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La Navidad

No nos interesa aquí el oscuro origen de la Navidad, ni las deidades o demonios que fueron conformando la costumbre milenaria de celebrar, no se sabe qué, al final de cada año.

Lo que aquí nos interesa es juzgar, a la luz de la propia experiencia personal, el fenómeno Navidad aquí y ahora. Y son sólo tres los aspectos que vamos a considerar:

  •  Gasto desaforado que nos obliga a comprar regalos “sorpresa” para todo aquel que espera y cree tener derecho a un presente de nuestra parte. El resultado es que la mayoría de los regalos son desacertados y, peor aún, obligan al receptor a corresponder en la misma cuantía, so pena de caer en desgracia y ser objeto de venganza y desprecio. En resumen, doble gasto obligado, con el único propósito de “quedar bien”, o más exactamente, de “no quedar mal”. 
  • Alimentación forzada y obligatoria de productos refinados (generalmente dulces), caros y exóticos, que no comemos en el resto del año (nadie sabe por qué) y que nos aportan, como mínimo 3 kilos de grasa extra que hemos de eliminar a toda costa en los próximos meses, mediante perseverantes sacrificios.
  •  Viajes a los lugares de origen (el pueblo, la remota ciudad donde nacimos) o, alternativamente, a regiones remotas que deben estar situadas allende los océanos. Todo ello con el único objetivo de poder responder luego al insistente interrogatorio a que nos someterán nuestros allegados, sobre dónde pasamos las fiestas. En ningún caso sería socialmente aceptable reconocer que se pasaron en casa, como cualquier otro día normal del año.

Y aquí viene la reflexión. Es posible que todos estos rituales absurdos, costosos e incómodos, tuvieran algún sentido o utilidad en otros tiempos, en otros lugares, pero no necesariamente en los países avanzados del siglo xxi.

  • ¿Para qué intercambiar regalos sorpresa cuando ya tenemos todo lo que necesitamos y el único problema que persiste es el de disponer de un lugar donde almacenarlos?

  • ¿Para qué someterse a una sobrealimentación forzosa de productos dañinos para la salud, cuando ya hemos desterrado la hambruna que atenazaba a nuestros antepasados y el problema que ahora sufrimos, en relación con la alimentación, es el exceso de grasa alrededor del vientre?

  • ¿Para qué reunirse, precisamente en esas fechas, con los parientes remotos, cuando existe el teléfono, Internet, los medios de transporte rápido, y más que renovar los lazos, la reunión forzada y multitudinaria, sólo genera disturbios familiares y debilitamiento, en no pocos casos, de los ya débiles lazos afectivos.


Y no estamos proponiendo, que si el lector se divierte con su propia forma de celebrar la Navidad, no lo haga. Como en casi todas las actividades humanas, hay gente que se divierte y quien lo hace por obligación.

Nos toca ahora sacar conclusiones y, sobre todo, aplicarlas en la próxima ocasión que nos toque pasar por este trance navideño, dejando a un lado los tópicos impuestos y siguiendo, únicamente, nuestro propio criterio.

14 comentarios:

  1. Estoy muy de acuerdo con lo que dices.

    Un poco desacuerdo, en lo que dices de: para que reunirse en estas fechas. Creo que tener fechas para reunirse con familiares, amigos, etc. Es bueno por que, existe mucha gente que no sale mucho de casa o no socializa mucho. Y es bueno recuperar esas habilidades aun que sea de vez en cuando, por que hacer vida social sirve para la salud mental, etc.

    Pero no estoy seguro que tan malo es no socializar y que tan bueno es socializar.

    Creo que lo único positivo es eso, lo de compartir con amigos, familiares, etc. Pero lo demás, no sirve. Lo de los regalos puede que estropee el socializar, etc.

    El consumismo que incita la navidad no es algo pequeño, aunque nos gusten los regalos y la comida, el sistema de vida que tiene la gente de clase media en general no es sostenible para el planeta.

    Y como deshacerse de la navidad, es prácticamente imposible. La mejor idea para neutralizar los efectos de la navidad, es promover en la educación el no consumir tantos recursos que muchas veces no necesitamos por los problemas globales que se nos avecinan.

    Siento que la navidad también tiene grandes murallas de sentimentalismo y ideologías que la protege para los que la queran destruir. Así que las políticas imponentes no sirven prácticamente.

    Y desde el punto de vista individual, los pocos que no nos gusta la navidad en general. Es un problema difícil...

