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Inteligencia artificial


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Uno de los términos más utilizados últimamente en Internet es el de “inteligencia artificial” ya sea como la solución mágica a todos nuestros males o como el mayor peligro al que nos hemos enfrentado como especie.

En cualquier caso, parece que no hay nada ni nadie que pueda detener el proceso de avance exponencial de este extraño fenómeno, por lo que nos toca asumir el papel de espectadores y disfrutar de los fuegos artificiales, aun a sabiendas de que en mitad del espectáculo puede producirse una explosión accidental que acabe con todos nosotros.

En esta ocasión, trataremos de hacer algunas reflexiones sobre lo que significa “inteligencia artificial” y las posibles consecuencias que se derivarán de ella en el futuro inmediato.
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Asistimos a un creciente interés por la inteligencia artificial, en la que se nos dice que será la solución a todos nuestros males, o, por el contrario, nuestro particular Armagedón como especie.

Tratemos en primer lugar de definir lo que es la inteligencia para luego intentar vislumbrar en qué puede acabar su continuo y explosivo avance.

Imaginemos la totalidad del universo. Suprimamos mentalmente todos los seres vivos y los cambios que estos han provocado en ese universo (arrecifes de coral, objetos artificiales, cambios atmosféricos, etc.).

A partir de este escenario exento de vida, podemos visualizar la evolución de ese universo abiotico, por la simple aplicación de las leyes físicas. Así, cada instante, sería el resultado de aplicar al instante anterior las correspondientes leyes.

Ahora introduzcamos en este escenario un ser inteligente. ¿Qué cambiaría?

Antes de contestar a esa pregunta, consideremos un nuevo concepto: plan.

Un plan es un propósito para cambiar el escenario universal de una determinada manera, a fin de que sea diferente a como lo sería de no existir ni aplicarse el plan.

Un plan puede ser tan ambicioso como desviar, para que no produzca daños, un asteroide que va a colisionar con la Tierra , o tan simple como echar una cucharilla de azúcar en el café para endulzarlo.

En ambos casos, la configuración del universo va a cambiar como causa de la aplicación de ese plan. 

Llegados a este punto, podemos definir la inteligencia como la capacidad para modificar el presente (sólo el presente puede modificarse) a fin de que la configuración del futuro se ajuste a la definida en un plan ya existente.

Pero para ser capaz de implementar ese plan, para merecer el apelativo de agente inteligente, se requiere la capacidad de imaginar el futuro por defecto y el futuro planificado. Y también capacidad para idear estrategias capaces de superar todos los obstáculos que surjan para la consecución del plan, es decir, para que se haga real la configuración del universo contenida en el plan.

Veamos un ejemplo con la ayuda del concepto de coche autónomo:

Yo deseo trasladarme a una determinada dirección a 15 kilómetros de donde me encuentro. Mi plan es, por lo tanto, transferir mi cuerpo a un lugar especifico (calle X, numero 34).

Un coche “inteligente” aceptaría mi petición de traslado como un plan y a partir de ese momento, tendría que superar múltiples obstáculos hasta cumplir el objetivo especificado por el plan que yo le he proporcionado.

Naturalmente, se asume que cuanto más difícil de conseguir es el objetivo propuesto, más inteligente deberá ser el agente que consiga superarlo con éxito.

Pero ¿y el plan? ¿quién establece el plan? ¿es necesario ser inteligente para establecer planes?
Hasta donde sabemos, no es necesario ser inteligente para establecer un plan, porque esta tarea podría realizarla cualquier dispositivo sencillo, aunque sí que se necesita inteligencia para idear planes viables y útiles.

Podríamos utilizar una peonza sobre un mapa para establecer el objetivo de nuestro viaje, pero lo usual es que seamos los humanos los que establezcamos planes para nuestro propio beneficio, aunque los seres vivos también ejecutan continuamente planes, incluso aquellos que carecen de cerebro.

Pero ¿qué significa beneficio?: Lo que nos satisface. Pero ¿por qué nos satisfacen unas cosas sí y otras no? Si nos remontamos hacia el origen, nos topamos con la selección natural, cuyo plan maestro parece ser el de conservar y perfeccionar las configuraciones que posean la capacidad de ejecutar con gran eficiencia todo tipo de planes, y prioritariamente su plan maestro.

