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Lenguaje y pensamiento

El lenguaje es el vehículo que facilita la comunicación entre los seres humanos. Pero el lenguaje es, además, un sistema tan complejo y de raíces tan profundas que se ha convertido en parte y soporte del pensamiento mismo hasta el punto de que, sin este, aquel se vería fuertemente menoscabado.
El objetivo de esta tertulia será el de profundizar en la naturaleza del concepto dual lenguaje-pensamiento, analizar sus mutuas interrelaciones, y explorar las fronteras de sus respectivos ámbitos de actuación.

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Yack:

Sabemos ya, sin lugar a error, que las facultades, los órganos y hasta los comportamientos instintivos de una especie, se han desarrollado, sólo han podido desarrollarse, bajo la directriz del modelo conocido como evolución darvinista.

El modelo de evolución darvinista se basa en dos únicos principios:

Mutación: Como consecuencia de errores inevitables en la duplicación del ADN se producen algunos cambios aleatorios en los genes de cada individuo en el momento de su concepción. El mecanismo de transcripción celular codifica, a partir de esos genes mutados, proteínas modificadas que en virtud de esos cambios, presentan nuevas funcionalidades. Es decir, como consecuencia de los cambios (mutaciones) producidos en el genotipo (ADN) heredado de sus progenitores, cambia la estructura externa e interna del individuo y con ello su funcionalidad, su aspecto, su comportamiento. El genotipo contiene las instrucciones de fabricación del fenotipo (organismo) de la misma forma que el plano de obra de un edificio específica la manera en que debe construirse el edificio y, por lo tanto, la forma (fenotipo) que adoptará el edificio cuando se construya.

Selección: El nuevo fenotipo (organismo) obtenido a partir del genotipo (ADN) modificado se somete al banco de pruebas de la supervivencia en un entorno poblado por criaturas de su propia y de otras especies que compiten por obtener los escasos recursos disponibles. Si el nuevo espécimen surgido de las mutaciones consigue sobrevivir y reproducirse, las nuevas versiones de sus genes modificados serán heredadas por sus descendientes y tendrán la oportunidad de difundirse en el futuro pero, si no es así, los nuevos genes surgidos tras la mutación desaparecerán junto con la criatura que los posee.

Este planteamiento, hoy día aceptado por la ciencia, implica que todas las facultades y capacidades humanas existen, únicamente, en la medida que contribuyen a la supervivencia del individuo y que su desarrollo ha sigo guiado e impulsado por ese único propósito.

Si esto es así, y lo es, la existencia y configuración actual del pensamiento y del lenguaje humano, en lo que tienen de facultad genética no aprendida, deben obedecer únicamente al propósito general de mejorar las opciones de supervivencia de la especie humana.

Y podemos conjeturar, por las mismas razones, que un pensamiento y un lenguaje excepcionalmente bien estructurado y eficiente serán valiosos para el individuo que los posea en el contexto de un grupo social humano.

Pero convendrá ahora preguntarnos para qué sirve el pensamiento y para qué sirve el lenguaje en el ámbito de la supervivencia y al hacernos estas preguntas esenciales, tal vez descubramos algunas respuestas a preguntas que ni siquiera nos habíamos planteado.

El pensamiento (véase el post “La verdad”) es una facultad orientada a realizar predicciones precisas del futuro que nos permitan posicionarnos estratégicamente en él y sacar ventaja respecto de aquellos competidores que son menos hábiles en esa tarea. Por lo tanto, cuanto más avanzado y complejo sea nuestro pensamiento, más fiables y ampliadas serán nuestras predicciones y, en consecuencia, más consolidada quedará nuestra existencia.

En cuanto al lenguaje, podemos definirlo como la capacidad para comunicarnos o, lo que es lo mismo, para recibir y transferir información desde y hacia la mente de nuestros semejantes.

