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Fe y religión

A creer sin pruebas se le suele llamar "fe" cuando se refiere a temas religiosos y candidez o credulidad si se refiere a otros temas.

En esta tertulia se tratará de determinar si es legítima la fe como vía de conocimiento y si tiene sentido orientar la propia existencia tomando como referencia el modelo de realidad que nos proporciona la fe religiosa.

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Yack:

La evolución nos dotó de una inteligencia excepcional para ayudarnos a sobrevivir.

La manera en que la inteligencia nos ayuda a sobrevivir, es creando modelos virtuales del mundo real y ensayando sobre ellos diferentes acciones alternativas para determinar las consecuencias, buenas o malas, de aplicarlos, sin que tengamos que sufrir, en nuestro propio cuerpo, las consecuencias de los experimentos fallidos.

Esta valiosa facultad de la mente humana implica, entre otras, la capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso, los modelos erróneos de los modelos acertados.

Y es importante distinguir la verdad del error porque los modelos acertados nos proyectan hacia el éxito y los modelos erróneos nos precipitan al fracaso.

En el ámbito religioso hay dos tipos de modelos de realidad contradictorios: El modelo A afirma que es muy probable que Dios no exista y que si existe no se ocupa de nosotros. El modelo B dice que Dios existe y que, además, se ocupa de nosotros, oye y atiende nuestras plegarias y que, tras la muerte, nos abrirá las puertas del paraíso o del infierno según hayamos seguido o no las indicaciones de sus sacerdotes, que son los encargados de interpretar sus confusos mensajes.

Después de muchos siglos de búsqueda, la ciencia ha llegado a la conclusión final de que no existe ni una sola prueba que apoye al modelo B y una colosal evidencia a favor del modelo A..

Si el modelo B fuese correcto, debería haber infinidad de pruebas que lo apoyasen porque toda actuación divina para cambiar el curso de los acontecimientos, debería violentar las leyes de la naturaleza, aunque solo fuese la ley estadística.

Aunque sea imposible determinar si un enfermo se ha curado por efecto de un medicamento, gracias a sus propias defensas o por las plegarias que ha dirigido a su dios, sí podemos comprobar que no hay una mayor incidencia de curaciones entre creyentes y ateos. Confirmando la prueba de la simetría estadística, los rayos caen con la misma frecuencia sobre iglesias atestadas de devotos fieles que sobre centros de corrupción y pecado.

Y sin embargo, buena parte de la población sigue aferrada al modelo B, aduciendo cuando se ven acorralados, que creen en el modelo B a través de la fe, al no poder aportar ni una sola prueba consistente a favor de sus creencias. ¿Pero qué es la fe?

Creer en algo cuya existencia no puede comprobarse se considera una actitud irracional y además peligrosa puesto que los modelos erróneos nos conducen al fracaso.

Sin embargo, cuando la creencia en modelos erróneos se refiere a temas religiosos, no sólo deja de considerarse irracional, sino que se exige para ella respeto y hasta se considera socialmente reprobable ponerla en duda. Lo más sorprendente es que esta actitud respetuosa se extiende incluso a los colectivos de agnósticos y ateos.

Sólo mencionaré dos ejemplos que pueden explicar este hecho:

Cálculo de Descartes

Se atribuye a Descartes el siguiente razonamiento: Si creemos y Dios no existe, no tendremos que pagar ningún precio por nuestro error, pero si no creemos y Dios existe, acabaremos en el infierno así que, con que sólo haya una mínima posibilidad a favor de Dios, es mucho más práctico creer.

Basándose en un cálculo similar, el ateo que es respetuoso con la fe de los demás, se guarda un último as en la manga que podrá sacar el día del juicio final un segundo antes de ser arrojado al infierno: Me equivoque, lo admito, mi racionalidad me traicionó, pero al menos fui respetuoso con los creyentes y, solo por eso, merezco otra oportunidad.

Educación religiosa

Casi todos hemos recibido una educación religiosa en la que se nos ha impartido un sagrado respeto a todo aquello relacionado con la religión y esas experiencias infantiles, asociadas a fuertes vivencias emocionales, han dejado una impronta indeleble en lo más profundo de nuestra mente que es imposible extirpar por muy contrarias que sean a la razón que desarrollamos en la edad adulta.

Hasta el más convencido ateo sentirá una fuerte inhibición emocional ante la posibilidad de cometer un acto sacrílego, por la misma razón que, siendo adultos, sigue asustándonos la oscuridad y las historias de aparecidos, aún sabiendo que son falsas.

En lugar de entrar en los múltiples mecanismos sociales y psicológicos, tales como el miedo a la muerte y a la soledad ante la desgracia, el sentido de la justicia, la disposición genética hacia el animismo y la magia y la falta general de rigor lógico que favorecen las creencias religiosas, terminaré refutando el último argumento que el creyente esgrime contra la razón y la lógica.

La Iglesia y con ella los creyentes, al haber perdido, uno tras otro, los viejos argumentos lógicos que sustentaban sus creencias se han parapetado en un último argumento de autoridad, que pese a su ingenuidad, sigue esgrimiéndose, tal vez porque es la última barricada que puede levantarse ante el avance imparable de la verdad.

