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La búsqueda del placer

Desde el mismo momento en que nacemos, emprendemos la búsqueda del placer y la evitación del dolor.

Sin embargo, este, en apariencia, sencillo proyecto, puede resultar extraordinariamente complejo y difícil de alcanzar, hasta el punto de que nuestro cerebro está dedicado casi por entero a conseguirlo y sólo a veces tiene éxito, y en tales casos, durante un tiempo limitado.

En esta tertulia veremos por qué es tan difícil alcanzar el placer y la felicidad, y desde ese análisis, trataremos de extraer algunas conclusiones que nos ayuden a tener éxito en este propósito universal.

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8 comentarios:

  1. ¡Qué interesante! La búsqueda del placer…

    Encontramos placer a través de todo aquello que nos produce bienestar. Comer al tener hambre. Beber cuando sentimos sed… Obtenemos placer saciando -en definitiva- distintos apetitos. Y, por supuesto, el “rey” de todos esos apetitos es el sexual porque, seguramente, es el que está dotado de mayor capacidad para producirnos el más intenso de los placeres.

    Gula, pereza, lujuria… Lamentablemente desde el punto de vista religioso, se encargan de “recordarnos” que no debemos entregarnos de forma desmedida a la búsqueda de ninguno de los placeres, ya que “según dicen” éste se convertiría en “vicio”. En fin… Habrá que tener cuidado para no arder en el infierno…

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  2. Maite14:35

    Hola, soy Maite. Desde mi punto de vista felicidad y placer no es lo mismo. La felicidad es un concepto muy complejo. Hay muchas formas de felicidad, yo he conocido personas a mis ojos no eran felices y ellas te decían que eran felices, que estaban haciendo lo que les gusta, aunque no sentían placer.

    La felicidad es un estar bien con uno mismo, puedes estar trabajando o en la playa tomando el sol y sentirte feliz. Es muy subjetivo el concepto, lo que para mí es felicidad, para otra persona es no satisfacción.

    El placer ya es otra cosa. Pocas cosas producen placer y si éste se da !dura tan poco¡ que a penas lo saboreamos el tiempo suficiente.

    Ser feliz, estar feliz también es diferente. Estar feliz es más común, ya que dura poco, enseguida te bajas de la nube !qué poco dura la alegría en casa del pobre¡ suelen decir.... y es verdad.

    De todas formas, como todas las cosas de la vida, la felicidad hay que trabajarla, hay que aprender a ser feliz, debemos crecer por dentro. Todos deberíamos esforzarnos por ser feliz y no sólo por nosotros, sino por los demás.

    La mayor prueba de amor que podemos dar es sentirnos felices para hacer felices a los demás.

    ¿Qué os parece?

    Saludos, Maite

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  3. Maite, la verdad es que estoy más de acuerdo con tu pausada descripción de lo que es la verdadera felicidad que con el enfoque dionisiaco de "placer" permanente que nos propone Dulcinea.

    No sólo desde el punto de vista religioso, si no desde el punto de vista evolutivo y "ateo" de nuestra especie, el hedonismo se ha mostrado como una táctica de supervivencia que conduce al fracaso de especies biológicas enteras, por no decir de culturas humanas enteras.

    Yo creo que en este tema también existe un diferente enfoque entre los sexos...las mujeres tienden a la felicidad del "porque yo lo valgo" (y los publicistas saben mucho de ello), los hombres la perciben como un resultado de acciones virtuosas (generalizo, pero al mismo tiempo me inspiro en estudios antropológicos de autores de diferentes tendencias). En la descripción de supuestas sociedad matriarcales (de las que por cierto no ha quedado ninguna huella arquelógica), los poetas helenos describían una entrega a los placeres sin medida...¿sería esa la causa, en el supuesto de que tales sociedades hayan existido alguna vez, de su desaparición?.

    Creo que aunque la afirmación sea de un filósofo que hoy es tachado de misógino (Aristóteles) por ciertas corrientes feministas, la virtud y felicidad está en el término medio. Como a Dulcinea, a mi el sexo me encanta, pero mis etapas más promiscuas no las recuerdo como particularmente felices, y no es por un falso sentimiento de culpa inducido por la educación judeo-cristiana a la que he sido expuesto, si no por un profundo sentimiento de vacío personal.

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  4. Dulcinea, estaba de acuerdo con tus reflexiones hasta llegar a lo del “rey”.

    A mi entender, el sexo es el menos intenso de los instintos y el que, por tanto, produce menos placer al satisfacerlo.

    La razón de ello es que se puede pasar toda una vida sin sexo pero poco tiempo sin respirar, comer, beber, dormir, etc.

    El error conceptual viene del hecho de que en las sociedades opulentas, como la nuestra, tenemos cubiertos todos los deseos básicos (comer, beber, descansar, seguridad, etc.) mucho antes de que lleguen al umbral de dolor.

    Sin embargo, el sexo, al necesitar de otro ser humano, que sea atractivo, joven, que no esté comprometido, que confié en ti, y al que le gustes hasta el punto de acceder a tus deseos lascivos, es el único deseo que no se puede satisfacerse fácilmente.