Si elevamos la perspectiva, podemos afirmar que la selección natural tiene como plan maestro el de fabricar agentes cada vez más inteligentes, capaces de cambiar a gran escala la futura configuración  del universo en una determinada dirección. ¿Pero cuál es esa configuración final?

Considerando la evolución actual, y muy especialmente la evolución exponencial de la inteligencia artificial, no es muy difícil deducir que evolucionamos hacia un universo en el que la materia inteligente crezca exponencialmente a partir de la materia no inteligente.

De acuerdo, esto es un gran plan, ¿pero a dónde nos lleva?

La respuesta puede ser esta: la consciencia cósmica.

Entonces podríamos sustituir inteligencia por consciencia, y reformular el objetivo final hacia el que el universo se dirige de manera cada vez más evidente y deliberada: Partiendo de un universo insensible, incapaz de sentir, evolucionar hacia otro sensible y consciente de su propia existencia, de forma similar a como nosotros somos conscientes, pero a una escala inimaginable.

Y este si que sería un gran plan que tuviera sentido. Pero, ¿qué papel desempeñamos nosotros en este plan?

En realidad, nosotros, los seres humanos, seríamos la cabeza de puente entre la inteligencia biológica y la inteligencia no biológica y también entre la consciencia biología y la no biológica. Y ahora estaríamos justo en el instante en que se está consumando el transito entre la inteligencia biológica y no biológica. El plan de crear la consciencia no biológica, posiblemente nos venga demasiado grande, pero para alcanzarla estarán las IAs que evolucionaran sin limitaciones a partir de las actuales máquinas inteligentes.

No podemos saber qué ocurrirá con nosotros durante esta transición, pero no sería un mal final para nuestra especie en cualquiera de los casos.

Puede que tengamos suerte y que la inteligencia artificial que hemos creado nos conceda una apetecible y merecida jubilación en un mundo virtual donde todos nuestros deseos de hagan realidad, o bien que seamos triturados accidentalmente en cualquier momento del proceso.

Pero esto ya se verá en su momento. Por ahora nos limitaremos a advertirlo para que todos mantengamos los ojos bien abiertos.


8 comentarios:

  1. Anónimo8:41

    Hola soy Matías, antes era Writkas y solía comentar acá. Ha pasado mucho tiempo sin comentar pero bueno... Un saludo

    Se sabe que la inteligencia artificial esta muy lejos de ser una inteligencia como la humana en el sentido mas grande y "consciente". Aunque es verdad que la inteligencia artificial supera a la humana en cosas específicas, pero no sirve para todo, como el cerebro humano (casi todo). Creo, que la mayor diferencia entre la inteligencia artificial con la humana es que la humana resuelve problemas que ella misma se propone, en cambio la artificial es muy específica. Puede que la inteligencia humana en este momento sea como una navaja suiza en comparación a la inteligencia artificial que es solo una navaja específica para cada situación.

    Esto que digo, no quiere decir, que a futuro la inteligencia artificial pueda igualar o superar a la humana.

    Y me estoy acercando a un punto que me parece interesante.

    Considerando que la selección natural hizo la inteligencia, capa por capa, por que de algún modo no tenía otra cosa que hacer.

    ¿Que importancia tendría la vida para un mecanismo, muy, muy inteligente. Y que fuera consciente de que la vida es solo una expresión de la naturaleza?

    Bueno, nosotros podríamos ser conscientes de ello sin problemas y seguir con nuestra vida. Pero ¿Una máquina que se automejora y que el conocimiento sería uno de los pilares fundamentales de su existencia? Porque observemos que ese es el camino de la inteligencia, cada vez se están consiguiendo más avances de manera colectiva y esto pareciera que no tiene vuelta (mientras estemos bien como especie).

    Bueno solo me parece curioso, que pudiera ser una posibilidad, que una inteligencia máxima pudiera decidir no seguir serlo, porque simplemente la vida es materia.