El argumento, en boca de los creyentes, viene a decir que, aunque carezco de argumentos sólidos para apoyar mis creencias, he sido agraciado por el don divino de la fe y en su virtud ya no necesito pruebas para creer.

Es decir, la fe sería una especie de vínculo con la divinidad que da acceso directo a la verdad suprema.

Nuestro cerebro, que se suponía, era la única herramienta para alcanzar trabajosamente la verdad, es cortocircuitado milagrosamente y se nos conecta mediante el cable mágico de la fe con la fuente absoluta y única de la verdad.

Naturalmente, los no conectados no pueden tener acceso directo a la verdad ni pueden ver ese cable mágico de luz que une a Dios con sus elegidos.

Esta hermosa y gratificante metáfora, tiene, como todas los modelos falsos, un gran agujero por donde se escapa toda su fuerza de convencimiento.

En efecto, si la fe fuera un don divino y una conexión directa con la verdad suprema, todos los creyentes, dado que sólo puede haber una única verdad suprema, coincidirían en sus creencias, pero el hecho es que cada creyente tiene fe en creencias totalmente diferentes, las mismas que le enseñaron durante su infancia y las mismas que comparten con sus conciudadanos.

Sería inadmisible que Dios utilizará el don de la fe para afianzar en su error a los creyentes en religiones falsas, cortocircuitando su razón y privándoles así de la única oportunidad de utilizar su propia inteligencia para salir del error y buscar la auténtica verdad, la autentica religión, si es que existe.

Rizando el rizo de los despropósitos, se puede tener fe en que la fe que se tiene es la buena y que la de de los demás es falsa, claro que ese argumento es tan poco serio que ni siquiera los creyentes se atreven a decirlo en voz alta porque suponen, y con razón, que provocaría la risa indulgente del que la oyera, siempre que no compartiese su misma fe, claro.

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Warrior:

Fe es una palabra con distintas acepciones, pero como en esta ocasión la enlazamos con la palabra religión, la voy a utilizar en el sentido de aceptación de las creencias de una religión.

Religión sería el conjunto de las creencias sobre Dios y lo que le espera al hombre después de la muerte, y de los cultos y prácticas relacionados con esas creencias.

¿Para creer en cualquier religión es necesaria la fe? Parece indudable que sí, puesto que no hay ninguna evidencia para la razón para creer en Dios. Sin embargo, no todos los hombres tienen fe por lo que parece que esta es una “gracia” que se les concede a unos sí y a otros no. Como el tema de la existencia o no de Dios sería otra cuestión a analizar, no entro en ella.

Pero ¿de dónde le viene al hombre esa necesidad de la religión? Hasta el siglo XX se explicaba por el miedo del hombre ante lo desconocido y no encontrar una explicación racional. Más tarde, Mircea Elliade propone el término de hierofanía para explicar la percepción de lo sagrado, en donde el impulso o sentimiento religioso está caracterizado por un sentimiento de insuficiencia ante la explicación que dan los sentidos y la razón. Es decir la idea que se propone por Elliade es la de la oposición entre lo sagrado y lo profano para contrarrestar la anterior idea de oposición entre la razón y el miedo irracional.

Sea cual sea la explicación, la verdad que el hombre a pesar de toda la ciencia y tecnología actual, sigue necesitando la ayuda religiosa para explicarse el mundo y darle sentido. Claro es que los problemas fundamentales del hombre siguen siendo los mismos: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Para qué estoy aquí? y, sobre todo, el de la muerte. Aceptar la muerte para el hombre es muy duro. Las religiones le sirven para darle una esperanza. Es un lenitivo, un consuelo. ¿Cómo podría soportarse una vida llena de injusticias, amarguras, hambre, guerras, catástrofes, etc.etc. sin decirles que hay otra vida mejor? Pero, también ¿Cómo se podrían manejar a las grandes masas analfabetas? Es indudable que la religión ha sido utilizada a lo largo de la historia por todos los poderes. Fueran Reyes o Emperadores o Dictadores todos han utilizado a los que manejaban los secretos de una religión: el chamán, o el hechicero, más tarde el Sacerdote o el Pastor, el Monje, el Imán o el Rabino. Para poder controlar a esas masas y que no se rebelen es necesario decirles que si roban, matan, etc. además del castigo previsto por la ley, está Dios que todo lo ve, y aunque puedan escapar de la ley, no lo harán del castigo Divino. Por eso para los “buenos” se crea un Paraíso donde disfrutarán de todo lo que en la tierra no han tenido y para los “malos” el Infierno, en donde sufrirán los castigos más terribles durante toda la eternidad. Aún así y todo la historia nos dice lo horrible de la actuación del hombre, pero ¿cual hubiese sido de no estar la religión?