Si nuestro cerebro está formado por neuronas que se conectan mediante sinapsis, podríamos suponer que la sociedad humana está formada por mentes humanas conectadas mediante sinapsis virtuales a las que llamaríamos “lenguaje”. Y, si esto fuese cierto, y creo que lo es, la sociedad humana funcionaría como un inmenso cerebro virtual cuyo pensamiento sería superior, en muchos órdenes de magnitud, al de una mente individual aislada. Veamos más de cerca esta hipótesis.

Si comparamos las capacidades intelectuales y tecnológicas que podría desarrollar a lo largo de su vida un ser humano aislado en la selva, con las capacidades que posee (y que llegará a poseer en el futuro) nuestra sociedad, podemos hacernos una idea aproximada de la importancia que tiene el lenguaje en el éxito evolutivo de la especie humana.

En efecto, si los seres humanos estuviésemos dotados de inteligencia, pero no de un lenguaje para comunicarnos al mismo nivel que nos permitiera esa inteligencia, seríamos una comunidad de sordomudos que permanecería estancada en los estadios más primitivos del desarrollo de la sociedad humana.

Podemos afirmar, por lo tanto, que el lenguaje ha debido desarrollarse al mismo tiempo que nuestro pensamiento, y ese desarrollo combinado ha propiciado una evolución paralela y coordinada de ambas facultades: pensamiento y lenguaje.

Añadiremos que, si bien el lenguaje humano es oral, podría sustentarse en otros procedimientos como, por ejemplo, el lenguaje de signos, la escritura o cualquier otro método que fuese capaz de soportar las mismas prestaciones comunicativas que el lenguaje oral.

Si la evolución del pensamiento hubiese ido por delante de la del lenguaje, no se habría podido aprovechar completamente esta ventaja al no haber sido el lenguaje capaz de transmitir sus consecuciones intelectuales al gran cerebro colectivo. Si hubiese sido el lenguaje el que hubiese tomado ventaja sobre el pensamiento, su sobredimensionada capacidad no se habría aprovechado por no disponerse de suficiente información que transmitir.

Sería como disponer de una banda ancha sin contenidos o de contenidos sin suficiente ancho de banda para transmitirlos: en ambos casos nos encontraríamos con un despilfarro de recursos no aprovechables.

Sabemos que en el modelo evolutivo, no puede darse el caso de que se desarrolle un órgano o función con mayor capacidad de la que necesita el conjunto del individuo porque, en tal caso, la relación coste/beneficio se reduciría y la presión selectiva lo reajustaría inmediatamente.

El desarrollo paralelo y estrechamente cercano tanto en el espacio (el cerebro) como en el propósito (participar en la creación de un gran cerebro colectivo), ha producido dos efectos colaterales:

- El pensamiento ha evolucionado para mantener siempre una alta comunicabilidad compatible con el canal de comunicación que es el lenguaje.

Y esa necesidad, derivada del modelo de cerebro colectivo, ha hecho que el lenguaje y el pensamiento evolucionen tan de la mano que muchas estructuras, procedimientos y sistemas hayan sido compartidos para reducir los costes de desarrollo y mantenimiento y, sobre todo, para asegurar una total compatibilidad. Esta coevolución paralela es la responsable de que se haya producido un pensamiento verbalizado y un lenguaje con capacidad de representar al pensamiento en su compleja sutileza.

Así se comprende que pensemos interiormente cuando hablamos y que hablemos interiormente cuando pensamos. También se explica que a veces nos sorprendamos a nosotros mismos al oír o leer la idea que acabamos de alumbrar, dado que ha sido nuestra mente la que acaba de descubrirla gracias al esfuerzo que exigimos al pensamiento cada vez que iniciamos una conversación.

También solemos murmurar en voz baja nuestros pensamientos cuando estamos realizando un gran esfuerzo intelectual porque hablar y pensar no son dos facultades independientes sino que comparten recursos y mecanismos profundos y es necesario ponerlos a funcionar al mismo tiempo (aún en modo silencioso) para que alcancen toda su eficacia.