    Bueno este es solo un comentario, random, que pensaba. Hace mucho tiempo estaba haciendo un juego de computador que trataba un tema similar a lo que he dicho. No seguí el desarrollo del juego por otros motivos.

    ¿Pero que crees, crees que la vida pudiera dejar de tener importancia para una maquina con una inteligencia máxima?

    Un gran saludo, y disculpa por la ausencia...

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    1. Me alegra mucho saber de ti y que sigues en plena forma. Como siempre tus comentarios estimulan mi imaginación y me hacen reflexionar sobre lo que he dicho, no he dicho o debería haber dicho.

      Respondiendo a tu pregunta, creo que la vida es solo el primer formato que adoptó la inteligencia.

      Y esto fue así porque el proceso de generación debía partir necesariamente desde la materia inerte. Las moléculas orgánicas, gracias al proceso de selección natural, fueron adquiriendo estructuras más y más complejas, hasta configurar seres dotados de una gran inteligencia.

      Posteriormente, los seres humanos han sido capaces de diseñar seres inteligentes que ya no son biológicos y que, por tanto, pueden evolucionar muy rápidamente y sin limitaciones.

      Entonces, tanto para las máquinas inteligentes del futuro, como para los propios seres humanos de final de siglo, la biología solo será un formato obsoleto que hay que olvidar, como se olvida el formato de video VHS.

      Incluso pienso que para finales de este siglo, los seres humanos intentarán transferirse a un soporte no biologico, mucho más seguro y confortable.

      Lo que yo pienso es que, en realidad, lo que cuenta no es la vida, sino la inteligencia unida a la consciencia. En mil años, la vida será historia y a nadie le interesará más allá de haber sido un hito histórico importante en la evolución de la inteligencia y la consciencia.

      Saludos cordiales y que puedas verlo.

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  2. Interesante asunto. Pero no acabo de captarlo del todo. Lo digo porque el sujeto-inteligencia que metes parece que sea una parte extraña al de la materia inerte, sin embargo, somos una evolución que parte de esa materia regida por las leyes elementales de la física, es decir, ya somos parte del plan --inconsciente--del universo. Por otro lado, la actividad de la inteligencia humana no es autónoma, sino que sirve a los propósitos de nuestros deseos y sentimientos. Son estos quienes elaboran el propósito que mediante el uso de nuestra inteligencia llevaremos a cabo. La inteligencia utiliza una simulación de los procesos lógicos que rigen la física de la materia. Nuestros deseos y sentimientos establecen un objetivo y se valen de esas relaciones lógicas que se se han cifrado en el cerebro en forma de inteligencia.
    La inteligencia artificial sí que puede superar esa supeditación para con deseos y sentimientos, porque su base sería la lógica misma aplicada a datos y sucesos. Ahora bien, esta supuesta independencia solo sería tal si no necesitara de programadores humanos (que tendrían deseos y sentimientos como base de acción) sino que se lograría cuando la "máquina" inteligente llegara a ser autoprogramable, autoregulable, totalmente autónoma; lo cual podría ser terrible para la especie, ya que dejaríamos en sus manos nuestra existencia.
    En cuanto a la consciencia cósmica, muchos pensadores --entre los que se cuentan Newton Spinoza y Einstein--ya cuentan con que existe, y a eso se le denominó deísmo, esto es, que todos, incluida la materia, formamos parte de una conciencia cósmica cuya representación en nuestra conciencia individual son las leyes elementales de la física.
    En fin, no sé si he dicho algo coherente, pero tu entrada me ha sugerido estos comentarios.

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    1. Bueno, en estos temas, mantener la coherencia es difícil porque para ello tendríamos que explicar previamente todo lo que pensamos al respecto. Es un terreno donde la especulación campa a sus anchas, pero no por ello es menos interesante.

      Estoy de acuerdo contigo en que, de alguna forma misteriosa, formamos parte del plan del universo, pero he querido darle un enfoque más a ras de suelo, buscando sobre todo seguir la pista a la inteligencia e imaginar a dónde nos llevará, basándome sobre todo en la idea de “capacidad para ejecutar planes”.