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  2. Writkas, lo que considero inconveniente son las reuniones forzadas y masivas. Al reunirse una familia por obligación, algunos de sus miembros, que no se llevan bien, se sienten incómodos y no pocas veces se empeora la situación profundizando el odio que se profesan al interpretar sesgadamente las acciones e intenciones de sus enemigos reales o imaginarios.

    Soy partidario de que se reúnan las personas que libremente desean hacerlo, pero sin formar grupos forzados en los que algunos se sientan incómodos.

    Cuando me reúno con más de una persona, procuro que se dé la condición de que cada miembro del grupo se sienta bien con el resto y eso es muy difícil de conseguir en una reunión multitudinaria como es la Navidad.

    Si existe una fuerte aversión entre dos miembros de la familia, hay que decidirse por invitar a uno de ellos y al hacerlo el otro se siente agraviado por todos los demás y el rencor crece.

    En resumen: reunámonos con quien queramos cuando queramos, pero no obliguemos a nadie a reunirse con quien no desea. Si somos capaces de mantener ese condición en las reuniones familiares, ¡Bienvenida sea la Navidad!

    En realidad, no tengo nada contra la Navidad. Sólo contra la obligación moral que se nos impone de cumplir con todos sus rituales, queramos o no queramos hacerlo.

    Saludos cordiales.

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  3. Para mi son necesarias las reuniones sobre todo en Navidad proque durante el año es complicado coincidir con la familia y es una manera de mantenerel contacto con la familia algo que considero importante.

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  4. La única rázón por la que debemos hacer lo que hacemos es porque nos gusta (ir al cine) o porque no nos gusta las consecuencias de no hacerlo (pagar multas de tráfico).

    El problema que yo denuncio en esta entrada es que hay personas que hacen ciertas cosas, como celebrar la Navidad, porque lo hacen los demás y se supone que es divertido y necesario, aunmque en su caso no lo sea en absoluto.

    Naturalmente que para muchas personas la Navidad es una fuente de satisfacción y una ocasión para reunirse con sus queridos familiares. Y hacen muy bien en celebrarla.

    Y si ese es tu caso, te doy mi enhorabuena y me parece lógico y deseable que las celebres.

    Saludos cordiales.

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  5. Yo creo que es una excusa para dejar de lado las obligaciones y priorizar a la familia... no creo que sea una obligacion. Es necesario ver y visitar a la familia porque es la gente que de verdad te quiere algo que se nos olvida cuando nos comportamos como egoistas en el dia a dia.

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  6. Si es eso lo que piensas sobre la Navidad, significa que en tu caso la celebración es positiva y las ventajas superan a los inconvenientes.

    Mi tesis es que no hay que someterse a una costumbre, sea la que sea, si no es de nuestro agrado. Y en todo caso quedarnos con los aspectos que nos interesan y desechar los que no.

    Saludos y Felices Navidades anticipadas.

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  7. Anónimo4:32

    Detesto las obligaciones impuestas a golpe de calendario. Y en ese lote incluyo la Navidad. Perdido el conocimiento íntimo y esencial que da pie a dicha celebración, sólo queda la obediencia ciega a las imposiciones materiales de las grandes superficies que, para conseguir sus fines crematísticos, manejan sin pudor las emociones del encuentro familiar, ignorado (e incluso rechazado) a lo largo del año.

    Nunca entendí, ni entiendo, por qué martirizarse con preparativos extras de todo tipo o por qué violentar el hogar con familiares a los que nos une poco, aunque la consanguinidad sea directa, para terminar exhaustos y abominando de dicho encuentro.

    Con sinceridad, ¿quién no se ha sentido inundado de paz tras la marcha del último invitado y, al mirar mesa, cocina, fregadero y desorden generalizado, ha parafraseado a la célebre Escarlata con un "nunca más mi hogar anfitrión en Navidad"?

    Y, ¡ojo!, la solución no está en ser invitado al año siguiente. Nada peor que entrar en la dinámica de lo que yo llamo "correspondencia por recíproca"... La solución es tan simple, según mi criterio, como quedarse en la dulce y recogida cotidianidad gozando del imperecedero ciclo de nacimiento y vida que nos recuerda la naturaleza por esas fechas.

    Saludos,
    Amavib

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  8. Estoy de acuerdo al 100%. Pero lo peor no es la comprensible e interesada campaña publicitaria de los grandes almacenes del tipo "vuelve a casa por Navidad" con el turrón X debajo del brazo.

    Lo peor es la presión social a través de los medios, en la queda muy claro que el que no siga el ritual estándar es un paria social, digno de la conmiseración y la asistencia social.