Como recomendación, añadiremos la conveniencia de escribir, releyendo una y otra vez lo que se escribe, para pensar con mayor claridad y fundamento. También recomendamos el debate vivo para movilizar y potenciar los recursos intelectuales.

- La segunda consecuencia es que nuestro cerebro y nuestro pensamiento han evolucionado no tanto hacia una máquina individual para la comprensión de la realidad, sino como una pieza diseñada para integrarse en una gran mente colectiva y proporcionar en esa integración su mayor rendimiento. Un ejemplo aclaratorio sería el diseño de una hormiga, que alcanzaría su máxima eficacia al estar ésta integrada en un hormiguero, pero se volvería ineficaz si la hormiga se viera abocada a una vida en solitario.

Es decir, el diseño de la mente humana está optimizado para que trabaje en grandes grupos que puedan comunicarse entre sí, pero si se la aislase del grupo, funcionaría con tan escaso rendimiento que, tal vez, en rendimiento, no superaría al de otros animales.

Así pues, podemos afirmar que a partir del momento en que la especie humana se desgajó de la rama de los homínidos, comenzó a desarrollar un lenguaje y un pensamiento propio orientado a crear una gran mente colectiva y que para conseguirlo hubo de desarrollar un sistema (el lenguaje) capaz de codificar en un número finito de fonemas y palabras la creciente complejidad que albergaba no sólo su cerebro individual, sino su cada vez más extenso cerebro colectivo.

Y ha sido tal el éxito alcanzado en esa estrategia novedosa, que el avance evolutivo del pensamiento y del lenguaje de ese gran cerebro colectivo continua por sí mismo, desarrollando nuevos métodos que le permitan avanzar más allá de las limitaciones impuestas por las mentes individuales que lo constituyen, evolucionando más allá de las posibilidades del pensamiento y del lenguaje que puede sustentarse en el cerebro humano.

Si nos olvidamos por un momento de que somos las neuronas de un gran cerebro y observamos imparcialmente esa mente colectiva surgida a partir de ellas, quedaremos sorprendidos por la insólita deriva evolutiva que está aconteciendo ante nuestros ojos, tal vez demasiado lenta para percibirla y tal vez demasiado rápida para comprenderla. Intentemos no obstante visualizar el proceso y darle un sentido general:

Después del primer impulso evolutivo en el que se desarrolló el pensamiento y el lenguaje típicamente humanos, el gran cerebro colectivo ideó la escritura, que representa una primera memoria externa no biológica donde se puede grabar el pensamiento previamente codificado en palabras y conservarlo, duplicarlo y transmitirlo fácilmente a otras mentes a través del espacio y el tiempo, incluso después de que el cerebro del que surgieron haya desaparecido.

Pero eso fue sólo el comienzo. Con el desarrollo de las telecomunicaciones, como potentes aliados del lenguaje, y últimamente de los ordenadores, como poderosas extensiones y ampliaciones del pensamiento mismo, la sociedad humana ha dado un salto cualitativo que nos está llevando vertiginosamente a otro nivel de realidad.

Nuestra sociedad actual ya ha dejado de ser un conglomerado de cerebros humanos pensando y comunicándose mediante el lenguaje. En la actualidad es y, sobre todo, se está transformando, es un inmenso entramado constituido por tres clases de elementos íntimamente relacionados y en perfecta compenetración:

Agentes inteligentes: Cerebros humanos y ordenadores, encargados de procesar información y enriquecerla.

Memoria de almacenamiento: Papel impreso, videos, grabaciones sonoras y bancos de memoria electrónica que sirven para guardar la información y ponerla a disposición inmediata de los agentes inteligentes de la comunidad (cerebros y ordenadores) cuando la necesiten.