    Y puesto que los placeres intensos sólo se producen en respuesta a la satisfacción de una acuciante necesidad, y el sexo es el único deseo que no nos resulta fácil de satisfacer, se ha convertido en la obsesión del hombre civilizado.

    En las raras ocasiones en que puedes satisfacerlo sin freno, produce cansancio, como cuando todas las mañanas te ponen sobre la mesa una montaña de deliciosos pasteles.

    Es, como casi todas las promesas de felicidad, una estafa, aunque una estafa en la que reincidimos una y otra vez porque la naturaleza así lo quiere y ella es la que manda sobre nosotros dado que es la que nos ha diseñado y nos ha puesto en funcionamiento.

    Se trataría de cumplir el mandato de perpetuarnos como especie, en el que la naturaleza está particularmente interesada.

    En cuanto al infierno, no deberías preocuparte. Sé de buena tinta que no existe.

    Y respondiendo a Maite, te diré que suscribo todo lo que dices.

    Sólo añadiría que una de las fórmulas más eficaces para ser feliz es esforzarse por hacer felices a los demás. El egoísmo bien entendido empieza por hacer felices a los demás, porque sólo así conseguiremos que ellos, en justa correspondencia, hagan lo propio.

    Y, como veremos cuando escriba la entrada prometida, el rey de los placeres es la relación social con otros semejantes y ésta sólo será eficaz si somos eficientes en el área de la comunicación interpersonal.


    Saludos cordiales.

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  5. Cierto que, según estamos exponiendo, todo aquello que tenga que ver con satisfacer necesidades básicas nos proporciona bienestar y placer. Pero… ¿acaso no es menos cierto que encontramos placer si seguimos comiendo o bebiendo aunque ya no tengamos apetito? Luego rebasar esa línea, también produce placer y, bajo mi punto de vista, mayor del que se obtiene al saciar pura y simplemente la necesidad básica. Por eso yo mencionaba algún que otro pecadillo capital como la gula… No los hemos mencionado aún, pero el dinero y el poder tampoco se nos escapa que son fuentes de placer inigualable (avaricia). Intuyo que una de las razones por la que los políticos se resisten a dejar su poltrona es precisamente por eso. Coincido contigo, YACK, en que fomentar buenas relaciones sociales, o ser altruista, nos proporciona también mucho placer y felicidad. Desde luego es la actividad más loable que podemos llevar a cabo.

    En cualquier caso, sigo sosteniendo que el sexo es el placer por excelencia. El rey dentro de todos los placeres. Claro que la otra cara de la moneda es que también supone mucho sufrimiento para mucha gente. El sexo mueve el mundo. Creo que pones demasiadas premisas básicas para llegar a tener sexo (alguien joven, atractivo, libre, que confíe en ti, etc). Supongo que frena muchos encuentros el haber recibido una educación demasiado restrictiva, el temor al SIDA o, incluso, “al qué dirán”. La industria del sexo es abrumadora, porque el interés humano hacia él es bestial.

    Leer un buen libro, escuchar música que nos agrade, viajar, disfrutar viendo una película, dormir, practicar algún deporte… Actividades todas ellas, y otras muchas más, que sin duda alguna pueden procurarnos gran placer. Existen otros placeres menos sanos (fumar, entre otros muchos), pero que las gentes se resisten a abandonar. Tenemos placeres confesables y placeres inconfesables. ¡Fíjate YACK! ¡Si al final vas a llevar razón en que un placer confesable, irresistible y delicioso para mí es llevarte la contraria!... (es broma).

    Un cordial saludo

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  6. Hola Plutarco, creo como tú, que entregarse al placer desaforado es una mala estrategia porque la naturaleza nos ha diseñado para que el placer sea el premio a una consecución útil para la especie y no un estilo de vida. Y cualquier intento de hacer trampa (drogas, desenfreno orgiástico, insolidaridad, etc.) es oportunamente corregido por la propia naturaleza y sus sabios y eficaces mecanismos de castigo/recompensa.

    Estamos en mitad de un juego, y si queremos hacer un buen papel, lo primero es conocer y respetar las normas.

    En cuanto a lo que dice Dulcinea, vuelvo a estar en desacuerdo, aunque me decepcionaría mucho si no fuese así.

    Haz el siguiente experimento: Elige el manjar que más te guste (pongamos que un flan de caramelo) y pon sobre la mesa cinco kilos.

    Empieza a comer y notarás que llega el punto en que no te apetece comer más. Si continuas comiendo, cada nuevo bocado te sabrá peor hasta que re resultará imposible soportarlo.

    ¿Por qué? Pues porque el placer sólo se produce cuando haces algo que resulta útil para ti (comer) o para la especie (sexo) y lo haces en la cantidad adecuada.

    La naturaleza no regala nada y el placer y el dolor es la moneda con la que nos paga nuestros servicios. Así que, si queremos ser felices, sólo hay que seguir la táctica de los perros amaestrados: Hacer lo que quiere el amo para evitar los puntapiés y conseguir alguna golosina de vez en cuando.