Pero, ¿cree verdaderamente el hombre? Es evidente que algunos sí, y llevan coherentemente su vida con arreglo a las creencias de su religión. Sin embargo, yo pienso que la mayoría no han reflexionado sobre lo que supone sus creencias. Se tienen ideas generales, pero no lo que dicen los dogmas. Las religiones que están basadas en dogmas y en la revelación directa de Dios y que se recogen en un Libro Sagrado (Judaísmo, Cristianismo, Islamismo), tienen que aceptarse tal cual y no elegir esto o aquello según me convenga, haciéndose cada uno una religión a su medida. Se supone que si los preceptos y dogmas por los que se rige una religión los ha revelado Dios, éstos son universales y eternos pues Dios no puede equivocarse. No obstante, es más fácil de llevar una religión cogiendo sólo la parte que conviene. Por ejemplo, muchos católicos se separan y, sin embargo, la doctrina de su Iglesia lo prohíbe, pero no pasa nada: se siguen llamando católicos. ¿Creen en el infierno? Si de verdad creyeran en la otra vida y que serán juzgados por Dios en el Juicio Universal, el comportamiento de la mayoría de los cristianos sería de una bondad infinita. Basta observar a los países cristianos para ver que esto no es así. He escogido a los cristianos porque es nuestra cultura, pero lo mismo podría decirse de las demás creyentes de otras religiones.

Podríamos seguir mostrando cantidad de contradicciones en los que se llaman creyentes, pero más allá de esto está la penetración de las ideas religiosas en la mente de todos (la existencia de un Dios creador de todo, la exaltación de la debilidad, la glorificación de los sentimientos gregarios, etc., etc.), que hace muy difícil el triunfo de la Ciencia y la Razón para el funcionamiento del ser humano, sin tener que recurrir a explicaciones exotéricas y místicas a todos los interrogantes que aún no tienen explicación.

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Jason:

Hay preguntas que surgen en todo hombre, de forma más o menos explicita, desde la infancia de la Humanidad:¿de dónde venimos?,¿a dónde vamos?,¿qué sentido tiene la existencia?;preguntas que causan desasosiego, duda y perplejidad hasta que se encuentra una respuesta o explicación satisfactoria. El hombre primitivo con su mentalidad animista divinizó las fuerzas de la Naturaleza creando una serie de mitos, basados en la pura fantasía, como explicación a sus temores y preguntas, calmando así su angustia. El mismo a través de su alma y por medio de ritos podía entrar en contacto con ese plano sobrenatural. Así, desde la fe en la existencia de un mundo divino se van construyendo progresivamente las distintas religiones.
Algunos autores han analizado este mecanismo psicológico como formas mentales inmaduras de explicar la realidad de las que todavía no se han librado la mayoría de los hombres. Este análisis crítico lo han realizado sobre todo el psicoanálisis, el evolucionismo y el positivismo. La humanidad, dicen, tendría que madurar de la mano de la racionalidad científica. Pero lo cierto es que a pesar del gran desarrollo científico y tecnológico, con el que el hombre podría contestar a esas preguntas que le inquietan, sigue manteniendo su fe religiosa, incluso en el caso de algunos eminentes científicos, porque la religión sigue siendo el último reducto de la esperanza ante la muerte y el sufrimiento esas creencias no tienen ningún fundamento verosímil, al menos desde el punto de vista científico, sino que se sustentan únicamente en el sentimiento irracional de la fe. Es como una apuesta por la existencia de algo sobrenatural ante la imposibilidad de probar su no existencia. El agnóstico carece de ese sentimiento y con su sola razón se confiesa impotente para basar racionalmente esa creencia, mientras que el ateo combate, por su convencimiento de la n o existencia de realidades divinas, cualquier forma de fe.
Lo cierto es que aunque nos movamos en el plano de la irracionalidad, millones de hombre dan sentido a su existencia desde la explicación religiosa, la cual muchas veces es utilizada para anular el ansia de libertad y de verdad que late al menos en el corazón de los mejores.

1 comentario:

  1. Warrior, creo que tu análisis es impecable y lo suscribo en su totalidad. Únicamente añadiría un comentario en la línea de lo que tú apuntas sobre las múltiples utilidades que se han obtenido de la religión.
    Según la teoría evolucionista, cualquier nueva estructura nace para atender a una necesidad específica, pero su sola presencia abre nuevas oportunidades multifuncionales que son explotadas inmediatamente por la mecánica general de la criatura. Y como consecuencia de ello, la nueva estructura es remodelada y potenciada por múltiples fuerzas concurrentes que están sacando provecho creciente de su existencia y de la evolución adaptativa que está experimentando para atender a esas demandas..
    De igual manera, la religión nacida inicialmente como un intento primitivo de explicación cosmologica y luego como una solución al miedo a la muerte, fue evolucionando para mejor adaptarse a múltiples necesidades sociales, tales como la de robustecer el poder, afianzar las normas éticas de convivencia, coordinar proyectos comunes o reducir el miedo de los combatientes en las guerras, entre otras muchas.
    Y es a través de esas múltiples utilidades secundarias como la religión se robustece y crece hasta convertirse en la piedra angular de las civilizaciones antiguas. Afortunadamente, el progreso tecnológico y científico está permitiendo la sustitución progresiva de esas arcaicas estructuras por otras más racionales y eficientes.

    Saludos.

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