    Por último los conocidos, allegados y familiares te interrogan sobre qué has hecho durante las fiestas y tú sabes que no tienes más opción que satisfacer sus expectativas.

    En no pocos casos, accedes a pasar por el martirio para tener preparada una buena respuesta a los interrogatorios que se avecinan.

    Los compromisos programados por los demás siempre son negativos. Si quieres ver a alguien, queda con él y punto.

    No dejemos que los demás planifiquen nuestra vida, so capa de hacernos felices.

    Saludos cordiales.

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  9. Anónimo14:49

    Yack, al hilo de tu respuesta (suscrita en su totalidad), sería interesante analizar la siguiente paradoja: los mismos familiares que interrogan para verificar el cumplimiento de lo establecido, son los que no siente empacho al victimizarse por el esfuerzo y trabajo realizados ante los preparativos (¿...?).

    Reflexión: las campañas orquestadas con fines determinados colonizan el juicio crítico.

    Saludos,
    Amavib

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  10. Sutil y profunda reflexión la tuya Amavib.

    Yo diría que eso del “juicio crítico” las más de las veces sólo es la expresión pseudorracional de viejas infecciones meméticas enquistadas en la mente de los individuos y compartidas y validadas por buena parte de sus semejantes.

    El auténtico sentido crítico es una perla negra escondida entre toneladas de carbón, con el que no hay que confiar en tropezarse.

    En cuanto a la paradoja que planteas, y que me parece una observación muy acertada, creo que para resolverla habría que alejarse un poco de todo ese batiburrillo de inconsistencias y recuperar la visión clara del problema remontándonos unos siglos o milenios atrás.

    Es probable que en aquellos lejanos tiempos, los miembros de una familia dispersos por otras regiones, permaneciesen incomunicados y eso podría resultar un inconveniente, dado el gran valor, en términos de supervivencia, que representaban sus fuertes lazos de afecto y lealtad.

    En esta situación, la institución de fiestas anuales en las que todos se reuniesen, podían representar una gran ventaja. Conocían a los nuevos miembros del clan, intercambiaban noticias, ideas nuevas, los más prósperos ofrecían trabajo a los más humildes, intercambiaban “souvenirs” es decir, bienes típicos de la región que habitaban y que no existían en el lugar de reunión, lo que diversificaba la panoplia de herramientas disponibles (ahora esto se traduce en comprar artilugios raros que no sirven para nada).

    Y además, comían opíparamente, lo que para gente que padecía hambre crónica no estaba nada mal y además, la satisfacción de comer exquisiteces suponía una gratificación que galvanizaba toda aquella experiencia de reencuentro y enriquecimiento mutuo haciéndoles desear repetir el evento.

    Pero en el siglo XXI todas esas ventajas ya no existen, y sí los inconvenientes de tan multitudinarias reuniones forzosas en las que hay que comer a reventar cuando el problema es la obesidad y no la inanición, además de intercambiar costosos regalos que no sirven para nada.

    En fin, que hay que actualizar las costumbres ancestrales revisándolas con la ayuda del sentido común y adaptándolas a nuestro caso particular. Si después de eso nos siguen interesando, adelante, pero si sólo las repetimos por seguir la costumbre, busquemos la fórmula para zafarnos de ellas, ignorando la publicidad turronera y desligándonos del compromiso social de cumplir con ese viejo ritual de nuestros ancestros.

    Saludos.

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  11. Anónimo20:18

    Ay, Yack, cuánta razón te asiste. He disfrutado leyendo tu reflexión antropológica a mi comentario (que no ha salido publicado) porque la comparto en su totalidad. Gracias por tu respuesta.

    Saludos,
    Amavib

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  12. Disculpa el fallo pero he contestado a tu comentario antes de liberarlo.

    Y gracias a ti por compartir tus sabias y profundas reflexiones.

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  13. LUCY0:57

    ESTOY DE ACUERDO CON TODO LO DICHO , LA NAVIDAD SE HA CONVERTIDO EN UN COMERCIO IMPARABLE, CUANDO UNO MENOS PIENSA ENTRA AL AÑO NUEVO LLENO DE DEUDAS, CANSADO Y ABURRIDO

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  14. Así es, y no veo razón alguna para tenerlo que hacer por obligación social.

    Saber que hay otras personas, como tú Lucy, que también lo piensan nos ayuda a mantenernos firmes en nuestras convicciones, a pesar de la avalancha de tópicos que cae sobre nosotros cuando nos negamos a seguir la corriente.

    Saludos y ¡Felices Navidades! anticipadas.

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