    Lo único que queda por desvelar (y se hará a su debido tiempo) es qué quiere de nosotros nuestro amo (la naturaleza) y una vez que lo sepamos, todo resulta más fácil.

    Lo del sexo es la peor engañifa de todas. Resulta extremadamente costoso. A los hombres les puede suponer alimentar a una prole insaciable y desagradecida durante el resto de su vida a pesar de que el acto desencadenante no dura apenas nada. También la mujer paga un alto precio por el sexo, aunque la naturaleza de este esfuerzo es diferente.

    La obsesión por el sexo se debe, justamente, a lo difícil que es conseguirlo y a que, además, está diseñado para que desees a los candidatos más difíciles y solicitados. En el caso de la comida, por ejemplo, te da igual comprar un flan en el supermercado X o Y, y además, puedes cambiar de marca cada vez que quieras y sin coste apreciable.

    Pero es que el sexo está diseñado para que te esfuerces en buscar los mejores recipientes para depositar tus valiosísimos genes y enviarlos hacia la inmortalidad. Y además, en el caso de los hombres, se les pide que lo hagan en tantos recipientes como sea posible sin comprometer, claro está, la fidelidad del recipiente favorito, que suele enfadarse mucho si descubre que ha sido traicionada, porque las mujeres están programadas para trasmitir sus genes a través de sus costosos y escasos bebés y necesitan para ello la colaboración del varón en su crianza y manutención (hablamos en términos biológicos).

    Todas estas son las razones por las que damos tanta importancia al sexo y caemos una y otra vez en la trampa: porque la naturaleza así lo quiere y ella dicta las normas e impone las sanciones y concede las recompensas. Te hace albergar enormes expectativas que se ven defraudadas pero a continuación te vuelve a convencer que la próxima sera mejor. Ella ha diseñado y maneja los mecanismos de nuestra mente y puede convencernos de lo que quiera.

    Así que no queda otra que optimizar nuestra conducta para recibir el mayor placer y el menor dolor.

    Y sí, tienes razón Dulcinea, el llevar la contraria es uno de los placeres favoritos de los seres humanos, porque es una forma de establecer consensos dinámicos en el cuerpo social. Las ideas más coherentes y los agentes más elocuentes son los que imponen sus criterios, como ocurre en nuestro cerebro cuando pensamos, que no es sino enfrentar diferentes opciones para que se imponga la más fuerte.

    Si todos estuviéramos de acuerdo, no avanzaríamos y la naturaleza está interesada en que avancemos y lo ha dispuesto todo para que sea así.

    Saludos cordiales.

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  7. Yack, gracias por completar de manera más precisa mi entrada, que apuntaba en la misma dirección.

    Como dije, Aristóteles formuló sucintamente hace milenios el secreto de la virtud y la felicidad: el término medio. Desafortunadamente, la mesura no vende ni coches de lujo, ni abrigos de piel ni cremas maravillosas que ponen a las mujeres más guapas "porque ellas lo valen". Por eso, los anuncios, nos recuerdan que la "felididad" consiste en la desmesura y el consumismo conspicuo. Por cierto, ¿has leído La tabla rasa de Steven Pinker?. En un buen resumen de los principios de la psicología y socio biología evolutiva que con tanta amenidad sueles exponer en tus respuestas y que tan del desagrado es para aquellos que niegan la naturaleza humana y nos proponen utopías totalitarias. Al negar la naturaleza humana que marca al mismo tiempo nuestra grandeza y limitaciones, ellos la pueden sustituir por un Estado niñera, atento a satisfacer sin mesura nuestros deseos. Ya sabes el principio.."a cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades". Lo que al final pasa es que los que más capacidades tienen terminan trabajando para satisfacer las inmensas y hedonistas necesidades de los que menos capacidad tienen.

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  8. Hola Plutarco, anotaré esa lectura que me recomiendas en la seguridad de que será instructiva.

    Creo, como tú, que no podemos ser inmensamente felices por la sencilla razón de que no estamos programados para serlo y cualquier intento de saltarse las normas, de burlar a la naturaleza, lejos de procurarnos más placer, nos genera más insatisfacción.

    Lo que tú planteas podría ejemplarizarse con el método que usaban los romanos para obtener placer haciendo trampas: comer, vomitar y volver a comer. Una especie de intento fallido de perpetuum mobile de la felicidad que se traducía en la pérdida de la salud física y mental (la bulimia es un ejemplo trágico de ese juego) y una enorme insatisfacción. También sigue ese camino quien cae en una adicción, que es entrar en un bucle de realimentación placentera con resultados globales siempre negativos.

    Si de algo se ha encargado a fondo la naturaleza, es de que no encontremos ninguna fórmula para obtener placer gratis que no implique trabajar en la consecución del programa maestro.

    Y no he conocido a nadie que le haya ganado esa partida a la naturaleza sin haber pagado un alto precio por ello.

    Saludos cordiales.

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