa de los demás porque les será rentable. Sólo cuando los castigos sean lo suficientemente duros para que deje de ser rentable la delincuencia, remitirá esta.

    Saludos cordiales.

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  8. Creo se está olvidando el tema de la corrupción para aplicar la ley, se pueden tener las mejores leyes, pero si el delincuente sabe que puede sobornar a las autoridades y saldrá en muy poco tiempo de la carcel, no sirven de nada las mejores leyes.

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  9. En eso estamos de acuerdo. Pero una buena legislación que castigue con dureza al infractor acaba extendiendo su influencia más rápidamente que una ley blanda y permisiva.

    Por otra parte, el sistema evolucionará hacia la excelencia si la ciudadanía vota a los partidos que propongan leyes más duras y se ocupan de hacerlas cumplir.

    Nunca hay que cruzarse de brazos argumentando que el problema no tiene solución.

    Por el contrario hay que trabajar incansablemente en la mejora del sistema, eligiendo la opción menos mala que es la única forma de llegar progresivamente a la meta que nos hemos propuesto.

    Saludos.

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  10. Pepe10:50

    El ser humano es egoista y delincuente por naturaleza. No por ello hay que rasgarse las vestiduras. El grupo es más fuerte que el individuo y neutraliza el sesgo egoista: Si eres egoista vas a recibir el rechazo del grupo. Si practicas altruismo todo te irá bien en el grupo. Así el egoismo existe, pero muy controlado por el propio interés egoista de ser aceptado. Diríamos que el altruismo no es más que un egoismo en el que las dos partes resultan beneficiadas. Esto es maravilloso y edificante.
    ¿Os imaginais una persona que no sintiese la fuerza (emoción) del egoismo? Sería desposeído mortalmente de lo más necesario sin ofrecer la mínima resistencia. La jerarquía, al no haber lucha por los resursos, sería innecesaria y por tanto no existiría.
    Cada vez que molestamos ilegítimamente al grupo somos delincuentes. Esto está bien aclarado en la entrada.
    Enemigos de la delincuencia: Las lecciones moralizadoras en las que insisten todas las creencias religiosas (ninguna creencia religiosa preconiza el egoismo). El ser humano en su búsqueda de la verdad, se tropiza con el ateismo, perdiendo tórpemente todos los beneficios psíquicos derivados de las creencias religiosas. Todos los pueblos del mundo siempre tuvieron creencias. ¿De pronto nosotros somos más inteligentes que todos ellos?. Podríamos resultar más necios. Los valores morales previenen la delincuencia, de forma económica, sin necesidad de controladores externos, como ocurre con los castigos. La sanción o castigo no siempre es efectiva: Si soy rico no temo a las multas. Si tengo problemas para comer, la cárcel no es algo tan terrible. Máxime si soy menor de edad, o amiguete del Ministro de Justicia que me indultará en última instancia...etc. Tampoco los políticos aplicadores de las sanciones pueden crearse excesivas enemistades en el suburbio de turno, porque al fin y al cabo todos son votantes que es lo que importa.
    Hablar de valores morales y sociales (altruismo) en un estilo de vida basado en la competición y el éxito personal a cualquier precio (egoismo) sería absurdo. Si protejo a mi competidor, no gano la competición ("Al enemigo, ni agua"). Este es un grave problema de las sociedades del "progreso". Competición, individualismo y soledad. El delincuente, con frecuencia, aparece como un triunfador que ha sido capaz de zafarse de la normativa, cosa que los demás queremos pero no podemos.
    Somos altruistas con el tercer mundo, que no compite con nosotros. Con el vecino sería más complicado.
    Se habla de pueblos tribales (así eramos antes del "progreso"). La aparición de los grandes núcleos de población trajo sus problemas y éste es uno de ellos. Veo muy acertado este punto y merecedor de profundizar en él.
    Una última pregunta de actualidad ¿Conoceis algún partido político que contemple en su programa el aumento de las penas por corrupción? Esto puede despejar muchas dudas.

    Saludos para todos Pepeluiscuestatitos@gmail.com

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  11. De entre todas las utilidades de la religión, señalas una muy importante y es la de encarnar el bien común, y hacerlo de manera omnipresente. Mediante promesas de premios y castigos infinitos, estimula nuestra adhesión y respeto al código ético que la sociedad considera apropiado para optimizar la convivencia.

    Al presentarlo como la voluntad de un ser poderoso e infalible, nadie se cuestiona la conveniencia de cumplirlo y eso le confiere su mayor utilidad.

    Por desgracia, al ser una obra humana y local adolece de muchos inconvenientes. Por otra parte, uno de los efectos que ha tenido el desarrollo científico de los últimos siglos ha sido el de poner en cuestión la verosimilitud de la creencia religiosa y socavar la autoridad de la casta religiosa.

    La flexibilidad del homo sapiens le permite transitar de un modelo de creencias a otro sin extraviarse, buscando siempre el punto de máxima eficacia en función de las circunstancias cambiantes.

    Todo tiene sus pros y sus contras y como bien dices la búsqueda de la verdad nos ha privado de los beneficios de la religión pero a cambio nos ha traído la prosperidad y el bienestar creciente.

    Ojala algún día la tecnología pueda concedernos lo que la religión nos promete, falsamente, para la otra vida.

    Saludos.

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