Sinapsis virtuales: Lenguaje humano hablado y escrito, protocolos de comunicación entre ordenadores, lenguajes de comunicación hombre-máquina y máquina-hombre que funcionan como pasarelas de intercambio de información entre agentes inteligentes individuales que actúan como neuronas del gran cerebro colectivo.

Por último mencionaremos el tupido tejido formado por cables eléctricos, fibra óptica y ondas hercianas que, actuando como auténticas réplicas físicas de las sinapsis neuronales, entrelazan y comunican entre sí los agentes inteligentes y las memorias de almacenamiento formando una Noosfera de dimensiones planetarias que, probablemente antes de que termine el siglo, trascenderá al viejo modelo fósil “pensamiento-lenguaje humano” para adentrarse en una nueva etapa evolutiva en el que el concepto de hombre y hasta el de ser vivo pierdan su actual significado.

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Warrior:

El lenguaje es una característica específicamente humana y constituye un instrumento importantísimo para el pensamiento y sobre todo el pensamiento abstracto. Pero el lenguaje está subordinado a los progresos del pensamiento y depende de ellos, es decir el lenguaje está condicionado a los progresos intelectuales del período sensorio-motor. En efecto, cuando el niño empieza a hablar es siempre capaz de hacer más cosas de las que puede expresar y aprende antes a hacerlas que a decirlas. El trabajo principal que el niño tiene que realizar en su desarrollo intelectual es conseguir que el mundo, tanto físico como social, tenga una organización y una constancia.
Durante la larga etapa de las operaciones concretas que puede llegar hasta los 11-12 años, el niño está ligado a lo que tiene delante, es decir su pensamiento está todavía limitado a lo concreto. A partir de la citada edad, el niño empieza a razonar no sólo sobre lo real, sino también sobre lo posible. Empieza a hacer razonamientos de tipo hipotético y adquiere también los mecanismos básicos del pensamiento científico.
En el pensamiento hipotético, el lenguaje ocupa un lugar muy importante, pues únicamente se puede razonar sobre lo posible, sobre lo que todavía no es, con ayuda del lenguaje.
Se ha llegado a decir que el lenguaje se puede considerar como “un espejo de la mente” en el sentido que los conceptos expresados y las distinciones desarrolladas en el uso normal del lenguaje nos permitan comprender los esquemas de pensamiento y del mundo del “sentido común” elaborado por el entendimiento humano.
El pensamiento está ligado al conocimiento y en relación con esta afirmación el gran filósofo Bertrand Russell se preguntaba: “¿ Cómo ocurre que seres humanos, cuyos contactos con el mundo son breves, personales y limitados, son capaces, sin embargo, de llegar a saber tanto como saben?”
Ha habido respuestas a esta pregunta desde Aristóteles. Yo quiero citar al norteamericano Noam Chomsky, que parte del principio de que “debemos poseer una facultad innata para alcanzar estados de conocimiento avanzados, pero tales estados no son innatos a una forma determinada, ni se ha desarrollado a partir de otros estados aún más elevados, sino a partir de la percepción sensorial”.
Dicho de otra manera, lo que podemos conocer está determinado por los modos de concepción del entendimiento, en consecuencia, lo que efectivamente conocemos o lo que llegamos a creer depende de las experiencias específicas que despiertan en nosotros alguna parte del sistema cognitivo latente en nuestra mente. El pensamiento cartesiano y los racionalistas del siglo XVII ya discutían sobre las ideas “innatas” o “nociones comunes”, como los conceptos geométricos y las “ideas o las categorías de relación”, tales como “Causa y Efecto, Todo y Parte, Semejanza y Desemejanza, Proporción y Analogía, Igualdad y Desigualdad, Simetría y Asimetría” todas ellas ideas de relación y con esto llegamos al concepto kantiano de la “conformidad de los objetos a nuestro modo de cognición.
Es pues el saber lo que hace que podamos tener pensamiento, porque ¿qué podemos pensar cuando no sabemos nada?