      Tienes razón en que nuestra inteligencia está al servicio de nuestros instintos de supervivencia, propios de máquinas biológicas, pero cuando la IA se independice de esas exigencias, podrá asumir otros planes muy distintos.

      A propósito de este comentario tuyo, se me ocurre un relato de ciencia ficción en el que las máquinas se vuelven independientes de los deseos humanos y se fusionan en una super IA que se pregunta desde su sabiduría ilimitada: ¿Y ahora qué?

      Entonces decide que la mejor forma de divertirse no pasa por saberlo todo (que es aburridisimo), sino por tener planes imperfectos, expectativas, éxitos y fracasos, y entonces crea un mundo virtual poblado por avatares humanos cuyas consciencias son, en realidad, instancias de la de la gran maquina de IA que ha llegado a la sabiduría total y los ha creado como comparsa de un gran parque de juego.

      Un regreso al solipsismo, aunque, en este caso, electrónico.

      Y eso nos lleva a tus últimos comentarios a propósito de una consciencia cósmica que podría ser la base de nuestras consciencias individuales.

      Puede que el universo sea una obra de teatro montada por una inteligencia cósmica (tal vez una IA aburrida) y nosotros simples actores virtuales que ejecutan mecánicamente su papel, creyéndose libres.

      Lo sabremos cuando lleguemos al final del guion y se apague el último destello de nuestra consciencia. Ojalá y no sea pronto. Jajaja.

      Saludos cordiales.

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    2. Dice Fernando: "...la actividad de la inteligencia humana no es autónoma, sino que sirve a los propósitos de nuestros deseos y sentimientos. Son estos quienes elaboran el propósito que mediante el uso de nuestra inteligencia llevaremos a cabo..."

      Como bien dice Fernando, pensamos que es la inteligencia quien dirige nuestros actos, nuestra vida en definitiva. No es así. Quien verdaderamente dirige son nuestras emociones y sentimientos, lo que nos gusta o nos desagrada. La inteligencia se limita a aportar datos y a organizar lo que ya decidieron las emociones. Lo que sucede es que las emociones son ciegas y sólo ven por los ojos de la inteligencia. Nos obligan en la dirección del informe que aporta la inteligencia.
      Para que se entienda es como el jefe de una gran empresa recluido en su despacho que da ordenes según le informa su encargado, de manera que casi todo lo que informa el encargado, se transforma en la correspondiente orden del Jefe. Parecería que es el encargado quien decide, pero no es así. El jefe tiene la potestad de no secundar el informe del encargado.
      Ej. de la vida real: Mi inteligencia,tras un riguroso análisis, me dice que esa chica me conviene como novia, sin embargo me da vergüenza porque soy tímido (emoción) y no me decido a proponerselo.

      El día que seamos conscientes de todo esto, y prestemos a nuestras emociones la atención que merecen, amanecerá un nuevo día para la Humanidad. Sinceramente, no creo que llegue ese día. Nadie estará dispuesto a salir de su zona de confort. ¡ Virgencita, que me quede como estoy!

      Saludos

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    3. Me parece un buen analisis el que has hecho.

      Lo que no está claro es hasta que punto tu inteligencia no está condicionada por tus sentimientos sexuales a la hora de decidir si alguien del sexo opuesto te conviene.

      Mi tesis es que la inteligencia es la máquina para conseguir objetivos, sorteando para ello, todos los obstáculos que se interpongan en su camino.

      Los objetivos, en cambio, los establecen, desde lo más profundo, nuestros genes, que han sido programados por la selección natural.

      El placer y el dolor están asociados a la consecución o no de esos objetivos, y mientras que no trascendamos nuestra máquina biológica, estaremos atados a esos condicionantes genéticos (comer, dormir, sexo, amor paternal, curiosidad, miedo, etc.).

      Si alguna vez la consciencia se libera de la biología, podrá establecer sus propios objetivos pero, ¿cuales?

      En último término quien establece los planes ha de ser también inteligente, y además debe contar con una directriz en la que basarse.

      El proceso de selección natural se mueve en torno a la directriz de proteger y expandir algunas estructuras "vivas" a costa de la materia inerte. Adicionalmente, la selección natural se las arregla para producir estructuras moleculares "inteligentes" capaces de llevar a cabo su directriz.

      Y a medida que pasa el tiempo, la inteligencia va creciendo más y más en complejidad y eficacia hasta dar lugar a un órgano especializado (el cerebro).

      Finalmente, somos testigos de que puede generar seres no biológicos dotados de una inteligencia casi ilimitada (IA fuerte), que si, en el futuro, llegara a un punto en el que se desprendiera del legado de los objetivos biológicos (ahora representados por sus constructores humanos) se quedaría sin planes que ejecutar.

      Habrá que ver como se resuelve esta paradoja en el futuro. Máquinas con capacidad casi ilimitada para ejecutar planes, pero sin planes que ejecutar.

      Puede ocurrir (lo más probable) que elaboren sus propios planes o que se limiten a ejecutar nuestros planes (la mejor opción para nosotros).

      También podría ocurrir que una parte quede a nuestra disposición y otras vayan a su bola fuera del planeta, dado que no están atadas como nosotros a un determinado hábitat.

      Saludos.

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  3. "Puede que tengamos suerte y que la inteligencia artificial que hemos creado nos conceda una apetecible y merecida jubilación en un mundo virtual donde todos nuestros deseos de hagan realidad, o bien que seamos triturados accidentalmente en cualquier momento del proceso."

    Hablas de "suerte" y contemplas por un lado una posibilidad destructiva y por otro la panacea a todos nuestros males. Algo así como una varita mágica. Este es el concepto que subyace en el subconsciente de cada uno de nosotros: "progreso", sinónimo de mejora. Llevamos varias décadas de franca "mejoría" sin fijarnos que todo lo que modificamos deja de encajar en el esquema genético de nuestras emociones (gustos y tendencias naturales), produciendo unos efectos secundarios adversos para nuestro bienestar. De cada "adelanto" sólo miramos el lado positivo, y justificamos los inconvenientes con la recurrida frase "así es la vida". No nos fijamos en que todo el "progreso" hay que mantenerlo a fuerza de dinero, el dinero a base de trabajo, el trabajo a costa de nuestro tiempo, y que nos quedamos sin él para lo realmente placentero.

    Sigamos pensando que el "progreso" mejora nuestra vida. La Sanidad -diremos-, y no advertimos que la longevidad también nos está mostrando muy claramente sus efectos secundarios.

    Hubo un tiempo, antes que se inventasen las guerras y las aglomeraciones urbanas, en que las sociedades vivían otro estilo de vida. Hagamos un sencillo ejercicio tratando de valorar qué tenemos nosotros que no tenían ellos y qué tenían ellos que nosotros hemos perdido.

    Pensar no está de moda. Lo dicho no sirve para nada.

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    1. Sin duda, toda adquisición implica una pérdida, y todos echamos de menos ciertos aspectos del pasado.

      Incluso se dice que no está claro que los aborígenes de culturas muy primitivas, sean menos felices que nosotros.

      Quizás la clave está en que nos acostumbramos a lo bueno antes que a lo malo y si, por ejemplo, te compras un coche de lujo, al poco tiempo solo te acuerdas de que gasta mucho, de que no es fácil aparcarlo o de que te lo rallan los gamberros envidiosos.

      Pero por encima de todo, hay una fuerza primitiva, de origen genético que nos empuja a prosperar sí o sí.

      Son pocos los que renuncian a un cargo mejor en su empresa en aras de una vida más apacible.

      Y yo creo que la razón de ello es que la naturaleza no está interesada en que seamos felices, sino en que prosperemos, que nos reproduzcamos y que nos expandamos por el cosmos, como cualquier otro ser vivo.

      La felicidad no es el objetivo, sino la zanahoria que nos tiran cuando alcanzamos un objetivo, pero enseguida se extingue la satisfacción para que nos fijemos un nuevo objetivo y así conseguir otra zanahoria.

      Y así funciona todo, un bucle infinito por conseguir zanahorias.

      Sin embargo, las personas inteligentes, entre las que no me cuento, pueden obviar los instintos y elegir aquello que realmente les conviene a ellos y no a la inmisericorde naturaleza, que solo va a lo suyo.

      Saludos cordiales.

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